aleis01 Elba Iris

¿Qué harías cuando tu hijo enferma y no tienes como pagar un buen tratamiento médico? ¿Lo dejarías morir o lucharías para extender su vida? ¿Qué hacer cuando agotas todos tus recursos y no te queda más alternativa para conseguir dinero? Chantal, es una chica común y corriente que, tras la enfermedad de su hijo, no encuentra otra cosa que hacer y entra a trabajar en un burdel. Un trabajo por necesidad, todo para poder sacar su hijo adelante. Chantal, debe hacer cosas que nunca pensó y cuando cree que todo va a acabar un viejo sádico la hace la vida imposible por medio de chantajes.


Romantik Chick-lit Nur für über 18-Jährige.

#sadismo-prostitucion-necesidad-amordemadre-Leucemia
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Una Decision Dificil

1. Decisión Difícil

(Chantal)

­­­­­­­— Mami, no te vayas quédate conmigo. Hoy no trabajes, por favor. — Era el llanto desgarrador de mi hijo, Ezequiel.

— En la mañana estaré aquí, te lo prometo, además ya es hora de dormir.

— Mami, no quiero que me dejes. — Repetía mientras se aferraba a mí para no dejarme ir.

— Mi amor, Anita te cuidará. Pórtate bien, te amo. — Eran mis palabras todos los días. Al salir, las lágrimas se arremolinaban en mis ojos, pero debía ser fuerte. Su llanto, me rompía el alma, pero era por su bien, por su sustento.

Nos mudamos a Alemania, hace 8 años, vivíamos bien hasta que mi esposo José sufrió un accidente donde perdió la vida. Mi esposo trabajaba en un reconocido banco alemán llamado Deutsche Bank, era asesor bancario y ganaba alrededor de 62,451€ anual. Ese día había salido tarde del trabajo, debido a que tenía auditoría, estaba exhausto y se quedó dormido impactando un enorme árbol. El auto quedó inservible y mi esposo murió en el acto. Quedé sola a cargo del hogar y de mi hijo. Los ahorros que tenía guardados, al salir el acta de defunción, el banco se quedó con ellos, quedando casi en la calle. Todo se me vino encima, sentí el mundo colapsar en un abrir y cerrar de ojos. Empecé a buscar trabajo en lo que fuera necesario, pero al parecer todas las puertas se me cerraron, me sumergí en una depresión por meses.

Echy tenía tres años cuando el accidente, y meses más tarde, enfermó, lo lleve al médico y le diagnostican Leucemia. Tal parece, que la vida me pasaba factura por todo lo que había hecho, tal vez Dios me encontró tan vil que merecía la misma muerte en ese instante. Echy, es mi vida un niño de 4 años con leucemia y su única esperanza un trasplante de médula ósea.

No sabía qué hacer, mi esposo muerto, mi niño enfermo y yo… sin trabajar. Conseguir empleo en Alemania era sumamente difícil. Buscaba todos los días en Internet, en la bolsa de empleo de Alemania y nada. Caminaba por los centros comerciales y tampoco, estaba frustrada, desesperada. Sentía tanta frustración y enojo que me sofocaba. Necesitaba un empleo de inmediato o mi hijo podría morir. El tratamiento era costoso y el plan de salud no me servía para mucho. Lloré noches enteras, lloré de rabia, de frustración, no sabía qué hacer. Algo rondaba en mi cabeza, una idea descabellada, pero en estos momentos sentía que era mi única escapatoria, mi oasis en medio del desierto, mi salida. Sin pensarlo más, tomé el teléfono y marqué el número de mi mejor amiga.

— Anita, ayúdame. — Supliqué a mi amiga de tantos años, la única compañía, mi esperanza. — Necesito trabajar, estoy desesperada, las cuentas suben, hay que pagar la casa o si no, nos desalojan, el tratamiento de mi hijo, es costoso. No tengo nada. — Lloré desconsolada en los brazos de mi amiga.

— Chantal, no sé qué decirte solo hay una opción. — Anita, hace silencio para tomar el valor de decirme.

— ¿Cuál? Dime cual, por favor – Inquiero desesperada

— Eh... No creo que te guste. — Advirtió con tristeza.

— Mi hijo está enfermo y hago lo que sea por él. — Aseguré mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas como tantas veces en estos últimos meses.

