Una vez conocí a un señor muy resabioso, se pasaba el día protestando y refunfuñando por cuanta cosa le venía a la cabeza. Saludaba a la personas haciéndoles muecas y gritándoles groserías en la cara. Su rostro era una limonada sin azúcar, pero aun así los mayores lo saludaban con un gesto cortés, parecían saber algo que yo no. No entendía el porqué de que no lo confundieran con un mono y lo metieran en una jaula. Con un tamaño tan pequeño no sé cómo tantas barbaridades cabían en su cabeza. Yo creía que por ser más bajo que el resto de los hombres le costaba trabajo retener los malos pensamientos.
Los demás niños regaron el rumor de que todas las noches salía de su casa al sonar las campanadas de las doce y vagaba por la ciudad colándose por las ventanas de las casas.
Un día, ya muerto de curiosidad se me ocurrió quedarme escondido tras unos arbustos cerca de su casa. A las doce de la noche, tal como me habían dicho los niños lo vi salir sigilosamente.
-¿Qué irá a hacer?- pensé - ¿Será cierto que se cuela en las casas? ¿Acaso será un ladrón?
Por un momento quise regresar a mi casa, me dio miedo ser testigo de un acto horrible, pero finalmente me decidí a perseguirlo después de pensarlo varias veces.
Comenzó a caminar por la ciudad con paso misterioso como si buscara algo, levantaba la cabeza y olfateaba de un lado a otro, aspiraba tan profundamente que yo podía escuchar el aire entrando por los orificios de su nariz.
-JA JAJAJA- se carcajeó a toda voz,
Parecía haber encontrado su destino, siguió dos cuadras recto y luego dobló a la derecha, miraba fijamente una pequeña casa a mitad de cuadra con graciosilla verja azul. Sus ojos simulaban penetrar las paredes. Corrió rápidamente cruzando la verja hasta la ventana; y sin hacer ni un ruido se coló dentro de la casa.
De inmediato me apresuré a mirar, pues aunque me estaba arrepintiendo de mi simulado valor, nunca creí que fueran reales los comentarios y la curiosidad me estaba matando. Finalmente me asomé por la ventana y allí estaba él parado al lado de la cama de una pequeña niña, había abierto una burbuja que salía de la cabeza de la pequeña, en esta se veía reflejada la imagen de la niña que era perseguida por un monstruo de serpentina. Inicialmente creí que el pequeño le estaba dando pesadillas, pero quedé boquiabierto cuando lo vi tomar el monstruo del sueño y comérselo por completo. De inmediato salí corriendo y no paré hasta llegar a mi casa. Esa noche casi no pude dormir, no por miedo sino riéndome de la ironía.
-De seguro todos los niños si lo supieran le agradecerían por comerse sus pesadillas, pero de tanta pesadilla que se traga vayan malas digestiones que le dan.
Vielen Dank für das Lesen!
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