mrares041 Josué Tecce

Invitados están todos a la carrera más grande y ambiciosa de todos los tiempos. ¡La primera copa “Love Train Race” auspiciada por los colonos del acero! ¡Nadie puede predecir lo que pasará!


Fan-Fiction Karikatur Alles öffentlich.

#acción #aventura #carreras #caballos #jojo #jojo's-bizarre-adventure #cowboe #vaqueros #western
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Prórroga: TUSK.

<<Mi corazón y mis acciones están completamente claros… Ellos son todos por la justicia. >>

El eco del galope resonaba a través del horizonte. Aferrándose a las monturas, un jóvenes de tranquila mirada marcaba su paso a través de las llanuras, los bosques, las montañas y los valles. La simpática sonrisa que en su rostro se cernía acompañaba al ligero andar de su caballo a través de aquél desconocido mundo. Sobre decir que su camino… Bueno, más bien… está bien estaba perdido, pero de todas formas se sentía bien con su posición actual.

Las ráfagas de viento hondeaban sus ropajes blancos y azules. El raudo viento que se imponía frente a él era cortando por la feroz figura de su sombrero, sus botas de cuero tejano y fornido potro de crines marrones. No era tarea complicada el comparar su silueta con la de aquellos forajidos de una época más dura y violenta; un vaquero de pecho y lomo, como dirían por ahí.

Fue bajo la sombra de un espeso bosque, entre las tenues luces que irradiaba el sol del ocaso, que su nerviosismo despertó a raíz de un ligero chasquido entre las ramas. De inmediato desvió su mirada hacia la copa de los árboles, alzó su palma hasta apuntar con la punta de su dedo índice al interior del enramado, y alzó su voz al cielo en un grito desafiante.

¡ACTO 1!

En aquel mero instante, la misma uña que permanecía en alto salió disparada a una velocidad casi imperceptible. El chillido seco de un pequeño animal rapaz repicó a través del bosquejo. Plumas negras cayeron junto a los pies del árbol para acompañar al cuerpo perforado de un solitario cuervo de resplandecientes ojos rojos.

Diablos… Odio estas cosas —rechistó Johan a la par que saltaba del caballo.

Sus ojos contemplaron a la pobre criatura. El disparo había conectado directamente a su cabeza, un fruto maldito de la mala suertes que se volvió en contra del pequeño. De esta forma, el forajido vaciló unos segundos, indeciso sobre la idea que pasó fugaz por su mente; o bueno, fue así hasta que el grave gruñir de su estómago acabó por disipar tales dudas.

Oh bueno —se encogió de hombros—. No hay mal que por bien no venga, ¿no es así? Pasaremos la noche aquí, Civie —comentó alegre para su compañero.

La yegua relinchó a modo de respuesta, como si luego de tantos años al servicio hubiese desarrollado alguna “lengua especial” solo para ellos dos. Hecho esto, el dúo comenzó a preparar el campamento para afrontar las sombras venideras.

Esa era una vida digna para un forajido; la de un nómada, alguien que ignora el ir y venir de las leyes y regulaciones, y forma su propio destino en base a sus acciones. Tal vez no la mejor de las elecciones, pero es lo que le había tocado, y a Johan no parecían molestarle en lo absoluto estos aspectos.

Sin embargo, cierto es que una mala reputación deja su huella, y para bien o para mal, siempre hay personas interesadas en el negocio. Fue de esta forma que, luego de encender el fuego de la fogata, el humo se elevó hacia las nubes para formar un leve rastro de color gris oscuro.

¡Capitana de la fuerza! ¡Tiene que ver esto!

En la distancia, alejados del resguardo de la naturaleza, un pequeño puesto de reconocimiento se había posicionado en la entrada al bosque. Clavando una afilada mirada sobre el pequeño soldado de dorados cabellos, una joven de alargadas orejas y oscuros cabellos lanzó un manotazo para arrebatarle los binoculares. Arrugando el semblante con cierta curiosidad, la mujer alzó la voz a sus subordinados.

¿Hace cuánto está eso allí?

Pues… Un par de minutos, creo… ¿Debemos ir a investigar?

Ya nos estamos tardando —dilucidó arrojando al suelo la pieza de equipamiento —. Avísale a los demás que rodeen el perímetro; esperen a mi señal y traten de no hacer nada estúpido.

Quienes buscan oro recorren un camino duro de seguir; uno bien pagado, desde luego, pero lleno de baches y caídas. Resulta extraño que lo más peligroso de este no sea justamente el viaje, sino el peso constante de la competencia.

Los ojos del potro se ensancharon, apuntaron con antelación en dirección a los arbustos. El inquieto vociferar de su relinchido anunció la presencia de visitas indeseables. Johan dejó salir un bostezo, haciendo caso omiso a la advertencia a la par que daba vueltas al rostizado ave sobre una varilla de madera.