— Trabaja para Paschá — Un silencio sepulcral se adueñó del momento.

— ¿Paschá? ¿El burdel? — Pregunté incrédula ante el consejo de mi amiga.

— Chantal perdóname, pero no hay opción. — Se disculpó mi amiga encogiéndose de hombros.

— Si no hay más opción, Paschá será. — Afirmé con una triste sonrisa en mis labios.

El Paschá, es el burdel más grande que hay en el mundo. Está ubicado en Alemania, consta de once pisos, uno para una función distinta. Medite durante toda la noche, la opción de trabajar en ese lugar. No me quedaba de otra, era trabajar ahí o ver morir a mi hijo lentamente. Sin darle más vueltas, llamé a Anita para que me dijera que tenía que hacer para solicitar allí.

— Solo vístete bien provocativa, maquíllate, sonríe. Sonríe, aunque mueras por dentro, la sonrisa atrae a los clientes. — responde tranquilamente

— ¿Puedes quedarte con Echy hoy? — Pregunté

— Claro, no hay problema, ten mucho cuidado, protégete. Recuerda, aunque te paguen, tú pones las reglas y al que no le guste que pida otra trabajadora. — Aconsejó mi amiga dando fuerzas y valentía.

— Gracias mi amiga, gracias. — Dije con los ojos cristalizados por las lágrimas que amenazaban por salir nuevamente mientras colgaba el teléfono.

— Me vestí coquetamente, me maquillé, me puse un traje corto a mitad de muslo de color rojo carmesí como mis labios, tacones altos color negro. Mi cabello negro caía como cascadas sobre mi espalda. Tomé mi cartera con par de cosas que podría necesitar y me presenté ante el gerente general del Burdel.

— Buenas Noches - saludé tímidamente

— Buenas Noches, señorita. Mi nombre es Fremont Schneider. ¿A qué se debe su visita? Inquirió el elegante caballero frente a mí. Era un señor alto, como de unos cincuenta y tantos años, ojos azules y una canosa cabellera que denotaba que alguna vez fue rubio. Tenía una voz tan varonil que derretiría a cualquier chica.

— Me gustaría trabajar aquí. —Confesé rápidamente como si de vida o muerte se tratase.

— ¿Cuál sería su especialidad? — Inquirió escudriñándome con la mirada, lo miré confundida de momento olvidé que me encontraba en un burdel.

- Eh... ¿Qué opciones tengo? - Pregunté descolocada ante imaginar la serie de opciones que podría encontrar en un burdel, mi pregunta era realmente estúpida. El señor Schneider me miró con un atisbo de sonrisa en sus labios. Bajé mi cabeza sonrojada.

— Veo que no estás acostumbrada a este estilo de vida. — Expresó el caballero al ver mi reacción.

— Por favor, necesito el trabajo. Mi hijo está muy enfermo y no tengo opción. - Admito con lágrimas en los ojos.

— Eres muy hermosa y eso es punto a tu favor. Piensa muy bien lo que quieres hacer. A la vez que entras es difícil salir. Con tu belleza puedes trabajar en lo que quieras fuera de este lugar. Quien entra aquí queda marcada para siempre y es algo que estoy seguro que no quieres. — Asiento calladamente — En este lugar puedes hacer lo que quieras, lo importante es satisfacer al cliente y darle un servicio de excelencia. Tenemos gran variedad de servicios: sexo anal, vaginal y oral, sexo lésbico, sadomasoquismo, striptease, sexo grupal, bailes y masajes eróticos. ¿En qué te quieres especializar? — completó tranquilamente — Sentí los colores subir a mi rostro nuevamente

— Puedo comenzar con bailes sensuales, striptease y luego quien sabe... — Admito sonrojada

— Muéstrame lo que sabes y quítate la ropa como si fueras una profesional. — Pide descaradamente levantándose para poner una música sensual. — Me paré lentamente de la silla y procedo a moverme como bien me parecía. Estaba comenzando a bailar, pero su mirada llena de lascivia ya me molestaba. Tenía sus ojos clavados en mí. Quedé expuesta totalmente, sentía vergüenza jamás había hecho algo así. Me encontraba ruborizada, totalmente expuesta ante un desconocido. — Muéstrame, lo que eres capaz de hacer nena. — En realidad estaba bloqueada no sabía cómo moverme, pero necesitaba el trabajo. Me armé de valor y eché a un lado el miedo. Si realmente quería el trabajo tenía que dejar el miedo y enfocarme en lo que quería lograr. Comencé a moverme sensualmente por la oficina sin pudor alguno. El señor Schneider, me miraba lleno de lascivia. Sus ojos brillaban con picardía y malicia. No pude evitar fijarme en su abultado miembro que se notaba bajo sus pantalones.

