Mi familia. Una de las más ricas de Inglaterra,en la que todo iba bien hasta el día en el que mi padre falleció. Fue una gran desgracia para todos, tanto para mi madre, como a mis hermanos y a mi.
Todo había cambiando desde que papá se fue sin dejar ningún rastro de su ser en nuestro preciado planeta.
Mamá, salía solo para comer, para unos minutos más tarde encerrarse en su habitación y no volver a mostrarse hasta la hora de la cena.
Ninguno de mis hermanos sabía que hacía allí encerrada todos los días.
Pretendíamos ayudarle de alguna manera, pero ella se encerraba en si misma.
Mis hermanos y yo, cada noche, después de que ella se fuese a su habitación polvorienta, discutíamos para encontrar una solución al estado deprimente de nuestra madre.
Llegamos a la conclusión de que debíamos encontrar ayuda profesional, llevarla a un psicólogo, una de las recientes profesiones del siglo XX.
Así pues, por la mañana obligamos a nuestra madre a salir, pero lo única respuesta que recibíamos era un alarido fuerte y espantoso.
Entre mis dos hermanas:Silvia y Elvira y mi hermano, Mark, agarramos a nuestra madre cómo pudimos y le colocamos un viejo traje de seda de color azul, con estampado de flores rosas.
Después cada uno le cogió por una de sus cuatro extremidades y la intentamos llevar a fuera.
Justo cuando iba a cruzar la puerta principal, logró liberarse, cayendo finalmente de rodillas en el césped de nuestro jardín.
Hubo un gran silencio. Mis hermanos y yo que estábamos en puerta de la casa, nos quedamos mirándole fijamente, a ver qué ocurría.
Finalmente comenzó a llorar mirando hacia el amanecer. Entonces me acerqué a mi madre, le rodeé con un brazo y le susurré:
-Madre-hice una pausa- sólo queremos lo mejor para tí, se que es difícil aceptar la muerte de padre...
Me interrumpió
Giró la cabeza lentamente hacia a mi , mirándome con sus ojos rojos e hinchados.
-No se trata de la muerte de vuestro padre solamente -dijo en un tono desanimado.
-¿Que quieres decir?-dijo Elvira la mayor
-No estáis preparados aún para ello
-Madre, ya somos bastante mayores para que digas lo que tengas que decir- dijo Sílvia la pequeña
Mi madre no volvió a mencionar nada de lo hablado, simplemente se levantó y se metió de nuevo en casa para volver a encerrarse en su jaula de piedra y hormigón.
Vielen Dank für das Lesen!
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