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William Black


La vida de Soren es horrible. Sus padres lo ignoran, no tiene amigos, y sus compañeros de escuela lo abusan y se burlan de él. Todo cambia cuando él y sus compañeros son transportados a otro mundo. Un mundo lleno de habilidades, magia y monstruos, donde Soren vivirá miles de aventuras y se enfrentará a sus anteriores abusadores.


Fantasy Episch Alles öffentlich.

#mundosdiferentes #videojuegos #reydemonio
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Capítulo 1

— ¡Eres un desperdicio de espacio! — Dijo Alek Addams, uno de mis compañeros de clase, mientras su zapato entraba en mi línea de visión, desde mi no tan privilegiada posición en el piso del salón de clases.

— ¡Gordo asqueroso! — Dijo Quinn Ingram, mientras se burlaba de cómo su amigo me golpeaba repetidamente.

— ¿Todavía no se han cansado de golpear al marica? — Preguntó Jaxxon Malik, el líder del pequeño grupo de tres que siempre abusaban de mí. Mis otros compañeros de clases miraban desde sus escritorios, algunos con burla, otros apartaban la mirada con vergüenza, pero ninguno hacía nada para ayudarme.

No siempre había sido así. Antes de empezar el instituto, Jaxxon y yo solíamos ser mejores amigos. Pasábamos horas jugando videojuegos en mi casa. Éramos inseparables. Nunca le importó que tuviera sobrepeso a pesar de que su cuerpo tenía músculos donde el mío tenía grasa. No le importaba que prefiriera jugar videojuegos que practicar deportes a pesar de que él era un atleta consumado. Y aunque yo era poco agraciado, y él era hermoso con su cabello dorado como el sol, su nariz recta y labios llenos, nunca dio a entender que se consideraba superior a mí. Nos gustaba la compañía del otro y pasábamos mucho tiempo juntos. Tanto así que, sin ninguna intención y como consecuencia de la edad, mis sentimientos por él empezaron a cambiar. Me fijaba más en su manera de moverse, de hablar. En cómo sus músculos se hacían más grandes cuando los flexionaba. En su manera firme y masculina de hablar. Por supuesto nunca le dije nada de esto a él. No quería acabar con nuestra amistad cuando sabía que mis sentimientos no eran recíprocos. Pero aun así, nuestra amistad parecía que duraría para siempre. O eso pensé yo.

Todo cambió cuando empezamos en el instituto de nuestra pequeña ciudad de Fox Springs, Indiana. No sé que fue, pero algo cambió en Jaxxon. Nos fuimos distanciando poco a poco. Su carisma y buena apariencia lo hicieron muy popular entre las chicas, y su habilidad en los deportes le canjeo la buena estima de los chicos. Pero mientras Jaxxon florecía bajo toda la atención, mi situación fue la opuesta. Debido a mi apariencia y falta de encanto las chicas me despreciaban, no que tuviera ningún interés en ellas, y fue, tal vez, esa falta de interés en el sexo femenino la que me hizo el centro de atención de las burlas de los chicos. Que yo fuera un nerd poco agraciado no ayudó precisamente. He de admitir que cuando empezaron las burlas, Jaxxon intentó detenerlas y defenderme. Pero a medida que pasaba el tiempo, poco a poco, se fue haciendo indiferente a mi abuso y poco tiempo después se convirtió en mi principal atormentador.

— ¿Estás bromeando? A este cerdo le encanta que lo patee. ¿No es cierto, cerdo? — Preguntó Alek mientras volvía a patearme.

Me dolía todo el cuerpo, pero gracias a mi constitución o a que mi cuerpo ya se había adaptado a los abusos, era un dolor que podía soportar. Cuando no respondí a su burla, Alek levantó el pie para patearme de nuevo, pero antes de que pudiera hacerlo, el mundo explotó a nuestro alrededor. No podía ver nada excepto una luz tan blanca y cálida que tuve que cerrar los ojos.

Cuando los volví a abrir ya no estábamos en un aula de instituto. Plata y oro nos rodeaban por todos los ángulos. Hermosos cuadros y estatuas llenas de metales preciosos decoraban hermosas paredes pintadas de blanco. Una luz que no parecía venir de ningún lugar iluminaba cada rincón sin dejar un solo rastro de oscuridad. A través de grandes ventanas de cristal se podían ver varias torres del mismo blanco de las paredes.

Estábamos en un castillo. Si las torres no eran videncia suficiente de ello, lo era el enorme trono de oro y joyas en la cabecera de la sala. Sobre este se sentaba una mujer. Que no tenga ningún interés en las mujeres no quiere decir que no sepa apreciar su belleza. Y esta mujer era la mujer más hermosa que había visto alguna vez. Tenía una complexión pálida que le daba un brillo especial a su piel, que parecía que la luz provenía de su interior. Su rostro era delicado, su nariz refinada y recta. Sus ojos grises poseían luz propia y sentaban las bases para unas delicadas cejas blancas. Su boca permanecía en una sonrisa beatifica y su cabello blanco como la nieve caía lacio sobre sus hombros como una cascada de luz. Todo sobre ella gritaba pureza.

