Esta historia comienza algunos años después de mi muerte. ¿Cuántos? Sería difícil saberlo. El tiempo no es una prioridad si estás en mi situación. Cuando me recosté en la tumba que con tanto esfuerzo había preparado para mí, lo hice con la convicción de tener un nuevo nacimiento, aunque las cosas no siempre resultan como las planeas, de manera que quedé aquí: entre vivo y muerto, entre libre y prisionero. Por lo que puedo recordar, mi razonamiento siempre encontró deleite en la contradicción, así que supongo que el seguir con ello aun en mi condición, puede considerarse bastante lógico.
Digo “por lo que puedo recordar” porque conforme te vas acostumbrando a la muerte, vas olvidando la vida, y eso está bien. Es, en cierta manera, una nueva oportunidad. O quizás un eterno castigo, aunque tal vez sean ambos. De lo que estoy seguro, es de estar inefablemente unido a esta tierra, donde antaño se erigía el árbol enorme que sirvió de cabecera para mi último lecho.
Con esta parcela me vino también una familia: la del hombre que me ayudó a preparar mi sepulcro. De vez en cuando, y por una razón que aún desconozco, parece que encontrara un eco en sus vidas, creando un vínculo misterioso entre la vida y la muerte, como una cuerda de violín que generara un armónico al reflejar la vibración de otra. En la actualidad, Keren es ese resonador para mi existencia, el descendiente de aquel buen amigo y, de muchas maneras, este relato es suyo.
Parte de tener esta conexión consiste en percibir hasta cierto grado sus emociones, vislumbrar sus pensamientos, e incluso revivir como propios los hechos de su memoria, así que, gracias a este hijo que me confió la madre muerte y sólo a través de él, he de comenzar con esta narración, advertido en mi alma de los eventos que ya se avecinan, que se ven venir desde el horizonte como las nubes de una tormenta. Los signos de los tiempos, les llamaron una vez.
Sin embargo, he de advertir que a veces el pasado y el presente se entrecruzan de este lado, quizá porque algunas historias sólo pueden ser entendidas desde la raíz o quizá porque son en verdad una sola cosa, así que ofrezco una disculpa de antemano si mi relato no resulta tan lineal como habría de esperarse. A cambio, puedo asegurar que ni una letra será dicha en vano y, para cumplir desde ahora con esto, dejemos de lado las explicaciones, pues el día termina y es menester iniciar esta historia a la par de la noche, porque ya llega el que había de venir.
Vielen Dank für das Lesen!
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