carlos-cuartas1530119819 Carlos Cuartas

Esta es la primera historia de una saga de cuentos cortos, que narra las aventuras de un alquimista y de sus viajes y descubrimientos de bestias que amenazan la humanidad. Entérate como Elof, enfrenta a una bestia desconocida y tiene que hacer uso de sus aprendizajes como alquimista para hacerle frente.


Fantasy Episch Nicht für Kinder unter 13 Jahren.

#ficcion #aventura #alquimia #bestiasfantasticas #sagadecuentoscortos
Kurzgeschichte
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Una historia de Elof, como descubrí la poizugris.

Aaahhhh la poisugriz es una historia curiosa la de esa bestia, si, si, muy curiosa, se remonta al momento que decidí emprender mi camino, como… bueno, ya lo sabrán al final de la historia. Verán, me encontraba en ese entonces recolectando baba de larvasisea, una variedad extraña de larva, que luego de darle unas pócimas a los aldeanos correctos, conseguí la información precisa del bosque donde podía encontrarla. Y allí estaba yo, con mi importante tarea cuando pasan por mi lado dos aldeanos corriendo, no tenían absolutamente nada de especial pero se giraron al verme y los vi tan pálidos que casi veía a través de su piel. Suele ocurrirme que los plebeyos que se cruzan conmigo quedan atónitos y sorprendidos bajo la majestuosidad que inspira el mejor alquimista de todos los tiempos, pero noté que este no era el caso, era miedo en sus ojos y no admiración, así que les obsequié una poción para calmar los nervios (té de cardo) y procedí a interrogarles.

-Pueden confiar en mí sus terrores e infortunios, que, si estos logran despertar mi curiosidad o sus dineros mi interés, considérenlos resueltos, pues están ante Elof el más grande alquimista que el mundo ha visto. –Dije con mi siempre característica humildad, cambiando su expresión de rostro a esperanza, como no podría ser de otra forma.

-Maestro le suplicamos nos ayude estamos huyendo, algo pasó en nuestro asentamiento, todos han desaparecido. –Dijo uno de ellos, su voz mostraba preocupación por lo que estaba ocurriendo.

-Lo siento, mis queridos plebeyos, pero si son ladrones los que azotan sus tierras me temo que nada puedo hacer, esas artes tan bajas a las que llaman guerra son demasiado repugnantes para que las desempeñe tan magnifico alquimista. -¿Les he dicho que no se pelear y le temo a la lucha cierto? Pues no puedo permitir que estos obreros se enteren, no no no, hay que saber mantener las apariencias, pero me sorprendió que su expresión no cambió al confesarles tan grande obstáculo.

-Maestro, somos cazadores, enfrentamos ladrones casi a diario y podemos garantizarle que estamos en una zona de lo más segura en cuanto a ellos, esto es diferente, la gente desapareció sin dejar rastro, ni siquiera robaron ninguna cosa de valor, tememos que sea algún espíritu del bosque de esos que solo los grandes maestros conocen y le hacen frente. –Qué bueno es encontrar personas que saben su posición y que reconocen mi grandeza, pensé en ese entonces.

-Está bien, si no es muy lejos guíenme a la aldea, echaré un vistazo sobre lo ocurrido. –Nos pusimos en camino a través del bosque, puse en pausa mi tarea con las larvasiseas debido a que ya había reunido una dotación tan grande para un par de meses de experimentos y consideré que estos plebeyos podrían aportar algún dinero a mis algo vacías alforjas. Ser el más grande alquimista no es especialmente barato.

Llegamos a una aldea típica de cazadores, todo lleno de suciedad, hedor a sangre y animales muertos, nada más podía esperar de mis apestosos anfitriones, noté que no tenían ni tan siquiera barricadas para protegerse, supongo que la ausencia de ladrones era real y que sabían cómo defenderse. Las cabañas eran pequeñas, hechas de madera y paja, ocasionalmente se observaban fuera de ellas armatostes de esos donde secan pieles y fogones enormes en los cuales cocinar, aún tenían pieles amarradas; dentro de las cabañas se veían los utensilios comunes que usan en estas aldeas, no parecía que nada hiciese falta ni hubiesen sido saqueados, al parecer explicaron bien la situación, los habitantes de esta aldea simplemente desaparecieron, aunque aún para mí, tan grande alquimista, hacer desaparecer un poblado sin dejar rastro es una tarea fuera de toda proporción.

