Hoy, 16 de septiembre de 2010, es el día más importante de mi vida. Tanto como el día en que nací, porque hoy voy a morir. Estoy parada sobre el puente Maristas, en mi queridísima ciudad de Luján. Veo el agua que corre por el río y no dejo de preguntarme qué hubiese pasado si hubiese tomado mejores decisiones en mi vida… Si no hubiese sido tan ingenua.
Él no deja de hablarme, lo escucho todo el tiempo en mi cabeza. Su voz me tortura y cada vez es más fuerte, más insoportable. Estoy agonizando. Ya no sé si soy Victoria o en qué me convertí. Pienso que la única manera de acabar con toda esta locura es tirándome de este puente.
Respiro profundamente y me tomo un tiempo para ver el atardecer. Nunca vi un cielo tan rojo como el de hoy, hasta incluso parece que está sangrando… como yo por dentro. Doy un paso decidido al frente. Doy otro. Él se altera, está enojado conmigo y me amenaza con matarla a ella si no me detengo. No le creo, si no tiene cuerpo donde encarnarse es imposible que lo haga. Doy otro paso al frente, más cerca del precipicio.
«No voy a permitir que mates a nadie más», le digo con firmeza, hablando para mis adentros.
«Este es mi cuerpo», me gruñe con tono gutural.
«Está a un segundo de no ser de ninguno de los dos», le contesto y doy otro paso firme al frente.
Siento mi corazón palpitando tan fuerte que me está ensordeciendo y, le doy las gracias, porque de esa manera no puedo escuchar su voz. Cierro los ojos e inhalo profundamente, por última vez en mi vida. Salto con decisión al vacío, pero algo me agarra por la cintura. Me siento demasiado débil como para protestar. De repente, todo se vuelve oscuro y ya no logro ver nada.
Vielen Dank für das Lesen!
Wir können Inkspired kostenlos behalten, indem wir unseren Besuchern Werbung anzeigen. Bitte unterstützen Sie uns, indem Sie den AdBlocker auf die Whitelist setzen oder deaktivieren.
Laden Sie danach die Website neu, um Inkspired weiterhin normal zu verwenden.