u15654844761565484476 Valentina Mariño

Yo solo quería vivir... Disfrutar lo hermoso de la vida. Ser una joven con aspiraciones, ser capaz de recorrer el mundo, suspirar aliviada junto a las personas que amo. Pero nunca creí que mi único motivo para luchar, era para encontrar respuestas, del ¿Por qué debo seguir viviendo? . Mi vida se transformó en un lamento donde poco a poco acumulaba frustraciones y rencores. Nunca planee explotar de esa forma. Muchos de ustedes creerán que solo paso por malos días, y parezco paranoica y esquizofrénica pero recuerden... esto no es un libro, en el que el personaje logra salir ilesa de sus problemas, admitámoslo nos ilusionamos que en algún momento el amor o libertad sobrepasen las expectativas. Recordemos, leer un libro nos enseña sólo esa cara del autor que nos permite ver, nunca toda su esencia. Nos ocultan muchas verdades y por ello les escribiré mi dolor, compartiré el peor lado de la vida, cruda, sin censura. ¿Por qué? ¡si es hermosa! Dirán algunos... Porque vivo en una ciudad de piedra. Un lugar donde la vida se apaga, los deseos se contraen, colapsan los sueños y no fluyen los ríos de la mente, y a pesar de todo, a pesar de saber que no continuo, de sentir un peso que me tranca Me pregunto de forma extrañada. ¿Porque sigo en este lugar ?


Lebensgeschichten Alles öffentlich.

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CAPITULO I


Esa mañana pude ver una gota de rocío, que cayó en la madrugada y se asentó en un pétalo de rosa, que con los primeros rayos del sol tomó la apariencia de un diamante, encantando a todos con su brillo y pureza...

En ese momento me di cuenta que, una parte de la vida esconde una luz brillante, hermosa e inigualable. Pero todo lo bueno tiene su peor lado. Me llamo Rachel y les voy a contar mi historia de cómo mi vida cambio con tan solo una palabra.

Mi nombre completo es Rachel Márquez Vélez, estoy en mi décimo séptimo año de vida, último año de bachillerato, vivo con mi madre Yaneth Marquez, una mujer hermosa; su cabello de un color muy peculiar un dorado envidiable, sus ojos un color miel inigualable, y su rostro blanco como la misma porcelana. Mi hermano Jonathan, un muchacho alto, su piel mestiza y sus ojos miel, con tan solo 15 años.

Sentía como los rayos del amanecer entraban de forma descarada iluminando cada rincón de mi cuarto, molestaban mis ojos, no pude evitar moverme de lado a lado en aquella colcha tan suave mientras las cobijas cubrían mi piel, a distancia una persona podría decir que estaba forzando mis movimientos.

Por desgracia mis oídos estaban siendo torturados gracias a un sonido tan perturbarte que sobresalía de la habitación, mi única acción fue detenerla bruscamente.

- Mierda

Fue lo único que pensé mientras observaba detenidamente la pared, que casualmente estaba pintada de blanco, tan simple como un papel, pero tan hermoso como la nieve. De un movimiento veloz mi posición cambió, me quedé observando el reloj del celular, preguntándome si enserio necesitaba esto.

Después de recapacitar me dirijo a la bañera, la única forma para quitar el olor a humano. Retiro la única prenda que aislaba mi cuerpo. Sentí frío seguido de una leve brisa que logro erizarme, era una sensación insoportable, me adentro un tanto irritada y para mi mala suerte no había la temperatura deseada....

Mientras que las gotas heladas caían por mi frágil cuerpo, mi mente divagaba y la vista se enfocaba la pared, y ahí estaba yo jugando con los cabellos que se desprendían de mi cabeza, con lo mucho que hay pensando en lo poco que me queda.

Salgo sin remedio y me envuelvo en una toalla, mientras que de mi cabeza resonaba una pregunta perturbadora.

- ¿Me abre demorado?