-Maestro esta es mi choza por favor pase adelante, le serviré una bebida, tenemos cerveza de la mejor calidad, de grano de cebada que nuestras mujeres cultivan. –Me ofreció uno de ellos, se veían muy convencido de la calidad de este bajo brebaje.

-Está bien, aceptaré el ofrecimiento, sólo porque dudo que tengan una bebida de la calidad a la que mi tan riguroso paladar está acostumbrado. –Llevo meses bebiendo agua de arroyos, pero las apariencias son muy importantes.

Me entregó la cerveza en un cántaro de madera y di tres largos sorbos, glu, glu, glu, debo admitir que estuvo deliciosa y disfrutable.

-Ahora díganme todo tal como ocurrió.

-Verá maestro mi nombre es Higor.

-No pedí tu nombre plebeyo, realmente no me interesa, cuéntenme brevemente lo ocurrido.

-Perdón maestro, la verdad es poco lo que podemos decirle, solemos adentrarnos durante 2 días en el bosque rastreando manadas de ciervos u otro animal cuya carne sea comestible, esta vez no tuvimos mucha suerte, así que duramos algo más de lo planeado. Tras 3 días en el bosque decidimos volver a la aldea por más cazadores, ya que encontramos jabalíes merodeando, es una presa magnifica maestro, no se imagina, pero nosotros dos no podemos con esa bestia, al volver no encontramos a nadie pero oímos unos rugidos horribles y había una niebla tan densa que costaba respirar, tuvimos tanto miedo que solo corrimos hasta encontrarlo. –Su cara denotaba vergüenza, agachó la mirada y no pudo volver a levantarla.

-Muy bien, no es útil lo que me cuentan, pero no importa, han despertado mi curiosidad por descubrir esta criatura, si están dispuestos a ayudarme a darle caza. –Solo les diré como matarla y luego aprovecharé para tomar ingredientes raros y todos ganamos.

–Necesitare de su gran destreza y pericia en el combate –un poco de elogios para incentivarlos a ayudarme en esto.

-¡Gracias maestro! –Dijeron al unísono con emoción.

Salimos a inspeccionar la aldea, esperaba encontrar alguna pista para tratar de elucidar lo que había ocurrido y a qué cosa nos enfrentábamos, rebuscamos en cada cabaña a la espera de encontrar garras, fluidos, piel o cualquier cosa que nos pudiese dar algún leve indicio, pero nada, mis ojos entrenados por años, no pudieron detectar ni la más leve extrañeza, volvimos a la choza de mis anfitriones quienes me invitaron la cena, estofado de ardilla, debo admitir que esta gente tiene buena sazón, estaba cansado de comer ancas de sapo, así que me abarroté de comida y salimos a disfrutar del aire fresco del anochecer.

-Maestro mire!!!!,-grito Higor tan emocionado como si hubiese realizado el descubrimiento alquímico del año, que por supuesto no era esa la razón y sí, se lo que están pensando, me resultó imposible no aprenderme sus nombres, ya me había cansado de decirles plebeyo uno y plebeyo dos con todos sus sinónimos, así que realicé un gran esfuerzo en aprender algo tan insignificante. Para efecto del resto de esta historia su nombre es Higor y Horo.

-Esa, esa, especie de…. Baba creo, que resplandece, es amarilla y está por toda la aldea. –Finalizó Higor, haciendo su más grande esfuerzo para exponer la situación.

-Gracias por resaltar lo obvio, al parecer es un tipo de baba que solo es perceptible de noche, tal vez sus compuestos reaccionan con la falta de calor y luz solar, en todo caso, no tengo ni la más remota idea de lo que es. -¿Qué esperan? ¿Que por ser alquimista conozca todas las clases de babas del mundo?, pues no, la verdad es que eso era algo que nunca antes había visto, les di la espalda y me incliné para inspeccionar lo mejor posible.

