lyrenminth Lyren Minth

Una noche es suficiente para convertirte en asesino...


Thriller Nur für über 18-Jährige. © Todos los derechos reservados

#misterio #suspenso
Kurzgeschichte
0
1.5k ABRUFE
Abgeschlossen
Lesezeit
AA Teilen

Sin recuerdos

Nadie se imaginó que aquella noche se convertirían en unos criminales. Estaban demasiado briagos para recordarlo, pero a la mañana siguiente se encontraron con el cuerpo de Luis sin vida. Consumidos por el pánico decidieron destazar el cuerpo, ponerlo en bolsas de basura y distribuirlo por las afueras de la ciudad.

—¿Estás seguro que no se darán cuenta? —pregunto Sergio, el menor del grupo.

—Si hacemos las cosas bien, no habrá problema —le respondió César, quien había decidido armar el plan para deshacerse de Luis.

Carlos gruño de frustración.

—Creo que la cagamos esta vez. ¿Qué le paso? —dijo, mirando el cuerpo.

Ángel miro el cuerpo también. Se dio cuenta que estaba un poco golpeado, pero nada grave. Él tampoco recordaba nada.

—Bueno, luego pensamos —les dijo César, luego miro a Carlos—. ¿Dónde guardas los cuchillos?

Carlos fue a la cocina y trajo consigo dos cuchillos, uno para pan y el otro para carne.

—¿Solo tienes dos pinches cuchillos? —replico su compañero.

—Mi casa no es carnicería, pendejo —dijo el otro, frunciendo el ceño—. ¿Los vas a querer o no?

César tomo el cuchillo más grande, se quedó parado. Un silencio incomodo lleno la sala. Luis era su amigo, no se supone que mates a tu amigo y luego profanes su cuerpo.

—La verdad...—comenzó Ángel, en tono bajo—...yo nunca he cortado a nadie.

—Yo tampoco.

—Ni yo.

César miro a cada uno, molesto por su repentina cobardía. Se arrodillo al lado del cuerpo y los miro como pidiendo permiso o manifestación, al ver que nadie hablo solo atino a sonreír y comenzar a quitarle la camisa al muerto, cuando ya sé la había retirado miro a Ángel.

—Mira, no debe ser tan difícil —alzo el brazo derecho del cuerpo—, es como...como cortar un pollo, sí.

Entonces empuño el cuchillo y se lo clavo justo en la axila. La sangre comenzó a salir, primero un hilo que al girar el cuchillo en horizontal se hizo más grueso y abundante. Lo saco, y lo volvió a introducir con más fuerza esta vez, moviéndolo de arriba abajo hasta llegar a la articulación. El sonido de la carne y las respiraciones agitadas era lo único que se podía oír. Ángel miro a Sergio, que inconscientemente le había tomado el brazo. Estaba pálido por lo que estaba presenciando.

—Ayúdenme —se quejó César, tratando de separar el brazo del torso. La escena se tornaba cada vez más surreal y el dolor de cabeza de cada uno estaba desapareciendo lentamente. La lógica cada vez se hacía más pequeña dentro de aquella habitación—. No se queden ahí parados como babosos. ¡Los cuatro nos metimos en esto!

—¡Ni siquiera sabíamos si estaba vivo o muerto! —estallo Ángel, que había permanecido callado hasta ese momento.

César le dio una mirada cargada de enojo, se levantó como un resorte y le apunto con el cuchillo ensangrentado. Ángel podía percibir el olor del hierro desde su ubicación, su compañero con los ojos rojos por la furia o el desvelo, le dijo en voz baja y entre dientes:

—Me importa muy poco si está vivo o está muerto. Nadie…—señalo a los otros con el cuchillo también como queriendo enfatizar—. Nadie va a salir de aquí para hacerse el desentendido. ¡Estamos juntos en esto o te vas con Luis! ¿Entendido bola de maricas?

Carlos suspiro lentamente, armándose de valor para hablar.

—César, el problema es que…él era nuestro amigo —su tono era bajo, oscuro y lastimero—. ¿Qué estamos haciendo? ¡Pudimos haber llamado a la policía! ¡Llevarlo al hospital!

