yuliana-chiple Yuliana Chiple

El perfume del incesto no lo tiene otro amor (María Félix). Besé sus ojos, sus labios, mi boca bajó a lo largo de su pecho y rozó el ombligo infantil, el bello animal, el sexo, donde su corazón latía a golpecitos; su olor, su calor me emborrachaba y sentí que mi vida me abandonaba, mi vieja vida con sus preocupaciones, sus fatigas, sus recuerdos gastados (Simone de Beauvoir)


Romantik Erotisch Nur für über 21-Jährige (Erwachsene).

#drama #hermanos #incesto #verano #relacion toxica #problemas
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Capítulo 01

Le gustan mucho los viajes por carretera, Andrea disfruta el ver los paisajes pasar y quedarse lejos mientras el auto de su padre avanza.

Debido al trabajo, él ha decidido que la chica debe adelantar el viaje ya previsto. Ella no está muy de acuerdo con esa decisión, pero no es del tipo que sea desobediente. Al menos no con su papá.

Mientras va sentada en el asiento del copiloto, Andrea voltea a ver al hombre que está a su lado, le es un poco difícil imaginarlo casado con esa mujer, hay 5 hijos que lo prueban y es lo único válido para tratar de armar un escenario y vislumbrarlos a ambos viviendo felices en una casa, sin gritarse y discutir. Sino amándose y dándose besos.

—Sé que estás molesta por esta decisión apresurada, pero entiéndenos. Es mi aniversario con Sofía y quiero celebrarlo en grande con ella después de volver de mi estancia en Mérida.

Ella asintió.

—No quiero que te quedes sola en la casa, es peligroso. Allá tendrás a tus primos, a Lorena y a Tobías. Me sentiré más tranquilo si te quedas con ellos.

—Sí.

El hombre prefirió no insistir, su hija siempre ha sido testadura, consecuencia de haberse criado como hija única (aunque no lo es). Era toda una niña mimada y consentida.

El viaje por carretera fue rápido. Les costó dos horas y media llegar a su destino. Era fin de semana por lo que el lugar estaba un poco concurrido, se le dificultó encontrar estacionamiento.

Se despidió de su padre dándole besos y él recordándole todo de lo que se tiene que cuidar y a que lugares nunca debía visitar sola. Las mismas frases de siempre cada que se alejaba de casa le decía lo mismo.

Prometieron volver a verse en tres meses y le pidió que se portara bien con Lorena. Sabía que no llevaban una buena relación.

Vio como el auto se alejaba y la dejaba sola. Andrea sé quedó esperando.

La rutina era la misma, su papá la dejaba en un supermercado junto a un parque en medio de la ciudad. Ahí debía esperar a que apareciera su mamá o su hermano.

No espero demasiado, pronto reconoció la camioneta de su madre a la distancia, se levantó de su asiento y empezó a mover los brazos a los lados para llamar la atención de quien conducía, la persona se estacionó cerca de donde ella estaba. Tobías bajo del auto.

Una sonrisa enorme y esplendida se dibujó en el rostro de la chica. Su hermano cruzo con muy poco cuidado la calle, lo vio correr y cuando estuvo lo suficientemente cerca, Andrea corrió y se lanzó a sus brazos.

Tobías la sujeto por la cintura, levantándola del suelo.

—¡Andy, no sabes lo contento que estoy de verte pequeña garrapata! —le besó la frente y las mejillas.

Fingió molestarse.

—Y tú pareces estar más gordo —lo golpeo en el estómago— ¿Hace cuánto no nos veíamos?

—Desde el verano del año pasado.

—¿Seis meses? —silbo— Entonces si llevo mucho tiempo sin verte.

El chico la estrujo entre sus brazos.

—Pero lo importante es que ya estás aquí y que podremos compensar todo el tiempo perdido.

Le gustaba más cuando Toby pasaba por ella, usualmente cuando se trataba de su madre el trayecto del parque a casa era incómodo y siempre iban en silencio. Su hermano siempre le hacía preguntas sobre la escuela, su padre y todo lo que había hecho. Hasta lo más irrelevante era de suma importancia para él. El auto se llenaba de risas y bromas, entre anécdotas compartidas. Él le contó que su mejor amigo por fin iba a regresar a la ciudad después de haber estado 6 años en la capital. Iba pasar las vacaciones de verano aquí y eso lo ponía muy contento.