-MAESTROOOOOO!!!!!! –Grito Horo con todas sus fuerzas, girándome les gritaba –Plebeyos insolentes que no me puedo concentrar un seg…. ¿Qué paso? –Dije sorprendido de lo que veían mis ojos.

-MA, MA, MA, MAESTRO, HIGOR EL SE AGACHÓ Y TOCÓ ESA COSA Y LA OLIÓ PARA SABER QUÉ ERA Y AHORA ESTA, ESTAAAAAA.

-Que no está muerto zopenco cría maíz, está paralizado, ¿no ves que aún respira? ¿o tu corto cerebro no procesa eso? –Lo siento en ese momento me alteré, estaba intentando descubrir qué era esto y qué le pasaba a Higor, y Horo no dejaba de decir tonterías, pero bueno.

-Por sus efectos es un tipo de veneno paralizante muy potente, pocas cosas hay que paralicen así de solo olerlas, no subestimo sus niveles de idiotez, pero, no creo que la haya probado, ¿o sí?

-No maestro no.

-Eso significa que está en su sistema respiratorio. –Me apresuré a sacar unas raíces de cabeza negra y de mandrágora, y las machaqué con un mortero que suelo cargar en mi alforja, nunca se está suficientemente preparado, luego impregné un paño con la pasta y apresuré a colocárselo cubriendo la nariz y la boca.

-Ahora soló es esperar, voy a tomar el tiempo, no me hables o te haré algo tan horrible que te gustaría ser tú quien este paralizado en vez de Higor. –Le dije colocando la expresión y el tono de voz más amargo que podía. Tomar el tiempo sin reloj ejercía una concentración quirúrgica y era estrictamente necesario, así podía calcular cuánto tiempo tomaba este veneno en paralizar el cuerpo.

-MAESTROOOOO!!!!!!.

-Qué te dije pedazo de excre…..

-Higor ya se mueve.

-ummmmm, interesante, fue un efecto muy rápido, esta toxina actúa rápido pero también se desvanece, tal vez por lo poco que absorbió su cuerpo, eso quiere decir que necesita una gran cantidad de esta sustancia para mantener la parálisis, no he visto, escuchado, ni leído, nada parecido nunca, al parecer podemos encontrarnos ante un depredador nunca antes identificado por el hombre.

Sus caras, tal como la mía, estaban estupefactas, una mezcla de temor y angustia, una cosa era tener que dar caza y matar a una bestia, pero otra muy distinta una bestia no identificada, sabiendo de ella solo que te puede paralizar al instante.

-Mire maestro por allá, parece que las manchas van en forma de pisadas, puede que ese rastro nos lleve a nuestra presa- Me impresionó la deducción de Higor, al parecer estos mequetrefes si saben de cacería.

-De acuerdo, esto haremos, aplastaré unas cuantas raíces más de cabeza negra y mandrágora y todos nos cubriremos nariz y boca con paños impregnados de la mezcla, luego seguimos el rastro amarillo.

-Entendido –Respondieron los cazadores al unísono, es una mierda de plan lo sé, pero es lo único que tenemos y al menos esta pequeña idea parece darles esperanza.

Higor y Horo encendieron un par de antorchas, yo realmente prefiero mi fiel lámpara compañera y partimos adentrándonos cada vez más en el bosque, era difícil dar pasos entre tantas raíces, hojas, musgo, fango y demás dificultades, en ninguna situación me hubiese parecido buena idea seguir un rastro desconocido de noche, pero, dado que la baba solo brillaba a estas horas no teníamos opción, traté de verlo por el lado bueno, puede que esa criatura este durmiendo o que no vea bien de noche y eso nos de la ventaja, pensando de otro modo, si es un depredador nocturno, estamos muertos.

-AAHHH!!! –No pude evitar que un grito saliera de mi garganta, tropecé y caí dándome un golpe fuerte -¿Qué carajos? –iluminé el objeto con el que tropecé usando mi lámpara –AAAAAHHHH!!!! –segundo grito, lo del factor sorpresa lo llevamos fatal.

-Tranquilo maestro es un cráneo antiguo no le puede hacer nada.

-Tonto, se lo que es y no grito por miedo, solo no esperaba encontrarme con esto. –La verdad si me da un poco de repelús los esqueletos.