—Sí —susurro Sergio, apoyando a su amigo.

Cesar abrió la boca, luego la cerro. Bajo el cuchillo y con la mano libre se masajeo la frente.

—¿Quieren que nos manden a la cárcel? —les cuestiono—. Si hacemos las cosas bien, nadie se va enterar. Si hacemos las cosas juntos, todo va a salir como lo planeado y no nos tendremos que enfrentar a preguntas tontas ni interrogatorios. Podemos hacer esto, pero juntos. Lo que paso hoy se queda el día de hoy. Mañana ya no recordaremos que paso.

—¿Y su familia? ¿Su novia? —quiso saber Ángel sabiendo muy bien quien estaba en el suelo.

—Diremos que se fue a medida noche. Debido a la delincuencia de este país…lo mataron —explico, de una manera muy sencilla.

Carlos cerro los ojos.

—Vamos, somos como hermanos —trato de convencerlos. Usaba un tono serio—. Somos un equipo. Luis vino aquí sin su auto, así que las cosas son más sencillas: tuvimos una disputa y salió de esta casa durante la noche…nosotros no sabremos que paso con él —argumento, luciendo orgulloso de su plan.

Los otros intercambiaron miradas de duda. El primero en dar un paso fue Carlos, quien siempre fue apegado a César, obviamente lo seguiría. Ángel lo pensó por unos momentos, se mordió el labio dubitativo y finalmente dejo salir un suspiro para después dar un paso al frente. Sergio miro el cuerpo de su amigo con mucho dolor, contuvo las lágrimas lo más que pudo. Se cuestiono si estaba haciendo lo correcto y pronto supo la respuesta, sin embargo, se sentía acorralado.

—De acuerdo —dijo, dando un paso adelante con voz rasposa.

Terminaron de desmembrar el cuerpo ya pasada la tarde. Se habían tomado pausas para comer e hidratarse. En algún punto, Carlos salió de la casa a comprar un cuchillo que les facilitara la tarea y terminar más rápido. Durante el proceso César los animaba y les decía que quedaba poco, como si de un proyecto de la escuela se tratase. Puso música inclusive, para distraer o evitar el silencio incómodo.

—No sabía que hacer esto costara tanto —dijo Ángel, mientras que, con un encendedor, le quemaba las puntas de los dedos para borrar las huellas dactilares.

César había sugerido cortarlo lo más posible, pero a todos les dolía demasiado la cabeza por la resaca como para darse tal libertad, así que solo separaron las extremidades del torso, y separaron el peroné del muslo. Nadie se atrevió a tocarle la cabeza excepto César quien fue el que la corto. Sergio, lagrimeaba disimuladamente, se levantaba para ir al baño y secarse las lágrimas, después regresaba y continuaba con su tarea.

Al llegar la noche, guardaron los restos en una bolsa. El celular de Luis sonó varias veces, pero nadie atendió. Los hombres tomaron la decisión de apagarlo después de la décima llamada. Guardaron los restos dentro de bolsas de basura, luego se reunieron en la habitación de Carlos para ver donde dejarían las bolsas.

—Hay muchos lugares fuera de la ciudad. A una o dos horas de aquí —dijo César, mirando en su celular Google Maps.

El celular de Carlos comenzó a sonar, este reconoció el número y comenzó a paniquearse.

—¡Me está llamando la novia de Luis! —dijo, sosteniendo su celular como si estuviera en llamas—. ¿Qué hago?

—Pues contesta, idiota —replico César—Acuérdate del plan.

Carlos tomo una bocanada de aire antes de responder.

—Hola, Sarita —dijo con el tono más casual que pudo emplear. Todos lo miraron, expectantes—. ¿Luis? No, no está aquí. Se fue a la mitad de la noche…Sí, sí. Yo le digo a los demás. No te preocupes, debe estar bien…No, no creo. Ajá. Yo te llamo sí sé algo. Vale, adiós.

Colgó y soltó todo el aire que estaba conteniendo.

—¿Qué te dijo? —pregunto Ángel, nervioso.

—Que no ha regresado, ni ha llamado ni nada. Lo están buscando.