Para calmar mi sufrimiento lo primero que agarro es el celular, fijando mi atención en la hora

- Vaya me quedan más de dos horas – Dije irritada

Sufriendo por la tontería que hice me designé a vestirme, sin evitar molestarme por segunda vez.

- ¿Me veré bien? - No podía asegurar una respuesta positiva, no me sentía cómoda, quise abandonar el pensamiento y bajé.

Ah desayunar.... El momento más fastidioso de la mañana pensé aburrida. Fui directo a la cocina y presencié una escena un tanto desgarradora, Jonathan se encontraba recostado en la mesa, con una cara de angustia.

- No hará el desayuno ¿Verdad?

- Tienes cosas más importantes, como arreglar la casa

- ¿Más? ¿Para qué?

- No lose

Mi madre nunca fue la mejor, pero en ese entonces era muy incrédula para darme cuenta de que las cosas empeoraban. Decidí prepara lo más sencillo, unos huevos. Ya después de servirlos no pude evitar decir:

- ¡Huelen delicioso!

Ya servido en la mesa me senté, le di a Jonathan su plato, y me deleité con la forma en la que disfrutaba cada bocado, por mi parte cogí un tenedor y recogí un gran bocado dispuesto a entrar en mi boca, pero ¿qué sucedió?

Sentí una sensación de vomitar. Desvío el bocado y siento como mi estómago se relaja... Mierda, Gracias madre. Dije irritada. Al parecer la gastritis me molestara hasta que me muera, pensé en forma sarcástica, obligada mente, me comí todo.

Mientras Jonathan lavaba los platos, regresé al baño y me quedé anonadada, sin más remedio me pregunté un poco asqueada.

- ¿Aquella mujer, soy yo?

Mi rostro se veía cansado; con ojeras, una expresión de angustia y fastidio, mi frente cubierta de imperfecciones logrando identificar la pubertad, las cejas poblaba das y desarregladas, aquellos labios carnosos y rojos, el poco de cabello que tenía enredado resaltando la friz.

- Definitivamente me veo olvidada

Nunca me vi en la necesidad de ocultar mi verdadero yo, pero me sentía y veía mal, no podía permitir que la gente supiera que me pasaba algo y decidí maquillarme. Lo hice de forma muy torpe. Antes de mostrar el resultado ante el mundo, tenía que aprobar mi apariencia y lo único que pude decir fue:

- Te vez patética.

Era verdad, me veía ridícula, decidí quitármelo de forma agresiva, sin omitir que me sentía mal. No pude evitar cuestionarme. ¿En verdad es necesario que me embarre todo eso? Considero que los logo tipos de vestimenta, en donde estamos obligados, está mal, acaso ¿es necesario usar ropa de marca? e ¿intentar con el maquillaje ocultar todas nuestras imperfecciones?, es innecesario, ¿porque ocultar lo que somos?

Ya salida del baño, agarro mi mochila, Jonathan se encontraba leyendo un libro cuando levanto su vista y me regalo una cálida sonrisa.

- ¿Vamos?
-Vamos.... Adiós madre - logre dedicarle antes de partir a la única persona que se merecía esa posición.

Después de 15 minutos llegamos a nuestro destino, nos bajamos y nos quedamos unos segundos contemplando nuestra futura prisión. Un edificio grande, de color blanco, sus jardines bien cuidados, el pasto bien cortado y recién mojado.

Ya entrando nos percatamos de sus pasillos limpios, los casilleros todavía tenían ese peculiar olor a recién pintado, los asientos aún no habían sido utilizados, los borradores y marcadores en sus lugares nuevos y listos para ser utilizados, el tablero blanco preparado para plasmar las ecuaciones más difíciles de álgebra, o los horarios para presentar los parciales.