Higor y Horo bajaron sus antorchas de tal forma que iluminaran la mayor porción de terreno posible y lo que vimos nos dejó impactados.

-Es un cementerio. –Anunció Horo al momento de ver el terreno totalmente tapiado de esqueletos de animales grandes muertos.

-Ciervos, alces, jabalíes, hay de todo. –Otra vez me sorprendieron los cazadores al identificar los huesos con tal facilidad, supongo que están acostumbrados a verlos.

-Debe ser su zona de caza y alimentos, eso significa que estamos cerca a esa bestia, plebeyos, estén preparados, vayan adelante, yo me encargaré de cubrirles las espaldas. –No voy a ir primero y sacrificarme por estos dos, si a alguien se lo van a comer no será a este alquimista.

Seguimos avanzando con una dificultad mucho mayor, caminar entre los huesos es difícil y tratábamos de dar pasos suaves para hacer el menor ruido posible, lo último que queríamos era, a lo que fuera que se hubiese tragado todo esto tomándonos por sorpresa.

-Ya entiendo Higor, por eso nos costó tanto trabajo encontrar presas esta vez, esta bestia se ha estado comiendo todo.

-Sí, Horos.

-¿Hace cuánto les empezó a costar trabajo conseguir presas? –Pregunté a los cazadores, había algo que me inquietaba.

-Alrededor de dos años dejamos de ver alces, luego hace un par de meses ciervos y ahora solo se ven jabalíes, ¿Por qué maestro?

-Eso puede indicar que la criatura no tiene un apetito demasiado voraz, dudo que se haya acabado toda una aldea en los tres días que estuvieron fuera, además no hay nada que nos indique, cuánto tiempo le costó trasportar los cuerpos paralizados a su guarida, estoy casi seguro que debe haber gente viva.

-¿Escuchaste Higor?

-Si Horos debemos apurarnos, debemos rescatarlos.

-Maestro usted es el salvador de nuestra aldea.

He de admitir que pocos se han referido a mí con tal respeto y gratitud y que este par empezaban a agradarme.

Seguimos caminando y en la penumbra se alcanzaba a divisar una cueva, algo en mi instinto decía que dentro estaría la bestia que estamos buscando.

Llegamos a la entrada de la cueva y nos detuvimos sin nada que decir, hasta que Higor rompió el silencio.

-¿Ahora qué maestro? –Estoy acostumbrado a que criaturas inferiores busquen en mi, consejo y apoyo, pero en este momento realmente me sentía abrumado, las piernas me temblaban y mi mente solo proyectaba imágenes de cuan temible y voraz fuese esta criatura.

-Inspeccionemos un poco los alrededores de la entrada a ver qué más podemos descubrir.

-Miren aaa, a, a, allí, pa, pa, pa, parece un capullo, y, y, y, se mueve, SE MUEVEE. –Tomé impulso con mi mano derecha y golpeé fuertemente la parte trasera de la cabeza de Horos para evitar que siguiese gritando.

-Calla idiota, ¿quieres que nos descubra esa cosa?, habla suave. –Observé lo que causó conmoción en él y estaba allí a solo 3 metros dentro de la cueva, colgando de lo que parecía una telaraña gigante, era un capullo que parecía convulsionar por momentos.

-Acerquémonos con precaución, si ven algo extraño corran. –Les dije y nos acercamos lo más lenta y sigilosamente posible, por mi trabajo estoy acostumbrado a tocar todo tipo de capullos, este me recordó al instante… -Arañas, prole de araña gigante de las catacumbas de Gonoringer, estuve unos años por esas zonas y logré ver estos capullos, pero nos encontramos demasiado lejos para que sea la misma araña, así que deduzco que nos enfrentamos a otro tipo de araña gigante, una que posee un potente veneno y que ha estado cazando durante muchos años en estos bosques, pero cuando mermó su alimento producto de la caza, cambió de menú a humanos.

-Mierda, ¿Qué más sabe de esas arañas maestro?

