- ¿No me vas a dejar entrar? – fueron las palabras que le dijo el joven mirándola de manera hipnótica.
Ella con rostro inexpresivo se hizo a un lado invitándolo a pasar.
- Pon algo de música para relajarnos un poco, algo clásico y suave – Ordenó el joven con una amable sonrisa y tono de voz tranquilo.
Rápidamente aquella muchacha se dirigió a poner música cumpliendo las órdenes de su acompañante casi sin pensar, completamente silenciosa y sumisa.
Una suave melodía comenzó a sonar, el hombre se acercó a ella y de manera tímida tomó su mano y le dijo suavemente al oído – ¿Bailamos? – Y discretamente comenzaron a bailar.
- Oh! Eres hermosa, tu belleza debería ser eterna – Le dijo él al oído.
- Gracias, es verdad que sí – Respondió ella y comenzaron a besarse apasionadamente.
De pronto el hombre sintió una fuerte mordida en su cuello, sintió succionar su sangre como si tuviera un parásito prendido de él. Lentamente todo se iba quedando oscuro hasta que finalmente su vida se apagó.
El joven cayó marchito en el suelo de aquél elegante apartamento. La joven mirándolo fijamente y con una ligera sonrisa en su rostro le dijo – Mi belleza siempre será eterna, gracias por colaborar con ella -
Tomó una rosa roja y la arrojó donde yacía el cuerpo del joven, procediendo abandonar el lugar desvaneciéndose entre las tinieblas.
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