— Vamos perra, mámamelo — Zanjó bajando la cremallera de su pantalón y sacando su enorme miembro — Me arrodillo y comienzo a satisfacer los deseos de ese hombre, su miembro me daba asco, náuseas, me repugnaba, pero tenía que hacerlo. Era la única forma de obtener el dinero para el tratamiento de mi hijo.

— Bien, ahora muéstrame un baile sensual. — Empecé a moverme nuevamente, pero esta vez comenzó a manosearme, por primera vez en mi vida, me sentí sucia, violada, pero no podía demostrar que estaba inconforme, no podía demostrar todo lo que me repugnaba hacer eso.

— Lo haces muy bien para ser novata. Estas contratada. Puedes vestirte. — Sus palabras hicieron que un suspiro saliera de mi interior. Mientras me ponía la ropa el señor Schneider procedió a explicar cosas del lugar. Ahora bien, aquí usted pone las reglas, usted elige lo que permite a los clientes hacer o no. Sus ganancias son suyas, lo único que usted paga es el cuarto donde ofrecerá sus servicios. Son 155€ diarios. Se le facilitaran condones, lubricantes, la lencería la puede comprar usted o elegir de nuestro cuarto de vestuario la que considere adecuada. Todas las facilidades del Burdel estarán a su disposición, a petición del cliente. ¿Entendido? Este es su contrato fírmelo y cuando esté lista puede comenzar a trabajar. ¿Dudas? — Inquirió seriamente como si de cualquier trabajo se tratara.

— Ninguna, señor. — Procedo a firmar el documento que había puesto frente a mí, agradeciendo​ por la oportunidad.

— Ah, importante. Su habitación será la 423 — Abrió el cajón izquierdo de su escritorio y saco una llave dorada. Luego, me la extendió junto a una tarjeta blanca que tenía un código. — Bienvenida al Paschá.

El señor Schneider me dio un recorrido por los predios del lugar, para que conociera los diferentes cuartos y las funciones de cada uno. Quedé impresionada, iba al lado del señor Schneider en silencio mientras observaba todo el lugar con detenimiento. El lugar era inmenso. Había una pared transparente, donde se veía lo que hacían las parejas. Se escuchaban gemidos casi imperceptibles que quedaban encerrados entre las cuatro paredes de la habitación, gemidos sordos que rebotaban en las paredes transparentes.

Caminamos por largo pasillo y llegamos a una pared rosada con tres orificios en su superficie. En esos orificios los hombres introducían su pene para obtener sexo oral. Los hombres no veían a la persona que les proporcionaba el placer oral. Del otro lado de la pared, había tanto mujeres como hombres dispuestos a darle sexo oral al pene que hayan introducido. Luego de ahí, me enseñó en donde debía sentarme a esperar por algún cliente. Por último, mi habitación, la habitación estaba bien equipada, era amplia, tenía una enorme cama, jacuzzi, columpio, una camilla parecida a las que se encuentran en las oficinas de ginecología, había un armario que contenía toallas, preservativos, lubricantes, esponjas vaginales, en fin, cosas propias del oficio.

— Eso es todo por hoy, usted elige cuándo comenzará. — Concluye Schneider rompiendo el silencio.

— Gracias, pero hoy solo vine a solicitar. No estoy lista para comenzar. Mañana temprano estaré aquí. — Sin más, di media vuelta para para salir de ese lugar lleno de pasiones prohibidas, placeres ocultos y aberraciones sexuales.

Llegué a mi casa y fue corriendo al baño, aún sentía las manos de aquel señor sobre mi cuerpo, quería sacarme todas esas sensaciones, sacar de mis pensamientos las imágenes de las parejas teniendo sexo por todos lados de aquel burdel. Ni pensar, que a partir de mañana ese sería mi trabajo, pero todo sea por ver bien a mi hijo.

2. Juni 2018 12:02 3 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Angélica Plaza Angélica Plaza
Hola me gusta ❤️🍫
May 03, 2020, 15:48
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