maru-freiheit Maru Freiheit

Historia inspirada en la canción Eaten, de la banda de Heavy Metal Bloodbath, esta escalofriante y violenta historia trata sobre una joven de piel blanca y cabello negro, que esconde un macabro y seductor secreto que induce a un funesto fin a todo aquel que se deja seducir por su belleza.


Horror Gothic horror Alles öffentlich.

#asesinato #gótico #violencia
Kurzgeschichte
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Belleza Gótica

Ella vigilaba sus alrededores. Todos lucían exactamente igual para ella, con sus ropajes amargos y sus patéticos rostros cargados de hipocresía y miseria. No había nadie en el bar que realmente mereciera la pena, todos ahí dentro eran escoria.

Fue entonces cuando lo vio; detrás de un sujeto gordo, sudoroso y pequeño con gotas de sudación estampadas en su ropa, estaba él, vestido de ángel de luz, con la cabellera rubia, los ojos celestes y un traje de casimir, sentado en una mesa redonda, batiendo su trago de whisky con su índice. Era él, él era el escogido, aquel que iba a satisfacer esa noche sus más profundos deseos.

Se acercó a él, oscilando su falda corta y su fina cintura en un ritmo hipnótico y cautivador que robaba todas las miradas. Caminó de un lado a otro de la estancia hasta que llegó a situarse justo al lado del joven. Captó su atención colocándole la mano sobre el hombro, y enseguida bajó su cabeza y le plantó un beso en los labios. El mancebo no pudo más que dejarse llevar y contestar el ósculo; después, se levantó de la silla, sujetando la mano de la bella Luzbel, y ambos se dirigieron hacia la salida de la discoteca.

La moza lo llevó hasta su apartamento, un pequeño habitáculo ubicado en el tercer piso de un olvidado complejo de habitaciones donde casi nadie vivía.

Ya dentro, el joven pudo apreciar la ojival decoración que adornaba las paredes del aposento de la hermosa muchacha: estrellas de cinco picos, bizarras estatuillas de mesa y tétricos crucifijos colgados en los muros, era lo que ornamentaba aquella estancia, además de un altar junto a la cama, con una efigie de Anubis, varias candelas encendidas y un ángel negro.

El mozo se volteó hacia la puerta, atemorizado, dispuesto a salir de inmediato de esa lúgubre alcoba, pero fue frenado por el arrebatador cuerpo y la figura perfecta de la doncella negra, la cual, con sus ojos gato y sus cabellos oscuros, lo terminó de sumir en aquel cortejo hipnótico que ella tantas veces había utilizado.

Él retrocedió varios pasos hasta dar contra la cama de Luzbel; cayó sentado sobre el colchón mientras ella se subía la camisa y dejaba sus exquisitos pechos al descubierto. Enseguida, ella soltó el único botón de su minifalda, el cual se encargaba de mantenerla en su lugar al cinto de ella; ésta cayó, dejándola desabrigada, cubierta únicamente por sus bragas fucsia.

Él se acostó en el catre y la siguió con un semblante lascivo, mientras ella se aproximada a su radio y presionaba la perilla de Play, instalando en el ambiente una música clásica de romance que, combinada con los olores de incienso y mirra, y el siniestro decorado, creaba una atmósfera de lóbrego amorío y seducción.

Luzbel se colocó encima del joven y, haciendo uso de su cuerpo, le indicó que se arrastrara hacia arriba de la colchoneta, orden que él obedeció sin chistar.

El joven enamorado obedecía cada indicación, cada mandato que la muchacha le exhortara con la mirada y el cuerpo, sin necesidad de que ella tuviese que hablarle; él se encontraba abstraído en el pensamiento de Luzbel, conquistado por los enloquecedores atractivos de aquella belleza gótica.

Él se bajó el pantalón y su ropa interior, y luego se quitó la camisa, dejando su cuerpo desnudo debajo de la chica en bragas.

Luzbel sujetó el pene del hombre con sus manos, corrió el hilo de su calzón hacia un lado y metió el miembro del chico en su vagina, quedando él sumergido dentro de la muchacha. Ella empezó a agitarse. Situó sus manos sobre el cabello de él, con los párpados cerrados, mientras el joven presionaba sus pechos con desesperación. Ella saltaba sobre su entrepierna cuando él, usando sus manos, acercó el cuerpo de Luzbel de manera que los pechos de ella le pegaran en la cara, y empezó a lamerle los pezones entretanto hundía cada vez más los pechos de ella en su boca, succionándolos.