— Bienvenidos sean, Héroes. — Dijo la hermosa mujer.

— ¿Héroes? — Dijo Quinn ahora distraído por la belleza de la mujer.

— ¿Quién eres? — Dijo uno de los otros estudiantes.

— ¿Dónde estamos? ¿Cómo hemos llegado aquí? — Dijeron otros.

— Yo soy Alina, la Diosa de la Luz. Por favor, déjenme explicarles. — Dijo la mujer para el asombro de todos nosotros. — Mi mundo, Sarinor, se encuentra en grave peligro. — Dijo la diosa, su vos llena de pena. — Desde hace varios años, los humanos de Sarinor entablan una cruenta guerra contra los invasores del Clan de los Demonios. Estos monstruos tienen como objetivo destruir a la humanidad, mi creación, y apoderarse de Sarinor. Hace mucho tiempo, yo y los demás dioses, juramos nunca intervenir directamente en Sarinor y por lo tanto temía por el futuro de la humanidad. Pero después tuve una idea. ¿Y si invocaba humanos de otro mundo? ¿Unos jóvenes fuertes, y les diera poderes especiales para que fueran en ayuda de los humanos, para que fueran mis Héroes de la Humanidad? Entonces no intervendría directamente.

— ¿Y nosotros somos esos Héroes? — Preguntó Jaxxon

— Así es. Ustedes son mis Héroes. — Contestó la Diosa. — Por supuesto, no los obligaré a nada. Si no desean ser mis Héroes, los devolveré a su mundo, intactos y sin ningún recuerdo de esta conversación. Y no espero tampoco que trabajen de forma gratuita. Como pago por sus servicios a la humanidad les concederé a todos un deseo.

— ¿Un deseo? ¿Cualquier cosa que pidamos? — Preguntó Alek, sus ojos brillando con codicia.

— Por supuesto. Cualquier cosa. — Contesto la Diosa.

— Y después de que derrotemos a los Demonios ¿Podremos regresar a casa? — Preguntó una de las chicas.

— Absolutamente. Los que quieran volver su mundo volverán. Y los que quieran vivir en Sarinor, además de su deseo, serán reyes y reinas.

Todo me parecía demasiado irreal. Parecía un videojuego o algo así. Los demás se pusieron a hablar entre ellos ignorándome completamente. Después de unos segundos, quince de los veinte chicos y chicas, sin incluirme, decidieron aceptar la propuesta de la Diosa. Yo no dije nada, y supongo que ella lo interpretó como un sí. Al momento los cuatro restantes desaparecieron, dejando dieciséis Héroes.

— Los que quedamos hemos decidido aceptar su propuesta. Seremos sus Héroes. — Dijo Jaxxon, haciendo de portavoz de los demás.

— Magnifico. ¿Dime, joven Héroe, cómo te llamas?— Preguntó la Diosa.

— Jaxxon Malik, a su servicio, Diosa Alina. — Dijo Jaxxon, en un raro momento de respeto.

— Jaxxon. Un gran y fuerte nombre. Tú serás el líder de mis Héroes. Tú los guiarás a la victoria contra los Demonios. — Dijo la Diosa. Supongo que los encantos de Jaxxon funcionan incluso en los Dioses.

— Será un honor. — Dijo Jaxxon, ahora sonriendo.

— Un gran líder necesita un gran poder. Yo, la Diosa de la Luz, te otorgo la “Habilidad Humana: Gran Héroe” la cual te dotará de maestría en todas las armas y otras grandes ventajas. — Dijo la Diosa.

“¿Habilidad?” Ahora sí que parece un videojuego, pensé en mi cabeza. Uno por uno los otros fueron presentados a la Diosa, y esta, le otorgó una habilidad especial a cada uno de ellos. Poco después llegó mi turno.

— Mi… n—nombre e—es Soren. — Dije con voz temblorosa. Estaba muy nervioso. Los ojos de la diosa se ensancharon cuando me miraron. Su anterior sonrisa beatifica desapareció bajo una mueca de asco, y la luz, antes cálida ahora parecía helarme todo el cuerpo.

— ¡Pero qué horrendo eres! ¿Acaso planeas que lo demás dioses se burlen de mí presentándoles a un Héroe feo y gordo? — Exclamó la diosa. Mis mejillas se enrojecieron de la vergüenza, y los otros se empezaron a reír.

— Y—Yo…

— ¡Tú, nada! — Exclamó la Diosa. — No necesito un Héroe tan horrible como tú. — Dijo y con un chasquido de sus dedos un oscuro portal se abrió debajo de mis pies y caí al vacio mientras mis compañeros se burlaban y reían.

24. Januar 2022 16:04 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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