-Las más ancianas alcanzan los 5 metros de largo y llegan a pesar 300 kilogramos, con un exoesqueleto de quitina que las hace impenetrables a las armas cortantes, en Gonoringer hay una élite de cazadores que se dedican específicamente a mantenerlas a raya, usan fuego y unos martillos gigantes para machacarlas, a juzgar por las dimensiones de esta cueva nos enfrentamos a una pequeña, máximo debe tener 2,5 metros. –Esperemos que hayan entendido esta gente mis palabras, ya que usé el lenguaje más sencillo que mi grandioso léxico pudo encontrar.

-Maestro, tenemos las antorchas, pero mazos no creo que encontremos en las cercanías, podemos improvisar uno con estas rocas y un palo, solo necesitaríamos algo con que amarrar. –No puedo evitar decir que la perspicacia de Higor me sigue pareciendo fascinante.

-Tengo hilo trenzado de crin de caballo, no encontraran material de mejor calidad para su rustico armamento, lo tengo aquí en mi alforja. –Saqué el hilo de crin mientras Higor y Horos se disponían a juntar las piedras y las rocas que les parecían harían una mejor labor, luego se dispusieron a atar todo con habilidad de artesanos armeros diestros en el trabajo, cuanto estuvieron las armas listas Horos dijo:

-Ataquemos, ¡ya estamos listos! –Noté el fuego de la batalla en su mirada, aunque debí apaciguar ese entusiasmo.

-Las arañas gigantes se caracterizan por cazar y ser activas de noche, si esperamos a la mañana será mucho más fácil matarle, la paciencia es una virtud que en este momento debe ser aprovechada al máximo. –Se quedaron mirándome tratando de procesar lo que mi magna sabiduría les había transmitido, luego ocurrió lo inesperable, Horos plebeyo promedio, realizó una observación que puso en duda el nivel de idiotez en el que creía que estaba.

-No, no podemos esperar, usted mismo lo dijo, hay gente que puede estar viva aún, tal vez en esos capullos a punto de ser devorada, debemos atacar ahora y salvarlos.

-No voy a morir por esa gente. –Si lo sé, lo sé, esperaban de mi un acto heroico, soy un alquimista no un guerrero ya lo he dicho, aunque quiera hacerme el héroe no voy a ser de ayuda en una pelea con esa bestia, pero bueno déjenme continuar con el relato antes de juzgarme.

-Creímos en usted, le dimos todo nuestro apoyo y toda nuestra admiración, tal vez no los conozca, pero esa gente que está adentro vale la pena el riesgo de ser salvada y usted nunca descubrirá si algo vale la pena sino lucha por ello. – ¿He dicho antes que me sorprendió la reacción de Horos?, debo admitir que me han tratado en este pequeño lapso de circunstancias desafortunadas, mejor de lo que muchas de las personas que llamo amigos, es más, me brindaron los mejores alimentos que he probado desde hace semanas, en esta situación solo una cosa pasaba por mi mente.

-Les dije que les ayudaría plebeyos mediocres a cambio de oro y hasta el momento veo que tengo yo más en mi alforja que ustedes en toda su aldea, gracias por la cena, los traje hasta aquí y les di información para su estúpida pelea, considero totalmente saldada mi deuda. –Me di vuelta y empecé la travesía a través de ese cementerio de huesos, alcancé a escuchar cómo me llamaban cobarde, pero realmente no me importó en absoluto, bueno, un poco, está bien, está bien, sentí vergüenza de lo que estaba haciendo, pero mi vida es demasiado valiosa para arriesgarla por unos aldeanos, además seamos sinceros, ya nada más podía hacer, el resto lo dejo en las manos de mis amigos Higor y Horos, esperen, lo pensé fugaz en ese momento, me di cuenta que los consideraba mis amigos.

Mientras seguía caminando, más me sumergía en mis pensamientos y me sorprendía de pensar en ellos como amigos, los anteriores meses había intentado proponer 40 usos para la baba de larvasisea, frente al cónclave de alquimista de Gonoringer, lamentablemente, las muestras de baba que poseía no sorprendieron a nadie y me llamaron embustero, mediocre, fracasado, tuve que salir de la región de Gonoringer a buscar larvasiseas y recuperar mi orgullo. Durante todos los pasados 6 meses estuve vagando, siendo expulsado de los poblados por decir que era alquimista, para estas gente eso es significado de infortunio y desgracia.