Tranquila Civie. Debe ser solo alguna pantera, o quisa algún gato salvaje en búsqueda de carne de caballo —bromeó dejando salir una sonrisa.

Casi al instante, y como si no fuese más que una mera burla de las palabras que acababa de recitar, una silueta de aspecto animalesco se reflejó a través del rabillo de sus ojos; una mujer de alargadas garras, puntiagudos molares y orejas largas como las de un gato. En su sorpresa, Johan levantando ambas una cejas en un instinto curioso. Sin dejar pasar un segundo más pasó a pararse, agachando su cabeza a la par que retiraba su sombrero para saludar con cordialidad.

—Buenas tardes… ¿señorita? —titubeó ante su indecisión— He de suponer que se encuentra perdida. De lo contrario, no me explico la razón de su llegada.


Entonces, un movimiento antinatural captó la atención del muchacho; una ligera agitación en la maleza, el casi inaudible traqueteo de las ramas secas rompiéndose, y el inmediato reflejo de un casco templado ocultándose de su visión.

En realidad, creo que quien está perdido es otro —señaló la mujer con saña—. Estás muy lejos de casa, ¿no crees?

¡Vaya por dios! —alzó la voz sin perder su tonada suave— Me temo que está equivocada. Mi hogar es todo aquel sitio donde pueda conciliar el sueño. Por cierto, agradecería que sus acompañantes fuesen un poco más respetuosos y bajasen las armas.

Tras tales palabras, el cuerpo de soldados emergió de la arbolada. Todos ellos empuñaban macanas eléctricas y vestían tecnológicas armaduras con el mismo emblema sobre sus pechos; el sigilo de la horda. Civie relinchó alterado, moviéndose detrás del muchacho a la par que arrastraba sus cascos contra el césped.

No creo que estén en posición de pedir nada. ¡Entonces! —exclamó golpeando sus palmas— ¿Cómo hacemos esto? ¿Vienes conmigo con o sin tu dentadura?

—Oh, eso sería una salida fácil sin duda Sin embargo, me temo que no iré a ninguna parte —replicó al instante—. Verá, llevo varias semanas recorriendo estas tierras en busca de… digamos, “una flecha de oro”. Es un objeto bastante particular, ¿me podrías ayudar?

La mirada de la capitana se entrecerró con molestia. Dejando a la vista sus garras y preparándose para un ataque inmediato, dejó salir una ligera respuesta.

—Se acabó la hora del dial…

—¡ACTO 2!

Sin siquiera dejar que la chica acabase la frase, el forajido alzó sus palmas hacia el grupo de soldados. De manera violenta, una simultanea ráfaga ósea salió disparada de sus dedos cual disparo de escopeta. El trayecto de los proyectiles dejó tras de sí una estela dorada. Los pedazos de las armas y armaduras volaron por todas partes. Ninguno de sus impactos fue letal, sin embargo, el cuerpo militar fue desarmado y derribado por la brutalidad de los disparos. Algunos de afectados cayeron al suelo, cubriendo sus heridas al mismo tiempo que los más afortunados retrocedían por la impresión.

Me gustaría una segunda opinión —replicó el extranjero con su ceño fruncido—. Escúcheme bien, señora gata. En ningún momento le he faltado el respeto, ni a usted ni a su gente. Aun así ha tenido el descaro de venir con toda la peor intención del mundo; a exigir, intimidar y amenazar.

En aquel momento, en el mismo instante en que ambas miradas se cruzaron, un escalofrió recorrió sus espinas; un familiar, de inseguridad ante un peligro palpable que cada uno era incapaz de comprender. Y de todas formas, enfrentándose a aquel sentimiento estaban aquellas dos posturas que se negaban a retroceder, como dos contendientes esperando al llamado del medio día para disparar.

—No quiero problemas ni tengo nada que ver con tu gente —reafirmó el forajido—, así que, por favor, den media vuelta y lárguense de mi vista.

Los ojos de la capitana, ardientes como la mirada de un depredador, se entrecerraron ente el nacimiento de una mueca agraciada; una sonrisa que sin vergüenza alguna lanzó al aire una carcajada cruel, aguda como el chillar de las hienas.

¿Entonces te toca a ti jugar al malo? Pues vaya que es difícil tomarte en serio con esa fachada de niño bueno…

—Señorita… estoy seguro de ser más viejo que usted —aclaró al instante. Ahora, ¿sería tan amable de dejarme tranquilo? Mi cena está…

Entonces, ante de que su última palabra tocase la lengua del vaquero, un sonido estridente llegó a sus oídos. Su entrecejo se arrugó, y su corazón saltó algunos latidos ante el peligro inmediato. Una gota de frio sudor bajó por su mejilla mientras sus músculos se disparaban y sus palmas tomaban las riendas del caballo. De la misma forma, Civie reaccionó al momento con sus instintos animales, y su cuerpo hizo un esfuerzo máximo por movilizarse.