—Tenemos que apresurarnos —declaro César—. Antes de que vengan.

Recogieron las bolsas de basura. César y Carlos se subieron en el auto de Carlos y Sergio y Ángel en el auto de este último. Se dividieron las cuatro bolsas y salieron a repartirlas. Habían acordado no reunirse en la casa de Carlos al terminar, sino que cada quien iría a su casa a descansar. Mantendrían contacto en los próximos días para ver cómo se desarrollaba la situación.

Mientras regresaba a casa después de dejar a Sergio en la suya, Ángel se sentía vacío. Un hueco enorme en él resaltaba. Al llegar casi a la medianoche, su madre lo esperaba, preocupada.

—La mamá de Luis me hablo —le dijo, consternada por aquella situación—. Esta desaparecido, mañana lo van a reportar a las autoridades.

Ángel mantuvo un gesto serio. Asintió.

—Me entere —confeso.

—¿Pero qué paso? —quiso saber su madre.

—No sé, ma’ —le temblaba la voz.

Parecía referirse solo al hecho de que no sabía que había pasado realmente. Aún no acababa de asimilar lo que paso, lo que había hecho y cuando miro a su madre, se sintió cansadísimo.

—Voy a dormir —le dijo, subiendo las escaleras.

Pero aquella noche no durmió mucho. Ni esa noche, ni las siguientes.

***

Cuando una persona no está, el tiempo pasa lento…porque esperas. Esperas que regrese, esperas que lo encuentren…simplemente esperas. Para la familia de Luis, la espera duro meses. En un sistema tan lento como el de su país poco podían esperar y, a pesar de todos los anuncios que pegaron en cada poste de su ciudad, la situación no cambio.

Lo que duele de esperar es…el tener esperanza de que esa persona llegara con bien. También duele la incertidumbre de no saber dónde está, ni cómo está. ¿Habrá comido, qué estará haciendo? Pero lo que más duele sobre todas las cosas es darte cuenta que esa persona no estuvo, no esta ni mucho menos estará más. Todo lo que deseaste desde el día uno se desvanece.

Su grupo de amigos se reunió varias veces: Ángel, Carlos, Sergio y César acompañaron a la familia en la búsqueda de su amigo. Durante todo el proceso, Sergio no paraba de llorar. Tanto familiares como amigos, lo atribuyeron al hecho de la desaparición, al fin y en cuentas, Luis lo apoyo mucho desde que se conocieron. César lo miraba orgulloso, por su gran actuación así que nadie sospecharía que fueron ellos los que lo mataron.

César estaba tranquilo por sobre todas las cosas. Había hecho un bien, como él mismo se repetía todos los días. La verdad es que Luis le pareció una persona muy amargada desde que Carlos se lo presento. Su moralidad le molestaba, ese afán por querer que todo fuera correcto y apegado a la ley.

—¡Las leyes están para romperse! —le había dicho, en una de sus muchas reuniones—. ¡Qué vida tan pinche aburrida llevas!

Luis solo sonrió y le di un trago a su cerveza. Nunca le seguía el juego.

Pero no, César nunca lo llego odiar, solo le parecía una molestia. Alguien con el que tenía que lidiar. Tampoco se alegraba de que estuviera muerto, solo se encontraba más tranquilo.

La madre de Luis se presentó ante la fiscalía, le abrieron el caso y comenzaron la búsqueda. Los interrogaron, les preguntaron qué había pasado, que recordaban, pero las respuestas de los cuatro eran las mismas:

“Hubo una discusión y Luis se fue”

“Luis se peleó con César y después se fue”

“Cesar y Luis discutieron y luego Luis se fue”

“No volvimos a saber nada de él”

Los dejaron en paz. Se investigo la ruta por la cual había estado no descubrieron mucho. César se encargó de las pertenecías del fallecido, las enterró en algún lugar que no quiso revelarle a los demás.

Luis parecía haber desaparecido de la faz de la tierra.

