janey666 Jane Smith

Un elfo engreído, un hada con pasado misterioso, una ilusionista abnegada y una yugen enigmática protagonizan una batalla por el destino del mundo. Cuando el Dios Tundir se reveló en contra de sus hermanos, Aferenth y Neferis, un nuevo universo conformado por tres dimensiones nació: la Dimensión de la Luz, la Dimensión de las Sombras y la Dimensión Alternativa. Cada una bajo la protección de su respectiva deidad. Desde entonces, una especie de paz cargada de tensión ha reinado en la humanidad, pero todo está a punto de cambiar. En un universo fragmentado, en el que no hay héroes o villanos... ¿De qué lado estarás?


Fantasy Dunkle Fantasie Alles öffentlich.

#poderes #sombras #monstruos #espadas #dioses
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255 ABRUFE
Im Fortschritt - Neues Kapitel Jeden Freitag
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En el pasado

En una celda oscura ubicada en la parte más recóndita de la Dimensión de las Sombras, en un lugar olvidado por el mundo, un grupo de diez niños está arrinconado contra la pared.

La humedad ha penetrado en sus piyamas y el frío los hace tiritar; aunque el miedo es también causante de esto. Fueron arrancados de sus camas, separados de sus hogares y de sus familias. Lo último que todos recuerdan es un calor abrazador teñido de rojo. Algunos lloran. Otros simplemente abrazan sus rodillas con los ojos cerrados, a la espera de que aquella terrible situación sea tan solo un mal sueño del que pronto despertarán.

Una rata se desliza por las cadenas que cuelgan del techo. Uno de ellos mira hacia arriba en busca de una forma de huir, pero allí no hay nada, ninguna rendija que le permita escapar. Inhala hondo por la nariz, con la esperanza de hallar algún vestigio de aire fresco, mas tampoco encuentra nada de ello; al parecer, los cuentos de caballeros, en los que las doncellas estaban atrapadas en torres con enormes ventanales, eran tan solo fantasías inculcadas en las mentes de chiquillos ingenuos.

De pronto, una mano invisible toma el tobillo de uno de los pequeños y lo arrastra hasta la puerta de la prisión, donde él desaparece. Gritos, llanto, forcejeo, nada pareció importarle a la criatura incorpórea.

Los nueve prisioneros que restan permanecen contra la pared. Sus pechos suben y bajan frenéticos, envueltos en una niebla compuesta de horror y confusión que no les ha permitido moverse para salvar a su compañero.

Pasan varios días, la pérdida de peso debido a la falta de alimento y de calor es ahora muy visible. Una vez más, la oscuridad se cobra una víctima, esta vez una niña. Ella tampoco vuelve. A nadie parece importarle que los infantes rueguen por su vida. Las sombras no consideran los latidos como algo de valor, es imposible para ellas apreciar algo que, si alguna vez tuvieron, ya no son capaces de recordar.

Un largo mes helado ha transcurrido desde que llegó a ese lugar. La pequeña de ojos azules está sola ahora; todos sus amigos desaparecieron uno por uno. No sabe lo que le depara cuando escucha el siseo del monstruo, pero, incluso a su corta edad, reconoce que no será algo bueno. Ya perdió toda la esperanza.

La puerta se abre de golpe, pero en esta oportunidad no es una sombra lo que hay detrás, sino un hombre. Tiene una mirada calmada y ropa elegante, pero no se deja engañar, no va a morir sin pelear, sin vengar a sus amigos caídos.

Con las pocas fuerzas que aún tiene, intenta huir, mas algo la atrapa. Está detrás de ella y tira con violencia de su cabello castaño. Mira hacia atrás, no es el hombre de antes quien la retiene, es alguien -algo- más.

Su captor patea su abdomen y costillas; ella tose con vigor cuando sus pulmones se sacuden tras el golpe, y acaba por resignarse, no puede pelear contra eso, no tiene lo que se necesita para ganar esa batalla. Él le indica que si no le da problemas no volverá a lastimarla. La chica asiente y se pone de pie, no sin esfuerzo, para seguir al carcelero por los pasillos oscuros y húmedos de lo que ella cree es un calabozo de brujas; fantaseando con que un príncipe azul ataviado en una capa roja la rescate.

