Disfrutaba leyendo una novela
en la hamaca que tengo en mi aposento,
cuando advino a mi mano una tarjeta
donde Nervo me invita a un campamento.
La razón -que traía sobrepuesta-
era urdir con diez vates un evento,
donde cada juglar desde su testa
expresara sus íntimos lamentos.
Me vi honrado con extraña oferta
y fui presto, montando en mi jumento,
a codearme con cráneos y seseras
arrastrando mi humilde pensamiento.
Arribé con mi asno y mi muceta
al oscuro traspatio de un convento
donde Nervo, tramaba su opereta,
rodeado de rapsodas con talento.
Cada vate llegaba, cual profeta,
a dejarnos su genio en testamento.
De prefacio tocó a Juan de Dios Pesa
evocar su más hondo pensamiento:
“Con letras ya borradas por los años,
en un papel que el tiempo ha carcomido,
símbolo de pasados desengaños,
guardo una carta que selló el olvido”.
…
Directo al alma le llegó la flecha,
a Gustavo Adolfo, el escritor egregio.
Y al rimar cual Bécquer pergeñó un poema
que a mí, como a muchos nos quitó el aliento:
“En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo”.
…
La rauda saeta de Bécquer, asesta
a Antonio Machado que está descontento,
más él, liberándose de las fauces negras,
de brillante luz nos lanza un fragmento:
“Era una mañana y abril sonreía.
Frente al horizonte dorado moría
la luna, muy blanca y opaca; tras ella,
cual tenue ligera quimera, corría
la nube que apenas enturbia una estrella”.
…
Entregando su aporte a la tristeza
Lope de Vega nos da su pensamiento,
un recuerdo sacado con presteza
desde el fondo de asaz conocimiento:
“A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos”.
…
Los bardos piensan y hablan con sapiencia
pero lo hacen con mucho sentimiento,
César Vallejo desoye a la prudencia,
para lanzar su reto contra el viento:
“Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!”
…
Uno a uno, de acuerdo con su esencia,
cada vate demanda su momento
para aliviar en algo su conciencia
y enseñorearse en este campamento.
Jorge Manrique recurre a su cabeza
para jugar travieso con el tiempo,
y utilizar pretende, ligereza,
para evitar de Cronos el tormento:
“Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me vengo ni porfío,
ni espero ni desespero”.
…
En todos y cada uno, se empodera la tristeza,
más Julio Flores, presiento,
será por naturaleza,
quien más llegue al sentimiento:
“Todo nos llega tarde... ¡hasta la muerte!
Nunca se satisface ni alcanza
la dulce posesión de una esperanza
cuando el deseo acósanos más fuerte”.
…
De Darío distingo la excelencia
cuando lanza su verbo al firmamento,
pero aflora también esa tristeza
que se cierne esta tarde en el convento:
“Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente”.
…
Con Neruda se siente la grandeza
que en su mano se torna pez sediento,
cabe en su verso la gran naturaleza
cabe en su prosa la luz del pensamiento:
“Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca”.
…
Benedetti, impone su franqueza
al cantar su reclamo en el recuento,
deja a un lado la pena y la tristeza,
para urgir el humano descontento:
“No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma”
…
Y yo envidio de todos la belleza,
de sus versos, también de sus recuerdos.
Más, prefiero guardarme con tristeza
mis letras. También mi sufrimiento.
No participaré como poeta,
de la plana mayor del intelecto,
pues mi verso, digamos con franqueza,
no se acerca ni lejos al perfecto.
Pero queda grabada en mi conciencia
el haber rimado de intruso en el convento
una tarde a la hora de la siesta
en la hamaca mecida por el viento.
Vielen Dank für das Lesen!
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