Entonces, fue cuando un pastor encontró su cuerpo…es decir, el torso. Su perro lo había estado olisqueando cuando lo encontró, por supuesto, dio aviso inmediato a las autoridades. Se realizaron las pruebas pertinentes y anunciaron que Luis estaba muerto, y los restos eran suyos. Después de tantos meses por fin tenían respuesta. Una mala y dolorosa respuesta.

La esperanza sembrada ni siquiera llego a germinar, se quedó en la tierra. Escondida.

La noticia del hallazgo del cuerpo fue un detonador para que se reanudaran los delirios de persecución para Sergio. Que desde aquella noche ya se sentía mal, los siguientes días fueron un infierno que se difumino por un tiempo, pero luego comenzaba a sospechar de todos. No prestaba atención en clases, estaba alerta y había comenzado a sudar más de lo normal.

No podía dormir sin tener pesadillas.

A veces ni siquiera podía dormir. Pero lo peor de todo es que tenía que fingir que su estado era por la muerte de Luis, que sí, era verdad, pero también porque él había contribuido a ello y no podía hablar al respecto por dos motivos: el primero es que estaba seguro que César le echaría la bronca y el segundo porque no quería ir a la cárcel, aunque era lo que mereciera, no podía aceptarlo.

Antes de que se cumpliera un año de su muerte, César lo había acorralado y exigido que si levantaba cualquier sospecha sería el siguiente. Poco a poco, Sergio se fue alejando de ellos, por su bien.

Por su parte, Ángel también había preferido la distancia, aunque no había roto su amistad. Los que seguían como aquella noche eran Carlos y César, haciéndole honor al dicho “en las buenas, en las malas y en las peores”

Pero lo peor habría de regresar.

***

Ángel no recuerda que sucedió, pero sabía que había perdido. Sabía que estaba en problemas y sabía que estaba haciendo lo correcto.

Cuando puso un pie en su delegación, no dejaba de pensar que había cometido un gran error. Si pudiera regresar aquella noche lo haría, sin duda alguna, pero cuatro años después aun pensaba en ello. En lo que él contribuyo. Pero detrás de esa razón había algo más poderoso: amor. Ángel se había enamorado de Sara la ex novia de Luis. Se habían vuelto cercanos después de la muerte de este. Ella se había acercado a él, y Ángel la había consolado. Se habían enamorado y ahora él quería dar el siguiente paso con ella, pero quería hacer las cosas bien sin verse directamente involucrado.

Había armado un plan para incriminar a César de la muerte de Luis. Simple y metódico.

Con un suspiro se presentó ante una mujer de anteojos y cabello castaño.

—Vengo a presentar una denuncia —expreso.

***

Tres, cuatro, cinco, seis…Tres, cuatro, cinco, seis…

Sergio elevo la vista. El hombre que lo miraba de vuelta lo esperaba expectante, detrás de este se encontraba una sombra, alta…unos ojos marrones, los dientes afilados, la mirada más triste que había visto.

Tres, cuatro, cinco, seis…

—Yo…—apretó los dientes—. Aún trato de recordar que paso, pero no hay una respuesta clara.

A lo mejor era la droga que corría por su torrente sanguíneo. A lo mejor era el insomnio. A lo mejor solo era un sueño. Pero lo que tenía claro era que se odiaba a sí mismo, profundamente. Las cosas se habían salido de control, ni siquiera por lo que había pasado sino por todo lo que vino después, lo ajeno a ese hecho.

Si quiera pensarlo, o recordarlo le daba escalofríos. No lo había mencionado a nadie, ni siquiera a su psicólogo, que parecía acercarse a la verdad cada día. Los delirios de persecución le habían dejado estragos, comenzando por la ansiedad, después con la muerte de su madre (algo que él veía como karma), la depresión. Se sentía un completo fracasado cada día, preguntándose qué podía hacer.

Pero no había respuesta.

***

Carlos construyo un hogar con una mujer jovial y amable. Logro emprender un pequeño negocio de repostería y se encontraba bien económicamente. Aún seguía en contacto con César, aunque sus encuentros eran esporádicos debido al alcoholismo que padecía su amigo, aunque este lo negara constantemente. El daño se veía reflejado en su aspecto físico. Nunca atribuyo su adicción al asesinato, porque no la había desarrollado hasta dos años después así que no encontró un motivo que pudiera explicarlo, en su ignorancia.