Y aquí me encuentro, huyendo dejando a la suerte a dos personas que me han tratado bien y que empiezo a considerar mis amigos……

Qué más da, así es la vida, volveré a buscar larvasiseas y se las tiraré en la cara a los alquimistas de Gonoringer, así verán el uso 35 de la baba, la generación espontánea de pústulas en la piel, como me voy a divertir de verlos.

-Jajajajajaajaja. –No pude evitar soltar la carcajada de pensar en esa imagen, justo en ese momento cerré los ojos, tropecé y caí de bruces en el bosque.

Solté la lámpara con la caída y se rompió delante mío, me asusté al pensar que iba a provocar un incendio, pues esa zona se veía inflamable debido a tantas hojas secas, gateé lo más rápido que pude con la intensión de apagar la llama y noté algo de lo cual no me había percatado hasta ese instante, la llama no se propagó, justamente cayó sobre una mancha amarilla que teníamos entendido era veneno, cuando lo toque no lo sentí ni medianamente caliente y tan liquido como pensé en un principio, era baba, la prole de arañas de Gonoringer no poseían ningún tipo de mecanismo de defensa o ataque más que sus garras y mandíbulas, pero esta araña era una especie distinta y su baba era un poderoso aislante de calor, no les serviría el fuego de nada, envié a Higor y a Horos a una muerte horrible.

Saqué el pañuelo untado con la pasta anti veneno que tenía en la alforja y lo froté en la mancha que había sobre el pasto, el veneno se disolvió sin ninguna dificultad, tomé dos trozos de pedernal y los choque generando una chispa y bingo, la zona que antes era inmune ahora ardía al rojo vivo, una de las sustancias que tenía la pasta servía además como combustible, tomé la hierba que me quedaba y preparé más "anti veneno", también tenía un frasco con disolvente para pociones, así que metí una buena porción en ella y el resto lo dejé envuelto en mi trapo y guardado en la alforja por si lo necesitaba para algo más.

Mi mente estaba nublada, la culpa podía conmigo, no iba a dejar que mis nuevos amigos murieran, eso era seguro, creo que ha sido la primera vez en la vida que he estado dispuesto a arriesgarme por alguien y la primera vez que me han tratado de forma que merezca arriesgarme, encendí de nuevo mi lámpara y corrí a todo lo que me daban las piernas, llegué a la cueva más rápido de lo esperado, mi mente decía para, pero mi cuerpo seguía avanzando, cada paso más tembloroso que el anterior, fue allí donde escuché un grito que me heló la sangre, sonaba tan fuerte que mis oídos dolían, sentía que mi cuerpo colapsaría en cualquier momento, pero seguía avanzando.

Llegué a un punto en que la cueva se anchaba en forma de capsula y sobre ella estaba abierta, permitiendo que la luna iluminara tenuemente sus adentros, dos antorchas se alcanzan a ver fulgurantes a unos 10 metros de donde estaba, una de ella iluminando el cuerpo paralizado de Horos, mi mente no dejaba de divagar frente al hecho de que podía estar muerto, escuché otro grito desgarrador y mis ojos viajaron hasta la otra antorcha, no podía creer lo que veía y si en algún momento he estado al borde de traspasar la fina pared de la locura fue en ese instante.

Higor en el suelo, con su antorcha a unos 2 metros, demasiado lejos para tomarla, pero suficientemente cerca para iluminar el horror que vivía, estaba siendo devorado por una araña de aproximadamente 4 metros, brillando de ese amarillo fosforescente, confirmando mis temores de que era inmune al fuego, tenía sus seis ojos centrados en su festín, sus ocho patas rodeando el cuerpo de su víctima y sus pinzas destrozando y devorando su estómago.

Corrí hasta Horos, quien estaba más cerca de mí y noté que tenía el trapo con anti veneno puesto sobre su nariz y boca, pero una herida de mordedura en su pierna, el veneno había entrado en su cuerpo, saqué el trapo con pasta que tenía en mi alforja y le unté una gran cantidad en su herida, volví a meter el trapo en la alforja y me centré en ayudar a Higor

Grité lo más fuerte que podía en un chillido de furia y miedo, mientras corría hacia la bestia, mi mano derecha se movió sola, se introdujo en mi alforja y sacó la única esperanza que tenia de sobrepasar este horror, la botella llena del disolvente de veneno y del líquido que haría entrar en combustión a esa asquerosa criatura, que quería ver arder hasta las entrañas y que estaba tan ensañada con Higor que ni siquiera se preocupaba de mi tal vez insignificante presencia.