—De una vez te advierto, que mamá sigue molesta por lo de la noticia de la universidad. Así que prepárate para su mal humor.

Andrea bufó.

—Ya ha pasado un año desde que deje la escuela. Ya tengo 20 años, soy un adulto y tomo mis propias decisiones, lo que ella piense me vale…

—Andy.

Se quedó callada.

No es como si ella y su madre tuvieran que tener razones para estar peleadas. Sus personalidades chocaban todo el tiempo; de hecho, Andrea estaba por completo segura de que su madre la odiaba y la culpaba del divorcio. Incluso hasta le tenía celos, porque su padre la amaba, la había criado otra mujer y de cierta forma siempre que tocaba visita, ella acaparaba toda la atención de Tobías.

Y Lorena adoraba a Tobías, su hermano gemelo (y menor que la chica por 4 segundos) era el tesoro nacional para la familia. La mujer lo sobreprotegió desde que era un bebé y hasta la fecha.

Un total hijo de mami.

Al llegar al departamento, lo primero que hizo fue arrojar todo al sofá (incluso ella), tomar el control de la TV y buscar algún programa que le gustará.

—Hace un calor horrendo, afuera.

—Mamá llegará en cualquier momento. Dijo que traería de comer así que, si tienes hambre, espera hasta que llegue.

—Ok.

Los hermanos no esperaron demasiado. La puerta de la entrada se volvió abrir, llenando la casa del sonido de unos tacones.

—Cariño, pasé por el buffet chino, ese que esta por mi trabajo y te traje… —se percató de la presencia de la muchacha— ¿qué hace Andrea aquí?

—A mí también me da gusto verte mamá —se acercó a la mesa y empezó a revisar la comida.

— ¿No ibas a venir hasta dentro de un mes?

—Mamá te dije hace tres días que ella venía hoy.

—No es cierto —se defendió la mujer.

Tobías puso los ojos en blanco.

—Papá llamó y dijo que iba a traerla antes, eso fue el sábado y yo te dije el martes.

Lorena lo sopeso por unos instantes. Por más que trataba de recordar no podía. Miró a su hija, quien devoraba una de las piezas de pollo agridulce.

—¿Y por qué Gabriel te mando antes?

Ella se encogió de hombros.

—Tenía asuntos que atender y no quería dejarme sola en la casa, iba a salir de viaje.

Lorena bufó y comenzó hablar con ese tono agudo de burla que siempre usaba.

-—¿Y qué? Es que eres un bebé recién nacido que no puede estar solo unos días ¿o qué? —negó— Gabriel siempre hace lo mismo, toma decisiones sin importarle si otros tienen cosas que hacer o están ocupados; yo no pienso estar de niñera…

Andrea dejó la pieza a medio comer sobre el plato.

—Me voy a mi habitación a desempacar, se me ha quitado el hambre, así que coman solos.

Se apresuró a la sala, tomo sus maletas y se encamino al pasillo.

—¿Es qué siempre tienes que decirle ese tipo de cosas? —se giró molesto hacia su madre.

— ¿Qué? Yo no he dicho nada malo.

—¡No por supuesto que no! La has abrumado con tanto beso y abrazo que le diste de bienvenida.

—Tampoco me hables en ese tono Tobías- le sentencio la mujer.

—Entonces cuida la forma en que te expresas, mamá. No la vas a hacer de niñera, es tu hija, cuidarla no debería ser para ti una carga.

Su madre se ofendió.

—¡Yo no he dicho que sea una carga! Ella, que siempre ha sido delicada y se ofende muy fácil.

Se puso a sacar los platillos de comida que había traído, trayendo platos y cubiertos para ellos dos.

—Por ese tipo de comentarios, es que Andy a veces no quiere venir a vernos.

—Ya tranquilo, no lo vuelvo hacer —le sonrió radiante— Ahora vamos a comer que no gaste tanto para que se desperdicie.

