María tiene quince años, es pobre, son principios del siglo diecinueve, los pobres no tienen derecho a nada. Vive junto a su enfermiza madre en una humilde choza, su padre murió de la misma enfermedad que ahora mata a su madre, viven del ordeño de sus cinco ovejas, que es su herencia de miseria. Pastorea siempre por la misma ruta, llega hasta donde termina el mundo conocido para ella y empieza el mar, se pregunta qué será de ella cuando su madre muera, la tuberculosis no perdona.
Lo que María ignora es que ella no vera extinguirse la luz en los ojos de su madre, esa misma tarde moría en manos de los que tenían riquezas y podían darse el lujo de disponer de su cuerpo y su sexo para su deleite.
Honesta y sencilla le hablo a los extranjeros que se le acercaron, tres mujeres y dos hombres elegantemente vestidos, de su pobreza y la situación de su madre buscando conmoverlos, eso les excito, los llevo a flagelarla, golpearla y violarla de la peor manera, cuando aún sus ojos tenían brillo los despiadados la levantaron y arrojaron al precipicio, con las pocas fuerzas que le quedaba se despedía, los violentos junto con ella lanzaron lo único que podía prolongar la vida de su madre, sus ovejas.
María les informo donde vivía, los disolutos, después de llevar a cabo su fechoría fueron a su casa, y se quedaron hasta ver morir de hambre a la madre, mientras ellos se gozaban.
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