-BESTIA DE MIERDAAA –Grité odiándola más de lo que odié a todos esos alquimistas y archimaestres que se burlaron de mí en Gonoringer, y tiré el frasco lleno de todo mi odio y de toda mi esperanza.

Le estalló en la parte alta de la cabeza, esparciéndose también por su lomo, seguí corriendo hacia ella y vi que sus ojos ahora si me miraban, ahora si me consideraba una amenaza, tomé la lámpara con ambas manos y la arrojé hacia su cuerpo, la araña dio un impactante salto hacia atrás, esquivando la lámpara y alejándose unos 3 metros del cuerpo de Higor, para una bestia de tal tamaño su agilidad era impresionante y su capacidad para saber que el fuego le haría daño, chilló llena de furia asesina, logré llegar corriendo hasta donde estaba la antorcha de Higor, la tomé y corrí hacia su cuerpo, mi lámpara había impactado en un charco lleno de disolvente y ardía de tal forma que sentía que el calor lograba quemarme la piel, coloqué la antorcha y mi alforja junto al cuerpo y saqué el ungüento, no esperaba que hiciese un milagro, veía el estado en el que se encontraba Higor pero aún así debía intentarlo, cubrí su herida del estómago con la mezcla y me disponía a revisar el resto de su cuerpo cuando sentí un dolor que inició en mi gemelo derecho y subió por toda mi columna vertebral hasta hacerme sentir que mi cerebro iba a explotar de agonía.

Sentí que mi cuerpo empezaba a ascender y estiré mi mano para alcanzar a tomar la antorcha, la araña me había mordido la pierna y me elevó en el aire, aproveché ese momento para ponerle la antorcha en toda su cara.

-ARDEEEEEEEE Y MUEREEEEEE –Grité, mientras veía como se inflamaba todo su cuerpo, la araña debido al dolor del fuego movió su cabeza y me arrojó haciéndome volar varios metros lejos, al caer sentí que todo mi cuerpo se quebraba, aún así intenté levantarme, pero la toxina ya había hecho efecto, giré para mirar a esa mierda arder, pero seguía moviéndose, seguía viva y allí lo comprendí, sus órganos internos también debían estar cubiertos de veneno, para matarla con fuego tendría que tragar la pasta, por encima solo quemamos su exoesqueleto.

Vi que la araña volvía hacia el cuerpo de Higor para terminar su cena, yo no podía más, mi cerebro estaba al límite del dolor que podía soportar, solo pensaba en que esta era la primera lucha que había tenido en mi vida y la última, pedí perdón en mi mente a Higor y a Horos por enviarlos a una muerte segura y a toda una aldea por condenarlos a sufrir debido a mi ignorancia, cerré los ojos y me sumí en la más profunda oscuridad, mientras sentía que mi consciencia me abandonaba.

Estaba recobrando el sentido poco a poco, cuando las alarmas de mi cerebro se activaron, el dolor estaba en cada fibra de mi cuerpo, solo un pensamiento recorría mi mente y es que era mi momento de ser devorado, esperé que cuando lograra abrir mis ojos estuviesen frente a mi esos 6 ojos asquerosos o esas pinzas sedientas de carne, pero lo que empecé a elucidar estaba muy alejado de esa realidad, era una especie de techo, un techo hecho de paja, cuando mi conciencia iba despejándose, logré notar que pese al gran dolor de mi cuerpo, bajo él se sentía una extraña comodidad, como cuando se está en una cama y mis oídos captaron el hablar de varias personas y el reír y juguetear de los niños.

