Mi pequeña ciudad, gris y desanimada, una ciudad donde los pájaros no cantan, donde las canciones son de dolor, y donde ni el cine es un lugar donde escapar de este grisáceo con esas imágenes en blanco y negro similares a la ciudad. Una ciudad tranquila, con crímenes regulares, y los rostros de las personas desanimados y vacíos.
En esta ciudad tan desabrida, sin embargo, hay alguien, un hombre. Ese hombre tan distintivo que, a diferencia de todos, ve el mundo con un arcoíris, brillante y ilusionante (mera ficción…). “Ángel” lo llaman, no por el hecho de ser un “santo”, sino, por literalmente tener alas. Majestuosas y asombrosas alas blancas, que pareciera que generan su propia luz, que iluminan hasta la noche más oscura.
Nadie sabe exactamente de donde salió este sujeto, ni por qué llegó a esta ciudad tan desabrida, pero lo que sí nos dimos cuenta todos es que desde su llegada las aves empezaron a cantar, el sol brilló más que nunca, el cielo paso a ser un azul vivo, y él ha estado hablando, va, gritando a los 4 vientos que hay que disfrutar la vida, que el mundo tal cómo él lo ve es maravilloso y tan lleno de esperanzas y sueños. Nadie le entendía, nadie quería hacerlo, pero ese sujeto tenía algo que hacía que los ciudadanos se sintieran distintos, supongo al ver tantos cambios en esa ciudad gris. Pero aunque decían con sus voces que estaban inconformes con ese cambio, sus bocas soltaban sonrisas y sus ojos esperanza. Los cines fueron más avivados, las calles más animadas con las aves cantando, y los ciudadanos con las cabezas en alto.
Ese hombre no era un ángel, ni un dios, era solo un hombre con alas que iba volando sobre las miserias de los demás. Dando alegría a las almas de las personas, pero siempre hubo inconformidad en ellos, sabían que eso era simple ficción, la vida no era así. Todos miraban con asombro a ese sujeto tan diferente a ellos, pero…
Luego de una semana con ese “ángel” en la ciudad, ese sujeto vio lo que realmente era la vida, peleas, crímenes, despidos de personas sin posibilidades de seguir adelante. La sonrisa de esperanzas en su rostro iba decayendo, cuando por fin un sujeto hizo los que varios solo habían pensado, arrojó la primero piedra. –QUE DEMONIOS HACES AQUÍ, NOSOTROS NO TE LLAMAMOS- gritó ese hombre. Una mirada de confusión se había formado en el rostro del hombre con alas. Seguido de dolor cuando una señora arrojó otra piedra –NO TE QUEREMOS AQUÍ ESTABAMOS BIEN SIN TI- gritó ella.
“Solo dos locos desquiciados” había pensado yo y varios otros luego de lo ocurrido. El Ángel no se había ido, quedó volando sobre la ciudad, viendo todo lo que ocurría, todo igual que siempre hasta que alguien gritó “QUIEN QUIERE VER AL HOMBRE CON ALAS TIRADO EN LAS VÍAS DEL TREN”, anonadados toda la ciudad fue corriendo hacia allí, cuando lo divisamos. Está allí tirado, sangrando en donde tenía sus alas, sintiendo el dolor de estar en el suelo. Un ángel caído, un sueño esfumado, era la realidad azotando a la ficción.
¿Por qué nadie lo ayuda?¿Por qué todos lo lloran pero nadie hace nada?. Porque ahora es cómo ellos, ahora es uno más, ahora es miserable igual que todos, ahora ve el mundo gris con el que todos convivimos.
El sol se va, el azul se vuelve negro, el cielo llora, y las aves se callan y se ocultan. La realidad ha ganado a este hombre con alas.
Vielen Dank für das Lesen!
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