u2194 Mireya Hernández

La historia real que inspiró a William Shakespeare para su obra "Romeo y Julieta": Diego de Marcilla, parte a la guerra durante cinco años para poder casarse con Isabel de Segura. Su romance, acabado en tragedia, sigue siendo a fecha de hoy una de las historias de amor reales más hermosas conocidas.


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La partida

Teruel (España), marzo de 1212.

La villa de Teruel resplandecía en todo su esplendor. Se trataba de uno de los últimos territorios conquistados a los musulmanes por Pedro II de Aragón. Sin embargo, la guerra contra los sarracenos aún seguía desde el año 714. 

Se trataba de un lugar tranquilo, en el cual, había dos jóvenes de linaje noble: el joven se llamaba Diego de Marcilla, era el hijo menor de la casa y, por ello, no podía obtener la herencia de la familia a menos que su hermano mayor muriese antes que su padre. Ella, se llamaba Isabel de Segura, descendiente de una de las familias más importantes de toda la comarca turolense; se trataba de una joven hermosa y dicha belleza era ambicionada por cientos de nobles del reino de Aragón.

Diego e Isabel se conocían desde niños, pero con el tiempo, esa amistad acabó convirtiéndose en amor. Ambos se amaban y deseaban que algún día contrajeran nupcias. Estaban a las afueras de la villa, en plena naturaleza, cuando Diego habló:

- Definitivamente se lo diré.

- ¿Decir el qué?

- Voy a pedirle a tu padre que te cases conmigo, no puedo esperar más Isabel, sabes que nos amamos y quiero que estar a tu lado hasta que la muerte nos separe. 

- Eso es muy bonito por tu parte, pero no creo que mi padre acepte tu propuesta, y menos si eres de una casa noble baja y además el hijo segundo.

- Correré el riesgo, no me importa nada en absoluto. 

Al día siguiente, Diego se presentó en la casa de los nobles de Segura. Una vez dentro, unos sirvientes lo acompañaron dentro y el señor de Segura le esperó en la sala de recepción.

- ¿Qué puedo hacer por ti joven Diego?

El muchacho tragó saliva, estaba muy nervioso por lo que iba a decir.

- Señor, vos sabéis que desde hace tiempo amo a vuestra hija.

- ¿Y?

- Y quisiera pediros...Su mano en matrimonio.

El señor de Segura se sorprendió horrorosamente y empezó a vociferar a los cuatro vientos:

- ¡¿El hijo segundo de una casa noble baja pidiendo la mano de mi hija?! ¡Qué me aspen! ¡No sabes lo que estás diciendo muchacho! ¡Mi hija aspira a casarse con alguien de su misma jerarquía o con alguien de la realeza aragonesa o castellana! ¡No con alguien como tú!.

El señor empezó a irme de la sala. Diego estaba desesperado, quería casarse con Isabel a toda costa.

- Por favor mi señor, soy consciente de mi condición de noble, pero no voy a negar en ningún momento poder casarme con vuestra hija, ¡haré cualquier cosa que me pidáis! ¿oís? ¡cualquier cosa!

El noble de Segura se paró en seco y giró mirando al joven

- ¿Habéis dicho cualquier cosa?

- Así es

Meditó por unos momentos. 

- Hay una posibilidad para permitir que te cases con mi hija, Diego de Marcilla.

- ¿De verdad? - Sus ojos se iluminaron - ¿Y cual es?

- El rey Pedro II se ha aliado con los monarcas de Castilla y Navarra para realizar una expedición militar en la frontera con Al-Andalus y está buscando nobles que vayan con él y formen parte de su ejército.

- ¿Y qué tengo que hacer?

- El rey te debe nombrar caballero y deberás partir a la guerra con él. Si en un periodo de cinco años logras vencer en varias batallas y vuelves colmado de riquezas, permitiré que mi hija que case con vos. 

Diego no se lo pensó dos veces y aceptó la petición del señor de Segura. Después, fue corriendo a buscar a Isabel para contarle lo de su padre. 

- ¡Isabel! - Diego estaba eufórico - ¡Tu padre me va a permitir casarme contigo!

- ¡ Por Dios Diego! ¡Es maravilloso!

- Pero con una condición para pagar la dote - El rostro de Diego se tornó serio - Debo partir a la guerra contra los musulmanes durante cinco años y salir colmado de riquezas. 

Ambos sabían que esa condición era muy arriesgada, ya que si Diego partía a la guerra, podía caer preso, o algo peor. Se dieron un abrazo e Isabel respondió

- Se que es la situación más crítica, pero si es la única salida para que podamos contraer matrimonio, la aceptaré. Pero prométeme una cosa, que me enviarás cartas, así sabré que estás vivo.

- Te lo prometo

Los dos amantes se dieron un beso y volvieron a abrazarse mirando al horizonte.

Al día siguiente, el rey de Aragón Pedro II llegó a Teruel, buscando nobles que luchasen a su causa, tal y como había dicho el señor de Segura. Diego de Marcilla se presentó, al igual que varios hijos de nobles, para que fuese armado caballero por el propio rey. El monarca se colocó delante de la Iglesia de San Martín, donde desenvainó la espada.

- Arrodíllate ante mi hijo de la casa Marcilla.

El muchacho obedeció y sintió el frío acero sobre su hombro izquierdo y luego el derecho

- Yo te nombró Sir Diego de Marcilla, caballero al servicio del reino de Aragón. 

El público aplaudió una vez finalizada la investidura, en la que estaban presentes la familia de Diego y otras casas nobles al servicio del monarca aragonés, entre ellos los Segura. Isabel estaba feliz al ver que su amante había sido armado caballero, pero interiormente, el miedo recorría su cuerpo. 

- Prepara tu vestimenta de guerra y reúnete con el resto de la comitiva debajo de la torre de San Salvador - ordenó el rey - Partiremos al atardecer, el camino hacia Al-Ándalus es largo y debemos reunirnos con los otros ejércitos de las otras coronas cristianas, además, varias órdenes militares se han unido a nuestra causa. 

El cielo empezó a teñirse de naranja con toques rosados, el rey comandaba la comitiva, mientras era seguido por los nobles montados en sus respectivos caballos, la infantería, músicos y los portaestandartes. Una vez a las afueras de Teruel, Diego miró hacia atrás, viendo a lo lejos la villa de Teruel, recordando el beso que le dio a Isabel antes de partir, prometiéndole que volvería de la guerra victorioso. 



2. Februar 2018 10:32 1 Bericht Einbetten Follow einer Story
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