El chico chupeteaba como un bebé ingiriendo leche, y pasó sus manos a las nalgas de Luzbel, metiendo los dedos entre el calzón y recorriendo con ellos todo el trasero de la muchacha. Entonces, justo antes del momento culminante, Luzbel recorrió la cama con su mano y la introdujo por debajo del colchón, entre la madera y la espuma, y sacó de ese espacio un puñal plateado tan filoso que relucía en la oscuridad. La música cambió de golpe, pasando de una balada instrumental novelera a una canción de Heavy Metal llamada Ser Comido, del grupo Baño de Sangre.


He tenido un deseo desde que nací,

ver mi cuerpo destazado,


Luzbel elevó la daga, sujetando el mango con ambas manos, con la punta viendo hacia abajo, y el chico, que ya se estaba corriendo dentro de ella, contempló aterrado cómo ella bajaba el filo y lo incrustaba en el pecho de él.


ver mi carne siendo devorada ante mis ojos,

por ti me ofrezco como un sacrificio humano.


Luzbel prosiguió extrayendo e insertando el puñal en el pecho del joven varias veces, observando con cada puñalada la cruz invertida de madera pendida en la pared, frente a ella, con un Cristo sacrificado volteado de cabeza.


Tállame, rebáname,

chupa mis tripas, lame mi corazón.


Luzbel abrió un agujero en el vientre del joven; movió el cuchillo en círculos para hacer el orificio aún más grande, al tiempo que él escupía sangre de su boca, exhalando sus últimas bocanadas de vida.


Córtame, me gusta ser lastimado,

bebe mi médula y mi sangre para el postre.


Ella metió su mano en el hoyuelo del estómago, explorando los intestinos del cuerpo yacente del muchacho y, al tiempo que el corista repetía el «comido, mi deseo, mi único anhelo es ser comido», ella devoraba los sesos y bebía el plasma, las tripas y vísceras del cadáver, con la verga aún erguida dentro de ella.


Comido.

Mi único deseo, mi único anhelo es ser comido.

Cuanto más vivo, más me muero de ganas de sentir el dolor.


Ella degustaba su condumio nocturno, esa nueva cena inmolada al demonio, mientras mecía su cintura, sintiendo el placer del miembro de un occiso dentro de ella, y lamía, en señal de éxtasis total, sus dedos cubiertos de sangre.


Comido

Yo haría cualquier cosa por ser comido.

Mi único deseo, mi único anhelo es ser comido.


El coro reinició y el sonido acústico de la guitarra eléctrica la cautivó, provocando que, mientras llegaba al orgasmo, se imaginase que estaba en el último de los círculos del infierno, degustando en la piscina de linfa con Satanás y sus arcángeles malignos.


Finalmente te encontré, mi asesino personal,

como aperitivo, te dejaré saborear a mi hija.


Luzbel proseguía engullendo las entrañas y paladeando los órganos internos de aquel individuo que se había ofrecido involuntariamente como tributo al diablo.


Llámame enfermo, pero esto es lo que necesito,

mi único propósito aquí es servirte de alimento.


Luzbel advirtió los ojos en blanco del cadáver. El sujeto ya estaba en el otro mundo, su alma había sido devorada por Lucifer y la tortura y la desgracia lo atormentarían eternamente en el averno, siendo que había sido ofrendado como dádiva a Satán.

Luzbel disfrutó unos últimos lamidos de sangre antes de levantarse del colchón y desprenderse del muerto, mientras la música reiteraba el: «Tállame, rebánameComido, yo haría cualquier cosa por ser comido».

Ya en el suelo, de pie, esperó a que terminase la canción para finalizar el ritual.

Encendió una vela y la puso bajo la imagen de su padre, Mefistófeles; luego, besó dos dedos de su propia mano y tocó con ellos el dibujo, dando por concluido el rito. Pronto tendría que limpiar todo y guardar los restos del fallecido en bolsas para después tirarlos al basurero. Para ella, esta había sido una noche perfecta.



Cinco días después, el discomóvil estaba casi vacío. Apenas unos cuantos harapientos individuos y una pareja bailaban en el centro del salón…, del aburrido y repulsivo salón.

Ella estaba a punto de irse cuando lo vio. Esta vez, era un joven moreno, alto y fornido, que vestía una indumentaria de gala. Ella lo sabía, lo supo desde el instante en que él entró: Luzbel había identificado al cordero de esa madrugada.

28. März 2019 16:40 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

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