En un abrir y cerrar de ojos, un estruendo gutural inundó los alrededores del bosque; un sonido retumbante, acompañado por una lluvia de astillas, polvo y plasma. El fulgor del impacto acentuó la figura del jinete galopando tras la inmensa explosión. Tras este, y rompiendo con la estela caótica del momento, una maquina forjada en metal y energía surgió en su búsqueda; un tanque camuflado en una oscura pintura verde, cuyo pilotado resultó ser un lagarto humano idea de escamas brillantes. Sobre el armazón del vehículo, la capitana de la fuerza se sostenía con sus garras mientras un muchacho de dorados cabellos, tomaba el control del cañón superior.

Fue de esta forma que la persecución dio inicio. El intercambio de proyectiles, su rápido y feroz danzar bañó con estelas rojizas la tranquila oscuridad del bosque. Ramas y astillas salía volando con dirección al cielo azulado. Los guijarro que eran arrancados por las ondas expansivas caían sobre el jinete y su compañero, perturbando su visión pero no siendo más que una mera molestia a la hora de surcar los caminos. Cada disparo era constante, brutal y despiadado, pero ninguno de ellos tenía la intención de asestar contra el extranjero; los ataque golpeaban el suelo y las arboledas aledañas a su silueta, como si intentasen crear obstáculos o heridas pequeñas que le forzasen a detenerse.

Entonces, fue llegado este punto que los ojos de Johan contemplaron un relieve singular en la distancia; el punto de unión entre el bosque y la llanura que silvestre de aquellas tierras era separado por una enorme grieta en medio del suelo. Tras este descubrimiento, sus ojos se iluminaron con resolución, y el sentimiento de una idea emergente formó una sonrisa en sus labios.

Alzando una de sus manos en dirección al tanque, el jinete dejó salir un disparo torpe y desmedido. Aquella uña, aunque rauda como bala, viajó a centímetros del vehículo e impactó contra uno de los árboles sin siquiera rosarle. La estructura ósea de la misma se hundió en el interior de la madera vieja como si fuese un cuchillo cortando mantequilla.

Es hora… —musitó Johan, formando una pistola con su dedo.

En ese entonces, los sentidos de la felina sobre el tanque se agudizaron; su mirada se realzó hacia la penumbra, sus ojos contemplaron el agujero en el árbol, y sus instintos saltaron en alerta.

¡Tusk!


Un resplandor morado emanó del cuerpo del joven; un destello, cuya esencia abandonaba su ser para tomar una apariencia propia. A la vista de todos, un pequeño hombrecillo de cuerpo metálico, flotó sobre el hombre del forajido; un ser de energía latente, de poder puro y de naturaleza desconocida…

¡¿Qué?! —exclamó Kyle— ¡¿Estamos persiguiendo a un usuario de stand?!

No, estamos persiguiendo a un titiritero con superpoderes —reveló la joven de forma irónica—. ¡No dejen de seguirle, no pienses que iremos a ningún lado sin…

¡ACTO 3!

Cortando la voz de la capitana con un bramido de guerra, Johan invocó la habilidad del stand. Centenares de astillas salieron disparadas del tronco de aquel árbol en cuanto la uña atascada en su interior fue arrancada por la potestad de Tusk. La velocidad del proyectil, rauda como el caer de gotas de lluvia, atravesó el blindaje del tanque. La maquinaria dejó salir un estruendo ensordecedor, y el humo negro comenzó a emanar de su interior.

¡Le dio al motor! ¡Perdemos altura! —alcanzó a anuncia el muchacho de rubios cabellos.

Regresando su mirada al frente, el jinete agitó la montura y pegó su cuerpo al lomo del caballo. Su silueta se elevó sobre la cascara de un árbol seco y resquebrajado, logrando localizar por fin al punto exacto en el cual las plantas y raíces eran reemplazadas por el oscuro abismo del acantilado.

¡Catra, necesitamos ordenes!

Dejando salir una pequeña sonrisa, la muchacha sugirió un gesto ligeramente burlón con sus labios. Aun sin recibir respuesta alguna, Kyle y Rogelio observaron por mano propia como el vehículo comenzaba a derrapar, dejando tras de sí una estela chisporroteante de doradas ascuas. Sin dar lugar a la duda, el lagarto tomó a su compañero y saltó a un lado del camino.

