madamedlioncourt Madam de Lioncourt

Mateo y Daniel, amigos de la infancia; compartieron sinfín de momentos juntos. Sin embargo, muchos años después y gracias a la presencia de Amelia, la futura esposa de Daniel, su amistad tiene que finalizar. Mateo, por bienestar propio decide alejarse de Daniel... pero no antes de confesar finalmente sus sentimientos.


LGBT+ Nicht für Kinder unter 13 Jahren. © Madame de Lioncourt

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Compromiso.

De entre todas las sorpresas que Mateo podía recibir, ésta era una que creyó tardaría en llegar pese a que estaba latente cada día de su vida. La decisión importante que su mejor amigo le anunció en aquella tarde de invierno; mientras bebían un café, era finalmente pedirle a Amelia, su novia; comprometerse y eventualmente casarse.


Vaya, sí que era una sorpresa. Es decir no le sorprendía tanto después de varios años de noviazgo entre ellos... Pero que se consolidará aquel temor inevitable... Era, impactante. Tanto, que se quedó pasmado por más de cinco minutos, sin saber que decir.


¿Qué palabras serían las más indicadas para decirle a Daniel? "Hey, felicidades; Dios los bendiga" o quizás un "Me alegra bastante que el amor de mi vida se vaya a casar con mi mejor amiga. ¡Vivan los novios!"


Claro que no, eso estaba fuera de discusión; jamás haría un comentario así. Jamás. Así que su única manera de responder tras varios minutos en silencio y la insistente mirada preocupada de Daniel, fue soltando una risita nerviosa que en segundos se volvió histérica.


Pero al notar el semblante incómodamente confundido de su mejor amigo... Mateo entendió que Daniel; su Dani estaba siendo sincero con respecto a esas decisiones.


— Dani, ¿Es-Estás seguro? — cuestionó con temor en su voz, por primera vez en demasiado tiempo, volvía a tener esta sensación de incertidumbre; que lo aterraba — Es... Es, vaya... Sorprendente.


— No puedo estar más seguro que nunca, Mati —respondió el aludido, observándolo ahora con un semblante más tranquilo y directamente a los ojos—, Amelia es la compañera que necesito. Nos comprendemos, sabemos nuestras debilidades y fortalezas; nos inspiramos a ser mejores personas y sobre todo me ama.


"Pero también te amo; desde antes que Amelia" pensó con malestar el joven al momento de escuchar el argumento de su amigo.


— Pues entonces... Qué bien — se limitó a pronunciar Mateo, con escepticismo. No era capaz de felicitarlo con sinceridad.

— Gracias Mati —contestó el chico, pasando por alto el tono de voz de su amigo —. Quería que fueras el primero en saberlo y además, también deseaba que pudieras hacerme un favor —suplicó el futuro comprometido.


De entre todos los favores que Daniel pudiera haberle pedido, jamás cruzó por su enamorada mente que lo apuñalaría de tal manera. Es decir, llevarlo a la joyería; suplicarle que se midiera los anillos de la futura esposa por tener la misma medida y no delatar sus planes... Fueron por demás, peticiones horrorosamente dolorosas para Mateo.


Sí había algo que él admiraba de sí mismo; es la valentía que solía mostrar en situaciones complicadas. Pero este momento lo estaba sobrepasando demasiado: su corazón latía a una velocidad inverosímil, que podía jurar en algún momento se saldría de su pecho, sus manos temblaban delatando el nerviosismo que se convertía en miedo y su cabeza comenzaba a darle vueltas, señal de que podría perder la consciencia en cualquier momento.

Daniel, pese a que trataba de sonreírle para tranquilizarlo, no pudo pasar por alto las reacciones de su mejor y único amigo. ¿Será que se estará sintiendo incómodo de que todos en la joyería los estaban viendo?


— ¿Cuál anillo crees que le quede mejor? — cuestionó el futuro novio, tratando de romper el ambiente incómodo entre ambos.

Mateo suspiró y las palabras se atoraron en su garganta.

¿Qué podía decirle? Todos los prospectos de anillos que Daniel tenía, eran bellísimos. Estaba seguro que el que eligiera, se vería maravillosamente elegante y hermoso en la mano de Amelia.


Quería llorar. Quería llorar, ahí en medio de la joyería, suplicarle que lo dejará en paz y por favor se olvidara de él, de su amistad y de que alguna vez Mateo existió en la vida de Daniel.

Pero verlo tan feliz, ilusionado y esperando con emoción la respuesta de él... Le pudo más, que cualquier otra cosa.


Daniel, siempre había sido, era y sería su mayor debilidad.


— Siento que el anillo con el pequeño zafiro celeste le quedaría increíble — respondió con voz rasposa, evitando su mirada, por temor a delatarse.

— Siempre tienes buenas elección — corroboró su amigo, para posteriormente dirigirse a la señorita que los atendía —. Me llevaré este anillo señorita, por favor, envuélvalo.


Mateo se sentía realmente tonto por experimentar esas emociones en estos momentos. Sabía que pronto llegaría el momento en que Daniel tendría que comenzar una vida con alguien que no fuera él, era consciente de que no siempre serían ellos dos contra el mundo... Pues sus sueños, sus metas e inclusive sus gustos no eran los mismos ni por asomo. Por lo que era inevitable en algún momento, separarse.


Pero tener que ser partícipe de este evento tan importante en la vida de él; que iba a determinar el rumbo de su amistad... Era demasiado para Mateo.



***

A partir del día de la noticia, la vida de Mateo se volvió estresante, triste y sin esperanza.

Cada día que pasaba era un paso más cerca de la desesperanza: la sonrisa radiante en su rostro, la alegría contagiosa y la emoción en los ojos de Daniel; eran una más que evidente señal, de que él era feliz con su decisión.


Tener que escuchar los planes futuros de Daniel en dónde él no estaba incluido, saber sobre sus metas , sueños y anhelos en su vida de casado con Amelia... Le provocaba un dolor similar al de espinas clavarse. Pero aún más, le causaba dolor tener que lamentarse por las noche, en la soledad de su habitación; por no ser lo suficientemente valiente para declararle su amor a su mejor y único amigo.




El inicio definitivo de su calvario, fue aquel día en dónde tuvo que acompañarle a conseguir un traje bonito y elegante, acompañarlo a reservar una mesa en un restaurante y tener que practicar con él, la propuesta de matrimonio.

"Este es tu karma, por no confesarte" le decía una vocecilla en su cabeza.



Le destrozaba no ser el motivo de sus sonrisas.

Le dolía en el alma las decisiones que tomó para mantenerse en la vida de su amigo.

Le mataba, que Daniel jamás correspondería a su amor.


12. Juli 2021 18:52 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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