En eso escuché la puerta de la choza abrirse y la luz fue tan potente que creí que no podría volver a usar mis ojos, -¿maestro?, ¿está despierto? –El susurro parecía el realizado cuando no se quiere molestar a alguien en convalecencia, la voz pese a lo tenue, logré reconocerla, cuando traté de hablar en respuesta, sentí como si mi garganta estuviese forrada en papel de lija, pero pude articular mi pregunta -¿Horos?

-Maestro –Sentí la expresión de alegría en su voz mientras se acercaba a mi lecho, -tome maestro, beba –Acercó una jarra a mi boca y ese líquido me pareció enviado directamente por los dioses, sentí como recorría y refrescaba todo mi ser, luego el hambre más impresionante que no había sentido nunca, embargó mi estómago, que gruño sin compasión y no pude evitar que mis temblorosas manos bajaran a sujetarlo por el dolor.

-Tranquilo maestro ya le traigo comida, no se mueva, lleva tres días inconsciente. –Después de esa frase Horos salió corriendo en busca de alimento y no pude preguntarle nada, ¿tres días? No entendía que estaba pasando, tal vez todos habíamos muerto y este era el purgatorio, Horos volvió con una bandeja repleta de distintos alimentos ante los que me incorporé y empecé a comer como si mi vida dependiera de ello.

-¿Qué paso Horos, con la araña y con Higor? –Mi pregunta pareció avivar sentimientos guardados en él, los cuales no quería que afloraran, Horos empezó a llorar y a relatarme lo ocurrido.

-Maestro, Higor murió, no pudo resistir las heridas, yo apenas estaba recuperándome de la parálisis cuando logré ver lo ocurrido, la araña volvió a su cuerpo a terminar de devorarlo, usted había dejado ese trapo con el antídoto del veneno sobre el cuerpo de Higor, Higor con sus últimas fuerzas tomó esa sustancia y se la embutió a la araña todo lo que pudo dentro de su boca, luego el fuego que estaba sobre su cuerpo encendió a Higor y se propago por todo su cuerpo hasta dentro de la araña, quien chillo y empezó a correr por toda la cueva, hasta que murió lentamente y en medio de mucho sufrimiento, pude arrastrarme hasta el cuerpo de Higor quien se encontraba agonizando y lo único que logró decirme fue que te diera las gracias que habíamos salvado a todos de esa cosa.

Horos se encontraba derramando lagrimas mientras me contaba como después empezó a liberar a las personas de los capullos y como poco a poco iban despertando, todos menos yo, para esas personas liberarse de la toxina era sencillo, tan solo habían inhalado una porción, yo había sido mordido y me la habían inyectado directamente, al parecer me trajeron a la aldea y mi cuerpo tardó tres días en despertar.

Salí de la cabaña y la gente al verme me ovacionó como a un héroe, seguí caminando sin determinarlos demasiado, yo no soy un héroe, seguí el camino que nos hizo vivir tantos horrores esa noche, las lágrimas brotaban de mi rostro por primera vez en muchos años, mientras me adentraba en la cueva una última vez. Cuando llegué a la bóveda pude observar el cuerpo de la araña, y una tumba realizada en honor a Higor, el sí es un héroe, me arrodillé en su tumba y le pedí perdón por ocasionar su muerte, un error es un error y no importa cuantas acciones hagas, ese fallo ya está cometido y no puede deshacerse, pero si puede evitar volverse a cometer, me levanté con esa convicción y saqué de mi alforja una libreta y un frasco de tinta y empecé a escribir, con la fuerte convicción de que la ignorancia no ocasionaría más muertes.

Bestiario de Elof el trotamundos loco.

Una guía sobre bestias peligrosas y como matarlas.

Primera entrada la Poisugriz, la araña de la mordida venenosa.

Este sería el más grande compendio que cazadores de bestias podrían usar para proteger a las personas, después de todo, ellos si son héroes, empecé a caminar y salí de la cueva con dirección contraria a la aldea, tenía mucho por recorrer, mucho por escribir y mucho por descubrir en mi nueva vida como trotamundos.

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27. Juni 2018 17:23 3 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Carlos Cuartas Carlos Cuartas
Hola, muchas gracias por el interés en mi historia, según las sugerencias dadas he realizado las correcciones pertinentes, espero se pueda realizar la verificación, quedo atento a cualquier novedad.
December 10, 2018, 00:10
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