Johan volteó, contemplando con sus propios ojos la imagen de aquella joven, quien no parecía sino burlarle de su persona mientras aquel vehículo se movilizaba sin control alguno.

¿Qué diablos está haciendo? —musitó en voz baja.

Llegando por fin al borde del acantilado, Civie dio un salto hacia su izquierda con la intención de cambiar la dirección de carrera. En aquel instante, los ojos heterocromáticos de Catra se iluminaron, y su maliciosa mirada dejó salir un vocifero retador.

Bien… yo lo voy a hacer.

Ejecutando sus garras, la capitana rasgó la superficie inferior de la torreta. Así mismo, pateó su timón para hacerle girar, logrando así que este apuntase hacia atrás y hacia el suelo. Hecho esto se sostuvo de la parte trasera de su asiento a la par que disparaba el arma con no más que una mano.

Los tonillos salieron disparados en todas direcciones, el metal y la metralla ardiente volaron en pedazos tras la explosión tan cercana, y la capitana de la fuerza salió impulsada hacia el cielo junto con el cañón. Sus ojos giraron a su alrededor, observando el paisaje boscoso en busca de su presa, como un halcón acechando a su presa.

¡¿Pero qué…?!

Johan dejó salir una bocanada de aire. Su mano se alzó, apuntando hacia la capitana mientras esta caía en picada sobre su cuerpo. Los disparan pasaron junto a ella, fugaces y violentos pero incapaces de alcanzar la agilidad de su cuerpo. El impacto fue, desde luego, inevitable.

Las garras de la joven se clavaron sobre las vestimentas del muchacho mientras el mismo era derribado de la montura. Hubo un instante de disolución mientras ambos caían hacia las profundidades del abismo; un momento surreal en que todo parecía ralentizarse a ojos del vaquero. La incertidumbre de caer hacia lo desconocido, acompañado del incontrolable sentimiento de pánico que esta acompañaba, impidieron que Johan viese la verdadera altura del acantilado; al parecer, la caída no fue kilométrica como él pensaba, sino que apenas llegó al metro y medio.

Nuca y espalda golpearon contra el duro suelo de roca. ¿Doloroso? Tal vez, pero aquello estuvo muy lejos de ser una caída mortal. El semblante incomodo del muchacho se encontró frente a frente con la pedante expresión en el rostro de la capitana; era como si, sin la necesidad de expresarlo como tal, estuviese partiéndose de la risa.

¡Aléjate de mí, gata desquiciada! —exclamó Johan a la par que empujaba lejos a la chica.

Catra se tomó su tiempo para volver a ponerse en pie. No dejó de lado su confianza ni por un segundo, ni siquiera cuando el forajido apuntó con su dedo y bramó con ira en exigencia de respuestas.

¿Qué diablos está mal contigo? ¡Podrías habernos matado a ambos!

—Sí… hay muchas cosas mal conmigo. ¡Pero hey! bueno para ti, ¿no crees?

—¡No! —refutó molesto— No lo creo. Ahora habla, ¿de qué se trata todo esto? ¿Qué quiere de mí?

Los ojos de Catra reflejaron el brillo del metálico cuerpo del stand; aquel diminuto ser, que con timidez se ocultaba tras la silueta de Johan, haciendo girar, vibrar y volar las uñas de sus dedos como si fuesen proyectiles de alta velocidad.

¿Qué quiero? —preguntó sin esperar respuesta— Digamos que es… “una propuesta de negocios”.

Con sutileza metió una de sus manos al bolsillo. Johan alzó ambas cejas en sorpresa. Un escalofrió recorrió todo su cuerpo, y la imagen por la cual se encontraba en tan desoladas tierras le atrajo como si fuese un amante a la espera de su llegada.

Dijiste que buscabas una flecha, ¿no es así? Tal vez podríamos llegar a un acuerdo —sugirió Catra.

En sus manos yacía un pedazo de papel, un mero anuncio gastado y viejo, cuyas palabras invocaban al inicio de un evento sin igual…

<<Invitados están todos a la carrera más grande y ambiciosa de todos los tiempos. ¡La primera copa “Love Train Race” auspiciada por los colonos del acero!>>

<<¡Nadie puede predecir lo que pasará!>>

<<La carrera comenzará en la costa sur del imperio, atravesará todo el continente y la meta final será el desierto carmesí.>>

<<El ganador se llevará a casa 50.000.000$ y ni más ni menos que la legendaria ¡Stand Arrow!>>



10. März 2021 01:08 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Über den Autor

Josué Tecce 📚 Autor de fantasía, orgulloso padre de 5 gatos, amante de la literatura y el storytelling. Me entusiasma hablar sobre mis proyectos y dar opiniones sobre trabajos ajenos. 📚 Links de mis redes ➡

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