54
3.4k ABRUFE
Abgeschlossen
Lesezeit
AA Teilen

♛ One

Es veneno, pensaba con fuerza. Si la tomas, morirás.


—Más fuerte, Kook —le ordenó Namjoon.


El líquido quemará tu garganta y te destrozará desde dentro, repetía, con toda la concentración que podía acudir a él.


Namjoon tomó la pequeña copa de cristal frente a él y se la llevó a los labios.


—Aún quiero beberla —le dijo, más como un reproche que un simple comentario—. Concéntrate. Vamos, puedes hacerlo.


Pero Jungkook no estaba seguro de poder. Namjoon era muy fuerte.


Esa copa será la última de tu vida si la bebes, pensaba, canalizando toda su energía a la mente de Namjoon. Y para su sorpresa, el chico notó un breve movimiento de vacilación en su mano, como si por un milisegundo temiera por lo que estaba a punto de hacer... pero al final, lo hizo. Se empinó la sidra con confianza, dando por terminada la sesión de ese día.


—Es justo decir que cada vez lo haces mejor —comentó el mayor mientras se servía un poco más de sidra y llenaba una segunda copa para ofrecérsela al chico—. No dejes de practicar. Con quien sea.


Jungkook se dejó refrescar por la dulce bebida luego de aquel desgasto mental, que aunque había sufrido peores, no quitaba que acabara tan cansado.


—Me resulta mucho más fácil con los sirvientes —contó luego de tomar un segundo sorbo—. Anoche les hice creer a dos doncellas que había una rata enorme en el jardín, y estuvieron persiguiéndola por veinte minutos antes de que la dejaran perderse entre los arbustos.


Namjoon rio levemente, imaginando la escena.


—¿Con tu hermano también puedes?


—Sí, pero cada vez se resiste más. Se ha vuelto muy hábil detectando qué es real y qué no.


—Es por eso que debes seguir practicando. Tienes que difuminar esa línea que incite a pensar que un pensamiento no es propio, sino ajeno. Debes convencerlos de que lo que ven es real, y lo que piensan, producto de ellos mismos.


—Lo sé, y en verdad me esfuerzo, pero hay personas... muy fuertes, mentalmente hablando.


La imagen de un ojo brillante y rojizo acudió a su mente sin ser invitada, pero Jungkook fue capaz de deshacerse de ella rápidamente.


—¿Estarás en la ceremonia de hoy? —le preguntó el joven.


—Sí, claro. De hecho, tengo que ayudar a preparar algunas cosas. Nos vemos esta noche, ¿está bien?


Jungkook asintió con una sonrisa amigable antes de salir del estudio.


Namjoon era una persona que no poseía magia en sí mismo, pero su conocimiento al respecto era inmenso. Justo por eso era él quien ayudaba a Jungkook a manejar mejor su habilidad, pues nadie más era capaz de entender la magia como él lo hacía, a pesar de no tener relación directa con ella. Ni siquiera Jungkook tenía claro cómo funcionaba. Era todo más complejo de lo que podría parecer.


El joven príncipe caminó hacia uno de los múltiples jardines que rodeaban el castillo. Su favorito era uno bastante pequeño en la parte posterior de la imponente figura blanca y azul, con torres irregulares y puntiagudas que casi tocaban el cielo.


Vhelle.


Su hogar.


El sol casi no alcanzaba aquel jardín, pues estaba mayormente rodeado por arbustos enormes, como si fuera un laberinto. Era una zona bastante privada y tranquila, con jazmines perfumando el aire y un estanque con kois chapoteando una y otra vez.


Aquel jardín también era de las zonas favoritas de su hermano, por lo que no le sorprendió en absoluto topárselo justo ahí, alimentando a los koi con pedacitos de fruta.


—Se supone que no debes alimentarlos por tu cuenta.


Jimin lo miró, con su cabello rubio resplandeciendo a pesar de las sombras.


—Por una vez no morirán —dijo con una suave sonrisa.


De pronto, uno de los peces más próximos a Jimin empezó a aumentar de tamaño preocupantemente rápido, inflándose como globo, retorciéndose de dolor hasta finalmente acabar inmóvil y de cabeza en la superficie.


—Idiota, no hagas eso —masculló su hermano al darse cuenta de la ilusión.


Jungkook rio, dejándole ver que en realidad el pez se encontraba perfectamente normal. Un poco de fruta no les haría daño.


—¿Crees que pronto pueda desarrollar una habilidad como la tuya? —le preguntó, con la mirada fija en el estanque.


Jungkook lo creía bastante posible. Él empezó a ser consciente de su habilidad a los diecinueve años, tan solo dos años atrás. Ahora Jimin acababa de cumplir diecinueve, y aunque hasta ahora no había mostrado algo inusual, Jungkook creía que podría estar a punto de hacerlo.