Los pudo escuchar hablando y riendo, siempre era lo mismo con ella. No podía darle un buen recibimiento y decirle que estaba contenta de verla.

La situación nunca fue diferente, cuando de su madre se trataba.

Saco cosa por cosa, le dio una ojeada su habitación. Hizo una nota mental para recordarse que la próxima vez que viniera traería dinero, debía arreglar el papel tapiz y comprar otra mesa de noche, la que tenía ya era vieja y la pintura blanca se estaba cayendo junto con la madera.

Le llevó poco tiempo poner todo en su lugar. Rara vez se llevaba muchas cosas, la mayoría siempre se quedaba ahí de todas formas. Debía volver así que solo empacaba lo necesario.

Escucho pasos en el pasillo y al poco tiempo su hermano entró al cuarto.

—Te guarde un poco de pollo y tallarines, por si quieres comer más tarde. —se recargo en el marco de la puerta.

Andrea saco una blusa y unos jeans, junto con ropa interior. El día había estado exageradamente caliente y un baño de agua helada le vendría bastante bien.

Intento esquivarlo, pero Tobías se interpuso en su camino a propósito.

—Por favor, no tomes en serio los comentarios de mamá. Ya sabes que tiene problemas para controlar lo que dice. No piensa mucho antes de hablar.

—Parece que eso solo le pasa conmigo

Su hermano intento animarla.

—Ya cambia esa cara. Te ves mucho más bonita cuando sonríes.

Chasqueo la lengua, desvió la vista y contuvo una sonrisa en los labios. No quería darle el gusto, igual Tobías era demasiado encantador y siempre conseguía lo que quería.

Se acercó, dejando que su mano se posara sobre la mejilla de la chica, acariciando la comisura de su labio.

—Anda, sabes que esa actitud berrinchuda no funciona conmigo —al final logro que ella sonriera— Ves, no te ves bonita, si no hermosa, con esa sonrisa en tus labios.

—Es por eso que siempre logras conseguir chicas, ese lado tuyo adulador las ha de volver locas —se burló.

Se hizo a un lado para dejarla pasar.

—¿Es qué no le puedo decir a mi hermana lo linda que es?

Ella prefirió no responder y se alejó, con dirección al baño que estaba junto al cuarto de lavado.

—Andrea.

Ella volteo.

—¿Qué?

—Nada, solo me gusta decir tu nombre.


Los días transcurren lentos y tranquilos. Es inicio del verano y no hay mucho que hacer fuera de casa. Lorena ha tenido que doblar turno en su trabajo debido a que despidieron a la chica que le ayudaba, así que Tobías y Andrea se quedan la mayor parte del tiempo solos en casa. Los chicos ya conocen cada parte de la ciudad y la mayoría de sus amigos ya no viven ahí se han mudado a otros países o están estudiando en la capital.

Andrea evita conectarse a sus redes sociales, Sergio no ha dejado de molestarla, le manda hasta miles de mensajes por día. Al parecer no le ha quedado claro que ya no están saliendo; no puede permitir que los rumores de que ella se acuesta con un chico que está comprometido. Y no con cualquiera, está comprometido con la hija de un diputado de un partido político. Las cosas se pondrían muy feas si se llegaran a enterar que ella es la otra.

Prefiere morirse de aburrimiento en la sala de la casa, que ser descubierta.

Ambos están sentados en el sofá mirando la televisión. Es una de las tantas temporadas del programa de canto “la voz”. Tobías esta acostado por completo, con la cabeza recargada en las piernas de su hermana, mientras que Andrea come pistaches. Les quita la cascara, y le da de comer en la boca al chico.

Es un día muy aburrido.

—Oye que tal si usamos el jacuzzi que está en el cuarto de mamá —le dijo su hermano.

—No, si se entera que lo usamos se va a molestar mucho.

Él negó.

—Va a regresar hasta la madrugada otra vez —giró el cuerpo hasta quedar con la vista viéndola a ella— Anda será divertido, nunca lo has usado ¿verdad?

—No, pero seguro tú sí.

Tobías le guiño un ojo en modo de respuesta.