Así era mi institución. Gimnasio colombo británico – Bogotá, Colombia. Un lugar exclusivo para los estudiantes más aplicados. Me despedí de Jonathan y me dirigí a mi casillero, admito que me sentía incómoda. Era el primer día, y algunos de mis amigos ya no estarían conmigo.

Cuando la vi. Era mi mejor amiga Lina Brown, una chica de 16 años con su apariencia inalcanzable. Rubia natural y unos ojos color azul, que a la luz de sol se le tornaban un color esmeralda, era muy linda imposible despegar los ojos de los de ella.

Se me acercó estirando los brazos con la intención de abrazarme, la cual yo correspondí, para demostrarle mi cariño.

- Lina

- ¡Rachel! ¿Cómo estás?

- Bien. ¿Qué tal las vacaciones?

- Bien – Mientras que su mirada contemplaba la nada, demostrando un brillo peculiar

- Demasiado diría yo, ya cuéntame ¿qué sucedió? – Demostrando mi entusiasmo

- Bueno, es que mis padres se fueron el fin de semana de viaje y pues estuve con mi novio y ya te imaginaras que paso - Decía mientras ocultaba su muy evidente sonrojo

- No lo puedo creer
- Creo que hice lo correcto, es que me siento tan segura con él… Puedo ser yo.
- enserio, me alegro.... yo la verdad no vi a nadie.

Si conocieras a Lina podrías llegar a la conclusión que era una chica ansiosa y entusiasta con la vida, le gusta la fiesta, salir a la calle, la típica adolescente. En cambio, yo era un poco más calmada no me interesaban los chicos ni las fiestas o al menos salir, éramos como dos polos opuestos que se atraían.

- Enserio Rachel, vamos amiga deberías salir más, en especial conmigo - haciendo un puchero.
- amiga sabes que te adoro, pero no me gusta.

Mientras recibía los lamentos de Lina sentí una mirada muy penetrante, desvíe mi vista, y choque con esos ojos. Era Levi Smith, un joven de 19 años; alto dándose a notar con su piel blanca y pálida, tenía el cabello negro rapado y liso sin exagerar, su estilo de chico malo; chaqueta de cuero, Jeans negros y unas botas del mismo color. Pero lo que más lograba sorprenderte eran sus ojos color zafiro, aquella mirada fría y vacía lograba en ti un dolor como si te clavara un cuchillo era tan intimidante que lograbas ponerte nervioso tan solo con su presencia. Siempre demostraba su personalidad, extrovertida y misteriosa sin omitir que a veces podía ser un poco pícaro y coqueto... pero era un hombre.

Por obvias razones era catalogado como uno de los más populares era inevitable no ponerle los ojos a ese muchacho, con esos músculos y cuando está en su entrenamiento de fútbol y se quitaba la camisa mostrando al descubierto su abdomen bien marcado haciendo que todas las chicas babearan, algo que no me sucedía a mí.

Me percaté que no me quitaba la mirada y le seguí la corriente, fue un momento de torpeza. Nunca me había tomado la molestia el seguirle la corriente a un muchacho. Sin previo aviso note como se me acercaba. Mi cuerpo se empezó a agitar, mis manos temblaban y mi corazón poco a poco se aceleraba, algo que se me hizo algo raro viniendo de mí, la chica que como la habían catalogado los chicos " la corazón frío y podrido"

- Hola

- Hola, ¿cómo estás?

- Bien gracias, y ¿tú?

- -Bien. ¿Qué tal las vacaciones?

- Pues las verdades estuvieron algo movidas: Fiestas, salidas no me quejo y ¿tu?

- Sinceramente nada, sólo leer y comer como si fuera un parásito.

Los dos sacamos una risita

- Por lo menos descansaste. Yo solo vine a decirte que te extrañé mucho.

Aquellas palabras que me había dedicado aquel azabache habían logrado sorprenderme, ninguno ha sido capaz de manifestarme algo parecido, todos tomaban su distancia conmigo. Además, que el chico más lindo de la institución hable conmigo sabiendo que ahí chicas mucho más lindas que yo y se fija en mí, no era común.