—Yo pienso que sí.


—¿De dónde crees que venga?


Su madre, la reina de Vhelle, les había contado que su línea de sangre estaba marcada por la magia desde hacía siglos y siglos, pero que esta no siempre llegaba a manifestarse; podían pasar un montón de generaciones que no mostraran evidencia de dicha magia, pero eventualmente, esta volvería a aparecer, sin importar el tiempo.


Lo que no sabían era de dónde surgía exactamente. ¿Por qué algunos la tenían y otros no? ¿Quién había sido el primero?


Un débil ruidito tras ellos les hizo voltear, haciendo que se toparan con unos enormes y brillantes ojos ámbar, que aunque lucían serenos, el peso del escrutinio era demasiado. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Jungkook.


El gato negro, en cuanto su punto de enfoque dejó de ser lo suficientemente atractivo, giró sobre sí mismo con gracia y se escabulló entre los arbustos.


—Ugh, te juro que no logro acostumbrarme a ellos —dijo Jimin, soportando un escalofrío al igual que su hermano.


—Normal. Solo han pasado cinco meses.


Era bastante raro. Jiasun, su madre, había reinado en Vhelle completamente sola por catorce años luego del fallecimiento del rey, y jamás le interesó encontrar a alguien que reinara a su lado. Pero un día (en concreto: cinco meses atrás), la reina decidió unir su vida a la de alguien más, alguien que compartiera el trono con ella, que gobernara a su lado.


Había sido muy repentino. Pero el problema no era ese. Era que este nuevo rey no venía solo.


—En fin —suspiró Jungkook—. Vamos, tenemos que prepararnos para la ceremonia.


Jimin lanzó sus últimos pedazos de fruta a los peces y se dispuso a seguir al mayor. Caminó solo unos pasos antes de frenar bruscamente, pues el suelo frente a él de pronto se abrió, creando un pozo negro infinito. Jimin lanzó una mirada irónica a Jungkook antes de pisar con toda confianza el falso pozo, avanzando sin preocupación.


—Un día haré que te cagues en los pantalones —amenazó Jungkook, ofendido.


—Ajá.



La luna llena se encontraba en su punto más alto, derramando la delicadeza de su resplandor sobre el jardín y los invitados. No había otra fuente de iluminación. La luna era el principal testigo de la unión; nada podía opacarla.


El príncipe y la princesa se encontraban frente a frente, sosteniendo respectivamente una copa de plata reluciente mientras la reina recitaba las palabras de unión.


Jungkook miró a su alrededor, aburrido. Aquel jardín estaba diseñado específicamente para las ceremonias de unión, pues tenía el tamaño perfecto y permitía la entrada de la luz de la luna en cualquier época del año. Los rituales así solo se celebraban en algunas regiones; otras culturas preferían saltarse todo el tema espiritual y pasar directamente a la boda, con música, invitados y comida.


Jungkook hubiera preferido eso. Pero se encontraba ahí atrapado, siendo uno más de los pocos espectadores (pues estas ceremonias eran muy privadas, no muchos podían presenciarlas), muriéndose de aburrimiento. Jimin tampoco parecía estar pasándoselo genial, pero no se notaba tan ansioso como el otro.


El joven suspiró, y las palabras de Namjoon llegaron a su mente con el viento: «No dejes de practicar. Con quien sea».


—Pueden beber ahora —sentenció la reina, dirigiéndose a los comprometidos.


Jungkook se concentró. Canalizó sus pensamientos a una persona en específico. Quería ver cómo reaccionaba ante un montón de sangre oscura borboteando de la copa de la que estaba a punto de beber...


Pero lo que obtuvo fue peor de lo que esperaba.


El príncipe giró la cabeza en su dirección, captando sin dificultad la fuente de la mentira. Su corazón intentó romperle el pecho cuando clavó los ojos en él, tan intensos, tan duros, tan fríos... uno de un marrón oscuro y el otro... rojo. Tan rojo como la sangre que habría derramado si esa mirada fuera algo tangible.


Kim Taehyung bebió de la copa sin dejar de mirarlo, dándole fin al ritual junto con su nueva esposa, la cual ignoró el hecho de que el príncipe miraba a alguien más al hacerlo.


Luego de varios minutos, la celebración estalló en el salón principal del castillo. Había un montón de comida regional e invitados de otros reinos, todos unidos para conmemorar la unión del príncipe Taehyung con la princesa Celyn.


—No parecen muy contentos —comentó un invitado en voz baja.


—Por favor, ¿quién se casa por amor estos días? —respondió otro de ellos.


Luego de la cena, el centro del salón se llenó de un montón de gente que se puso a bailar con sus acompañantes. Hombres y mujeres se unían unos con otros para conformar danzas elegantes, con trajes y vestidos moviéndose en todas direcciones.