Sin más miramientos, la convenció de usarlo. Andrea corrió a su cuarto y buscó el nuevo traje de baño que Sofía le había comprado. Se lo trajo consigo solo sí surgía la oportunidad de ir a la casa de su tía Laura, era una mujer odiosa, pero su piscina era enorme. Tanto como su lengua venenosa y chismosa.

Se tomó su tiempo para cambiarse y ponerse el conjunto color vino, que hacía que su piel se viera más pálida de lo normal.

Cuando llego al (enorme) cuarto de baño de su madre, Tobías ya estaba metido ahí, la pequeña tina de agua trasparente burbujeaba y hacía pequeñas olas que chocaban contra el cuerpo del chico. Tenía que subir dos pequeños escalones, el jacuzzi estaba justo frente a la enorme ventana que daba al patio trasero, sin cortinas ni nada. Tampoco importaba, la cerca de su casa era enorme y tenía muchas enredaderas. El vecino no lograría ver nada de todas formas.

Tobías dejó de mirar su celular cuando la silueta de su hermana apareció frente a él. Se le quedo mirando largo y tendido, de arriba, abajo.

—Nunca te había visto en traje de baño. Cuando vamos a la playa no sueles meterte al agua y siempre usas una playera de papá para cubrirte.

—Este me lo ha regalado Sofía y pues… creí que sería buena idea usarlo —se mordió el labio, ansiosa y un poco incomoda.

La mirada penetrante del chico, la hizo cohibirse más. El silencio la ponía el doble de nerviosa.

Se apresuró a entrar, se sentó junto a él. El agua le llegaba hasta los hombros y la sensación de ella toda tibia y las burbujas le hicieron sentir más relajada, estando cubierta le hizo ya estar más tranquila.

—¿A poco no comienzas a sentirte más relajada? —el agua se movió cuando el castaño se acercó a ella, hasta que sus hombros se tocaron.

—Sí, mamá debería instalar uno afuera. Esa piscina pequeña que tenemos es muy aburrida en comparación con esto.

De forma distraída, saco la mano a la superficie y le extendió la palma frente a ella, Andrea entrelazo los dedos junto con los de él. Ambas manos volvieron a hundirse, ahora unidas.

Solo se podía escuchar el sonido característico que emitía la máquina, y las burbujas. Ninguno de los dos decía algo, fue él quien miró en dirección a su hermana y permaneció viéndola por unos segundos.

—¡Oh! Tienes un lunar cerca de la comisura del labio —lo apunto.

—¿En serio? - se palpo el área.

—Es nuevo.

Su respuesta le pareció extraña.

—¿Y tú como sabes que lo es? Quizá siempre ha estado ahí.

Tobías negó.

—Yo conozco todos tus lunares. Tienes cuatro en total.

Se puso de medio lado, dejando a la vista su torso desnudo. Es ahí donde ella se da cuenta de lo cerca que están uno del otro, si estirase su mano unos centímetros podría tocar su pecho sin ningún problema.

—Tienes uno justo aquí, en tu hombro izquierdo, —le toco el área— otro en tu rodilla derecha, justo en el centro. Aquí —también la toco— el tercero se encuentra en la cara interna de tu muslo derecho. ¿Puedes verlo? —también lo señalo.

La escena era intensa, incluso podía jurar que la voz de Tobías de la nada se convirtió en una voz áspera y más gruesa. Podía sentir su respiración en la oreja, así de cerca estaban, se escuchaba pesada y acelerada.

— ¿Y el cuarto?

Pasaron unos segundos de silencio antes de que él le respondiera.

—Es una marca de nacimiento, esa está en tu pecho —la mano del chico se quedó a medio camino.

Silencio. Mucho silencio, solo el sonido del agua a su alrededor. Andrea, quien se mantuvo con la cabeza agachada y la mirada fija en sus rodillas, tuvo la valentía de mirarlo. Los ojos de su hermano pasaron de sus pechos a verla directo a la cara.

Estaban demasiado cerca, demasiado conscientes uno del otro. De la nada el espacio era muy reducido y les costaba respirar, pero ninguno quería moverse en realidad.

—¿Qué están haciendo?


30. Juni 2017 05:09 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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