Las paredes de piedra oscura y mohosa son solo comparables con el camino bajo sus pies, que ostenta charcos de procedencias desconocidas para le mente infantil de la niña. No nota cuando el piso de roca se convierte en mármol, ya que debe cubrirse los ojos para protegerlos de la luz cegadora de las velas que penden, con llamas orgullosas, de los candelabros laqueados. Huele a óxido y a humo, como si recientemente alguien hubiera encendido una fogata; hay algo más, un aroma que no es capaz de distinguir.

Lentamente se habitúa al calor, al alumbrado, y lo primero que ve la hace gritar. Se arroja al suelo y se retuerce mientras profiere incesantes alaridos de miedo y dolor. Aquella imagen quedará grabada en su cabeza por el resto de su vida.

El hombre, impaciente, vuelve a propinarle un puntapié para que se levante. Ella lo intenta, pero vuelve a desplomarse sobre el suelo elegante. Cuando la vista se les desvía de forma involuntaria hacia la pira, su estómago se contorsiona en una arcada; sin embargo, no hay nada para expulsar, todo cuanto puede sentir es el característico ardor del vómito en la garganta.

Tanto el suelo como las paredes del gran salón son oscuros y no hay ventana alguna a la vista. En una esquina, sobre un desnivel, un trono del color de la noche, con gemas de distintos tonos de rojo y negro incrustadas, es ocupado por un hombre que ya ha alcanzado la madurez; su barba negra ostenta los efectos de la edad en pequeñas pintas blancas.

Está ataviado de una gruesa capa borgoña que se ciñe al pecho con el emblema de un cuervo; sobre su cabeza, una corona tan dorada como el sol descansa con una petulancia característica de la nobleza.

Lo acompañan dos niños, uno de cabello negro y ojos de un color tan celestes que parecen blancos, sentado sobre el regazo del rey; otro, pelirrojo rojo e iris amarillos, ocupa un lugar en un rincón detrás de la silla real.

No solo el aspecto de ambos niños es diferente, también sus atuendos. Mientras el primero viste unos pantalones largos blancos y un abrigo de lana negro, el segundo tiene ropa rasgada y pequeña que no parece abrigarlo en lo absoluto.

El joven elegante salta de su lugar y corre con entusiasmo hacia ella; la observa con una sonrisa y estira su brazo ante el torturador. La pequeña intenta reunir fuerzas para arrastrarse cerca de él, le ruega que se aleje, que huya, pero él solo suelta una risa que eriza la piel de la chica.

La mirada fría de quien la ha pateado más de una vez desaparece al acercarse al príncipe. Con mucha delicadeza levanta su brazo y toma un poco de su sangre con una jeringa, le sacude el cabello, le agradece y lo envía de regreso con su padre, que no se ha perdido ni un segundo del proceso.

Se dirige a la prisionera con ropas harapientas; la llama por su nombre, agrega que ella era la salvación de la luz, quien había sido escogida por él, y ahora ellos la tienen. Aplasta su cabeza contra el piso con una mano, mientras que con la rodilla en su espalda la retiene. Rasga el cuello de su piyama e introduce burdamente el líquido rojo en su hombro derecho.

El dolor es indescriptible. Todo su cuerpo está en llamas. Va a morir, nadie podría sobrevivir a eso. Se sacude, grita, se retuerce de un lado a otro hasta que sus ojos quedan en blanco. Dos finas líneas teñidas de escarlata se deslizan desde su nariz, atraviesan su mentón y se pierden en la piel nívea de su cuello.

La luz vuelve como una exhalación a su mirada. Oye aplausos, saludos y silbidos. Ella permanece tendida en el suelo, ha perdido por completo la capacidad de moverse. Por el rabillo del ojo observa algo que llama su atención, por un segundo la tortura no es tan mala. Una capa roja, sí, eso es lo último que ella ve, pero seguramente es solo su imaginación.

28. Mai 2021 17:24 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Fortsetzung folgt… Neues Kapitel Jeden Freitag.

Über den Autor

Jane Smith Escribo oyendo un suave ronroneo mientras, a traves de mi ventana, veo el mundo arder en llamas. "Bienvenidos a mi mundo de diversión", Emperor's new clothes, Panic! at the disco

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