Fue dia 2 de mayo de 2008 cuando un niño perdió a su abuelo como consecuencia de una enfermedad que afectaba a los pulmones.
Un niño que sentía amor hacia su querido abuelo y que vio como su amor hacia él se iba como las hojas se van gracias al viento. Estaba muy dolorido como si le hubiesen clavado una flecha en el corazón.
Unos días antes de la desgracia, le dieron la horrible noticia, delante la cual, este niño que solo tenía ocho años pensó: “No se sabe nunca lo que se tiene hasta que se pierde”
Aquel sentimiento hacia su amado le había cambiado la vida. El día antes de morirse, su abuelo cogió la mano del infante y le dijo con las lágrimas derramadas por la cara y por el corazón: “Tienes que ser siempre tú mismo. Ama a los que te quieren de verdad y disfruta la vida al máximo. Yo siempre te llevaré en el corazón”. Con estas palabras emocionantes de su abuelo, el niño se puso a llorar. Lloró tanto que, sin darse cuenta, se encontró entre los brazos de aquel ser tan amado.
Cuando llegó el día de la desgracia, el niño se sintió muy solo y se fue a la casa de su abuelo para reflexionar. El niño estaba en el patio de la casa, un patio donde ellos dos siempre hablaban sobre sus problemas. En ese momento el niño no tenía a su abuelo para hablar del problema más grande de su vida; pero se imaginó que estaba a su lado y se puso a hablar solo. Durante la conversación el niño de ocho años mostró todo el amor que sentía hacia su abuelo y durante un momento él sintió como le tocaba el pelo, como siempre hacía cuando estaba vivo.
Necesitó tres años para poder superar aquella pérdida. La gran ayuda de su madre y de sus familiares, así como la de psicólogos le fueron muy bien. El niño se paró a pensar y vio que, aunque nosotros no queramos, la muerte siempre llegará; más tarde o más temprano siempre llega. Durante unos años de lucha, el niño lastimado, enamorado por su abuelo y apreciado por su familia se dio cuenta de la realidad que és la vida.
Ese niño infeliz y enseñado por la vida era yo.
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