Cuando sonó la campana termine de guardar mis cosas en el casillero, y él me sugirió desplazarnos hacia el aula, para evitar un regaño. Ya entrando me acomodé en mi asiento, pude observar como otro muchacho se acomodaba en el pupitre a mi lado. Era mi mejor amigo Taylor, un muchacho alto acuerpado, reflejaba felicidad en sus ojos color dorado, sus cabelleras doradas como el oro, era todo un personaje.

Era la primera clase, me sentía muy aburrida, empecé a realizar líneas sin ningún fin y sin sentido alguno terminé dibujando a mi maestra de francés. Admito que sus facciones eran muy graciosas, era fácil moldear la a tu gusto, se lo mostré a Taylor, le pareció tan gracioso que no pudo evitar reírse en voz alta, logrando la atención de todos.

-Jajaja voy a enmarcarlo y ponerlo en mi cuarto.

Cuando la Sra. Pueyrredón nos nombró:

- Señorita Adams y señor Miller, ¿tienen algo que compartir para la clase?

-No - dijo serio.

- ¿No? enserio, entonces no te importará mostrarme el papel que envuelves con tu mano - cruzando los brazos seria.

- No, no es nada

- ¿no?, dámelo

Tyler tiro él papel por la ventana, y como era de esperarse, recibimos un regaño. En el almuerzo nos dirigimos al patio, Lina y a su lado su novio Michael, un muchacho alto de piel color caramelo y unos ojos cafés, sentí un ambiente pesado ya que se estaban comportando de forma muy cariñosa, pero no me sorprende siempre soy el mal tercio. De forma desesperada busqué una salida, y vi un kiosco.

- Lina, mira ese kiosco creo que me sentare allí – Aliviada

- ¿Segura?

- Por supuesto

- De acuerdo – Se acercó y me abrazo

Cuando subí me percaté que estaba hecho de madera muy lindo, tenía una vista hermosa y decidí sentarme a leer mi libro. Paso un periodo de 20 minutos, cuando escuche un grito, logrando llamar mi atención.

-¡¡Rachel!!

Me asomé hacia abajo y supe de dónde provino ese grito.

- desde aquí el brillo del sol ilumina tu cabello y ojos mientras lees ese libro ¡te ves muy linda!

- ¿por qué no subes y me acompañas? - gritando

Me arrepentí al instante, tal vez fui un poco atrevida pero cuando me di cuenta él ya estaba prácticamente al lado mío. No dijimos nada, ni siquiera nos volteamos a mirar simplemente nos quedamos mirando la vista. Pero solo costo un segundo para sentir esos ojos mirándome fijamente.

-Rachel yo quería decirte algo

En esos segundos no pude evitar tornar mis mejillas aun color rojo

- Sé que casi no nos conocemos, nuestro tiempo conociéndonos es muy corto, pero admito que eres una persona muy especial para mí, alguien la cual no puede hacer falta en mi vida, y me gustaría conocerte más saber de ti.

Me pasó su celular con el fin que le diera mi número, la cual hice mientras los nervios y la emoción recorriera todo mi cuerpo, se sentían como pequeñas descargas de adrenalina. Ya después del descanso regresamos a clase nos tocaba filosofía, no era tan aburrido porque el tema era el materialismo, pero aun así no prestaba atención, mis pensamientos no me lo permitían, cuando siento vibrar mi celular.

- Oye hermosa y si ¿presta atención?

- Y tu ¿por qué me miras en clase? Acaso ¿Te guste?

- es inevitable ver tu hermoso rostro ¿algún problema?

- está más lindo el rostro de la maestra y deja de decir tonterías.

-Claro Rachel, en especial su verruga, yo nunca miento. Estas hermosa.

Los dos nos reímos alto pero la profesora no se dio cuenta, o no le dio importancia.