Jungkook miró a la mesa de los recién casados. La princesa Celyn era muy bella: su cabello castaño oscuro caía en suaves ondas sobre sus hombros desnudos, haciendo juego con el color achocolatado de su piel. Tenía los ojos verdes más bonitos que Jungkook había visto.


Y a su lado, él, con una expresión de horrible indiferencia y desdén. Él también era muy bello, y Jungkook nunca tuvo problema en reconocerlo. Solo que jamás lo decía en voz alta. Tenía el cabello muy negro, ligeramente alborotado; las puntas rozando delicadamente el inicio de sus ojos rasgados, los cuales recorrían todo el salón en busca de algo mínimamente interesante... y lo encontraron. Una leve y molesta sonrisita curvó sus labios al encontrar los ojos de Jungkook observándole. Otra vez. Mierda.


—Creo que nunca acabaré de acostumbrarme a su maldito ojo rojo —masculló, desviando su atención hacia Jimin, quien se encontraba a su lado, tanto o más harto que él—. Me pone muy nervioso.


—A mí su hermano —contestó, mirando directamente al aludido, quien estaba sentado al otro lado del salón, jugueteando discretamente con su mascota: un gato negro de ojos ámbar—. Estoy seguro de que ese gato sabe cosas.


Definitivamente había algo que no estaba bien con esa familia... Claro, además de la evidente magia que también vivía en ellos.


—¿Qué crees que sea capaz de ver con ese ojo? —preguntó Jungkook, arriesgándose a mirar nuevamente a Taehyung, quien ya había perdido el interés en él.


—¿Crees que Yoongi pueda comunicarse con ese gato?


—¿En qué estaba pensando Jiasun cuando decidió casarse con el padre de ellos?


—Lo sé, me cuesta creer que ahora son nuestros hermanos.


Hermanastros —corrigió, sintiendo unas repentinas náuseas.


—Espero que Namjoon les enseñe a dejar de ser tan escalofriantes.


Tuvieron que pasar varias horas para que los invitados finalmente empezaran a irse y la celebración se desvaneciera en la noche. Jungkook estaba exhausto. Había estado practicando con gente al azar en el salón, haciéndoles creer cosas que, aunque no requerían de demasiada concentración, seguía siendo desgastante.


Antes de subir a su habitación, el chico se desvió un poco para robar una manzana de la cocina y por fin emprender su viaje a través de los miles de pasillos y escalones que se conectaban unos con otros, conduciendo a cualquier parte del castillo. Jungkook llevaba veintiún años viviendo ahí y todavía no acababa de descubrir todos los secretos de aquella laberíntica estructura. Así que, esa noche, a pesar del cansancio, decidió intentar una nueva ruta para llegar a su habitación. Giraba de izquierda a derecha sin perder el sentido de la orientación, sus zapatos resonando en el frío suelo de cada uno de los pisos que recorría, la luz de la luna a través de las ventanas siendo su única acompañante.


Acabó en una de las torres más altas del castillo; una que, según él, no estaba ni cerca de su destino, por lo que se dispuso a girar sobre sí mismo para volver atrás... pero no sin antes descubrir qué era aquel ruidito que interrumpió la calma nocturna.


Jungkook había entrado muy pocas veces a esa torre; ni siquiera sabía para qué se usaba. Abrió la puerta con cuidado, intentando no ser ruidoso, y lo primero que vio fue una especie de biblioteca pequeña y oscura que olía a cuero viejo y papel.


Lo segundo que vio fue a la princesa Celyn sentada en un sillón, con ambas piernas reposando en los brazos de este, el vestido subido hasta la cintura y una chica rubia con la cara hundida entre sus piernas. La princesa gemía sin percatarse del intruso, pues estaba muy oscuro. A Jungkook se le cayó la mandíbula, congelándose en su lugar.


Celyn gimió, pidiendo a su compañera un poco más, y Jungkook se sintió perturbado, lo que lo impulsó a sacar la maldita cabeza de ahí y huir rumbo a su habitación, esta vez por la típica ruta que ya conocía, una vez que logró llegar a ella.


Mierda, ¿qué había sido eso?


Sin duda a Taehyung no le haría gracia descubrir aquello... aunque lo más seguro era que ni siquiera le importara.

10. Januar 2021 03:23 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
6
Lesen Sie das nächste Kapitel ♛ Two

Kommentiere etwas

Post!
Bisher keine Kommentare. Sei der Erste, der etwas sagt!
~

Hast Du Spaß beim Lesen?

Hey! Es gibt noch 18 Übrige Kapitel dieser Story.
Um weiterzulesen, registriere dich bitte oder logge dich ein. Gratis!