Pero él si se confesó, a medias. Le dijo a su esposa que había matado a un hombre, aunque eso no lo sabía. De hecho, ninguno de los involucrados recordaba que le había pasado para que amaneciera muerto. Él lo había hablado con Ángel y Sergio tiempo después. Quizá si había discutido con César pero, ¿matarlo? No era posible. Todo eso lo disfrazo con otras historias al momento de contarle a su mujer.

Por las noches, antes de irse a dormir seguía divagando en lo más profundo de su memoria. Buscando en las lagunas mentales…¿Qué había pasado?

***

Hay que disfrutar, hay que gozar pues en la tumba todos vamos a acabar.

Ese era su lema. Era su mantra de cada mañana. Había sustituido el café por una cerveza, el agua por tequila o cualquier tipo de alcohol. Le gustaba la sensación de sentirse borroso…como fuera eso. Ahora solo se dedicaba a trabajar y a salir con sus amigos cuando se presentaba la ocasión. En su vida personal las cosas estaban un poco alocadas desde que su ex lo demando por no pagar la pensión alimenticia de un hijo que no era suyo, aunque ella insistiera, pero él ya conocía esos trucos de mujeres interesadas.

Un centavo no iba a recibir hasta que le comprobara que era el padre biológico de ese niño.

Su amistad con Carlos seguía vigente, y se alegraba de ello. Había vivido su vida tranquila y con la consciencia en paz hasta que recibió esa llamada.

Esa maldita llamada.

***

Se habían vuelto a ver la cara después de años. Las circunstancias pudieron haber sido mejores, mucho mejores.

Ángel se encontraba detenido al igual que César. El plan del primero no salió como lo esperado, de alguna manera lograron sacarle la verdad ya que su historia no era muy coherente y cuando Sara se enteró se molestó muchísimo y corto con él de inmediato. En su desesperación, Ángel termino por revelar los nombres restantes como si él hecho de que hubiera más involucrados le quitara menos responsabilidad.

La familia de Luis estaba devastada. ¿Cómo es posible que sus amigos, gente tan cercana a él, lo hubieran matado de una manera tan cruel? Por supuesto, exigían justicia. Aquella que su hijo no tuvo. Su familia al enterarse de esto contrato un abogado.

—¡Y no es suficiente! —gritaba su padre con rabia y dolor, en la corte—. ¡No es suficiente para lo que han hecho!

La madre de Luis no dejaba de llorar, parecía que la vieja herida se había abierto. Su hermana, quien era mayor que él, guardaba un silencio sepulcral.

Cuando César se enteró que había sido él quien los delato, solo se limitó a decir:

—Siempre creí que Sergio sería el bocón.

La situación se volvió más escabrosa para los miembros, no por el hecho de que estaban a un paso de estar en la cárcel sino por las realidades que presentaban.

Carlos llego dos días después con un abogado, por esa razón no lo habían detenido. Ángel lucia como a alguien que le acaban de romper el corazón.

Todos se extrañaron cuando se enteraron que Sergio no se encontraba en las condiciones de salud para dar testimonio ya que estaba recluido en un hospital psiquiátrico. A Ángel se le hundió el estómago. No podía creer que un chico con un futuro prometedor terminara de esa manera por una maldita noche de errores.

—Muy bien —dijo el juez—. Debe de dar su testimonio cuando se encuentre estable. La familia quiere proceder con la denuncia.

Así que los interrogaron uno por uno, de nuevo. Las verdades pronunciadas recalcaban a César Palacios como el principal autor del asesinato. Ángel y César se centraron mucho en el día siguiente mientras que Carlos alegaba junto con su abogado que Luis ya había amanecido muerto.

—Según el historial, su primer testimonio fue que Luis Morán sostuvo una discusión con César Palacios —le dijo el policía que tomaba su testimonio—, después Luis se marchó del lugar es cierto.

—Sí…

—Ahora en este nuevo testimonio usted declara que Luis amaneció muerto el día siguiente y mostraba golpes pero que no recuerda qué ocurrió esa noche —volvió a explicar el policía.