Sin contar con ello el primer día estuvo aburrido. En la salida me despedí de mis amigos y fui a el estacionamiento donde esperaba a Jonathan. Cuando vi que Levi también se encontraba allí.

- Oí mocosa ¿qué esperas?

- A mi hermano. ¿Por qué? – Cruzando los brazos

- Creí que esperabas a alguien más – Desviando los ojos

- ¿Cómo quién? ¿Mi novio? – Mientras mi rostro formaba una sonrisa de medio lado

- Si fuese así te obligaría a irte conmigo. – Serio.

- Acaso ¿estas celoso?

- Ja yo ¿celoso? obvio no, con tan solo decirte que sé que no tienes novio - mientras se acercaba.

- Quien lo diría el famoso Levi Smith además de celoso, acosador

- Hay Rachel, sabes que no es así

De repente Levi transformo su expresión seria a una sorprendida

- ¿Qué sucede?

- ¿Es tuya? – Recostándose contra mi moto

- Si. Es mía ¿te gusta?

- Si, el color azul metálico no la hace ver tan niña

- Ja tan gracioso, pero si es un color muy lindo

- Y ¿la tuya?

- ¿ves esa de allá? - señalando una moto grande negra con grafitis blancos

- Esta muy linda

- No tanto como tú

No pude evitar ponerme roja hasta que mis orejas se sintieron calientes - no digas eso, apuesto que ya has llevado a más de una chica en esa moto.

- pues si contamos a mi madre si, aunque la odia. Dice que le da miedo.

- Si… La mía es igual

- ¿quieres ser la segunda en subirte? - Dijo con una sonrisa de medio lado.

- creo que en otra ocasión - pude ver como desde lejos Jonathan se acercaba hacia nosotros.

- bueno mocosa me tengo que ir, además tu hermano viene hacia haca /- me dio un beso en la mejilla se subió en la moto y se fue.

- adiós.... - dije susurrando, sin lograr que el escuchara

- Rachel, ¿vamos? – dijo un tanto sorprendido por la escena que había presenciado.

- a.... ah hola, si vamos

Nos subimos en la moto y nos fuimos del lugar. Al entrar a nuestro hogar pude sentir que había una cuarta persona, me asomé a la sala y hay estaba un muchacho, sentado con mi madre, ella se levantó y nos presentó.

-Hola chicos me gustaría presentarles a un amigo, él es leo, Leo Thompson, tiene 38 años y hoy nos va a acompañar en la cena.

Pensé que muchacho tan joven, aunque mi madre lo es una excepción con tan sólo 35 años. Mi madre me dio a luz cuando tan sólo tenía 17 años, y se ve igual de hermosa.

Saludamos cordialmente a leo; alto, castaño con el cabello esponjoso, ojos color marrón, una barba bien cuidada, y un muy buen gusto para la moda, una camisa de Leñador manga corta la cual hacían al descubierto sus enormes músculos, unos Jeans apretados negros que hacían notar sus glúteos bien marcados y unas botas negras.

-Hola muchachos es un gusto conocerlos - dijo con su voz varonil que te hacían poner los pelos de punta.

Después de eso nos dirigimos a la mesa comer todos y madre nos preguntó.

- ¿qué tal su primer día de clase?

-bien - dijimos al unísono.

Ya al terminar de cenar, mamá recogió los platos de la mesa cuando interrumpió la paz que se presentaba.

-Jonathan, leo nos hizo el favor de arreglar tu carro ya no será necesario que te vayas con tu hermana.

- muchas gracias leo - se levantó y se retiró del lugar.

- Creo que también, me retirare - me levanté y me dirigí directamente para mi cuarto.

Subí las escaleras con rapidez, cerré la puerta, mientras dejaba la maleta en el escritorio vi aquel cuaderno, era grande. Estaba mi ser en su mayor esplendor.

11. August 2019 01:01 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Fortsetzung folgt…

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