Nueve y veinte de la noche.
Las ventanas de los edificios
flotan en la oscuridad.
Un tetris nocturno
de siluetas y vacantes.
Frente a ellas
flota un fantasma.
Desvío la vista hacia el reflejo
de mi cara traslúcida.
Me devuelve la mirada
en este vidrio metálico.
La voz de una mujer informa
"Próxima estación 3 de febrero".
Con una suave sacudida
el tren se pone en movimiento.
Esas ventanas
se convierten en una memoria.
Vielen Dank für das Lesen!
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