—Mi cliente se encontraba bajo las influencias del alcohol, en este estado él no pudo a ver asesinado a la víctima como se presume —alego el abogado—, y al no recordar exactamente o con claridad se le está acusando de un suceso que no está claro.

—Sin embargo, ¿confiesa que usted participo en el desmebramiento del cuerpo? —volvió a preguntar el policía.

—Fui…obligado a hacerlo. César nos amenazó de muerte sino lo hacíamos —replico Carlos con frustración.

Ángel y Carlos presumían de haber sido amenazados. En su defensa, César declaro lo contrario, aquella amenaza nunca paso y ellos accedieron voluntariamente.

Había algo en común que llamo la atención de los investigadores: ninguno recordaba que ocurrió aquel día para que Luis muriera. El análisis del cuerpo había sido negado a los forenses por la familia y se dio por sentado que ellos lo asesinaron así que solo incineraron los restos haciendo imposible cualquier tipo de pruebas ahora. Según los testimonios familiares, Luis estaba en perfectas condiciones de salud así que eso no era factible.

El abogado de Carlos sugirió una condición cardiovascular no detectada como respuesta a la acusación de homicidio que se le hacía a su cliente. “No se puede matar a alguien que ya estaba muerto” decía. Rechazaron su argumento “no hay cuerpo para examinar”

—Pero, el no recordar no significa nada. Pudo a ver cometido homicidio culposo y no recordarlo. Él estuvo esa noche, ¿por qué el cuerpo de Luis presentaba golpes? —alego la parte contraria.

Se les acusaba de los mismo a los tres hombres. El proceso se extendió en investigaciones sobre lo que anteriormente habían declarado. No estaban llegando a ningún lado. La familia de Luis no podía probar que había sido o no un homicidio, y los presuntos culpables, sobre todo César, no podía probar que no lo habían asesinado ni tampoco que no lo habían tocado. Su gran error fue deshacerse del cuerpo de esa manera tan horrible.

—¡Ya le dije! —grito fuera de sí cuando se le entrevisto por cuarta vez—. ¡Amaneció muerto, no sé cómo ni sé por qué! Solo decidí deshacerme de cuerpo y ya, pero ¡solo eso! ¡Ya estaba muerto cuando lo partimos!

Hablaba con tanta sangre fría que lo volvía más sospechoso.

En alguna ocasión tuvieron la oportunidad de estar los tres en la misma habitación. Aquellos que se llamaron amigos ya ni se podían mirar. Todo era tan diferente. ¿Quién diría que sus acciones pasadas los llevarían a ese lugar?

—Les dije que era algo que quedaría entre nosotros —escupió César. Luego miro directamente Ángel—. ¿En serio? ¿Por una vieja?

—Cállate —lo corto Ángel.

—¿Qué? —replico el otro—. Te echaste a la ex del tipo al que le cortaste una pierna y vienes aquí a llorar.

—¡Cállate! —dijo el otro, levantándose.

Carlos suspiro y miro a otro lado. Los policías entraron a separar a Ángel que tenía agarrado por el cuello de la playera a César.

—Ahí tienes tú karma —le dijo César entre dientes—. Te dejo por cobarde.

Carlos no esperaba mucho de César, en realidad, hace tiempo que no esperaba nada de un hombre tan vano y estúpido así que sus comportamientos salvajes no le impresionaban en lo absoluto.

—¿Y tú? —César se dirigió hacia él—. Nada más porque tienes dinero crees que vas a salir de esto.

Carlos lo ignoro.

—Tú y tú abogado pueden irse al diablo —les dijo.

Por fin, los pusieron en habitaciones separadas.

***

Cuando Sergio estaba listo para testificar, decidió ir por cuenta propia. No sin antes contarle la verdad a su doctor.

—Creo que recuerdo —dijo, mirando al vacío mientras se acariciaba con el pulgar la cicatriz de siete centímetros en su muñeca—. Aquella noche cuando estaba con mis amigos.

Se detuvo un momento.

—¿Tus amigos? —pregunto el psicólogo, un hombre relativamente joven.

—César, Ángel, Luis, Carlos…—los nombro simultáneamente sin mirarlo, con la misma expresión vacía—. Bebíamos en la casa de Carlos. Todo iba bien, nos estábamos divirtiendo. Era mucho alcohol y no…no pensé —sus ojos se llenaron de lágrimas, pero él no hizo intento de secarlas, parecía abstraído al recuerdo—que las cosas terminarían así. Luis y César comenzaron a discutir. Sé que llegaron a los golpes, pero ambos estaban tan…alcoholizados como para herirse. Las cosas son borrosas…excepto la mañana siguiente —su labio inferior comenzó a temblar—. Luis estaba muerto en la sala —sollozo—. Mi mejor amigo estaba muerto y no supe porque…no supe cómo ni que hacer…

Se echó a llorar en ese momento, apoyando sus codos en sus rodillas, sus manos cubriendo su rostro.

—Y-yo estaba muy asustado. Tenía la esperanza que siguiera vivo —continuo, su voz un tanto amortiguada por cubrirse—. César sugirió deshacernos de cuerpo. Me opuse, pero él me amenazo. Yo —dijo golpeándose su pecho, enfatizando su persona—…Yo le dije que no era lo correcto. Yo no quería hacerlo porque…porque Luis era como un hermano para mí y aun así lo hice.

—¿Qué hiciste?

—Lo descuarticé —dijo con dolor.

El doctor asintió.

—¿Sólo tu?

—Los cuatro ayudamos —miro el techo, sorbiendo los mocos. Estaba rojo como un tomate—. Lo hicimos los cuatro porque éramos un equipo.

El testimonio que dio ante la corte no fue muy diferente a lo que le dijo al doctor. Pero esa nueva información sobre la pelea agregaba más peso a la condena de César quien se negaba a declararse culpable por homicidio.

—César me amenazo si no participaba —declaro ante el juez. Ahí estaba su ex amigo y verlo tan…bien, tan normal le dio un coraje increíble—…porque él siempre fue un hijo de puta con todos, y más de una vez me confeso que no soportaba a Luis.

Miro al acusado con odio y rencor, pero César ni lo miro de vuelta.

—¡Así que por qué! —ya sentía como su cuerpo comenzaba a alterarse. Como la voz le temblaba, como sus manos se agitaban—¡Por qué yo tengo que vivir un infierno todos los días mientras que tú estás tan tranquilo!

Los guardias de seguridad se acercaron a detenerlo pues ya se había parado y se dirigía a donde estaba el acusado.

—¡¿Por qué yo tengo que soportarlo y tú no?! —grito, las venas de su cuello resaltando—. ¿Por qué yo tuve que arruinar mi vida, mi familia y mi carrera y tú, tremendo hijo de puta, no?!

Los guardias lo sacaron del salón. Sergio comenzó a llorar desconsoladamente, fuera de sí.

No, nunca volvería a ser normal.

***

Tampoco recordaban donde habían puesto los restos del fallecido. Los cuatro tenían una pésima memoria, aparentemente. Trataron de localizar la cabeza, la parte más importante para ver si tenía algún golpe de gravedad, pero no la encontraron. Entonces, el juez encargado del caso declaro finalmente: Una sentencia de cinco años para César, de un año y medio para Ángel y una multa para Carlos, por irrespetar y ocultar un cadáver. La sentencia de Sergio estaba en espera, debido a su condición.

Aun así, la familia estaba en desacuerdo, pero fueron ignorados, sin un cuerpo presente era muy difícil proseguir.

Lo que sucedió aquella noche se quedó en esa noche. Entre ellos. Un recuerdo borroso, lagunas mentales y una sensación mínima de culpa en algunos.

¿Por qué murió Luis?

No lo sabemos.

Quizá nunca lo sabremos.

16. November 2020 04:34 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
0
Das Ende

Über den Autor

Lyren Minth Nacida en México, Lyren descubrió su pasión por la escritura a los catorce años y fue su gran medio de expresión. Le gustan los perros, el café, los atardeceres, la música y los idiomas.

Kommentiere etwas

Post!
Bisher keine Kommentare. Sei der Erste, der etwas sagt!
~