alyssareigns Alyssa Reigns

Siempre soñé con la libertad. Siempre creí que podia conseguirla. Siempre imagine qué haría con ella. Pero el destino tenia otros planes para mí, o más bien, mis padres tenían otros planes para mi. "Casarte con tu mejor amigo para salvar a tu familia de la miseria" no suena tan mal, pero para alguien como yo, que siempre creyó que podía encontrar el amor por si sola, que siempre soñó con conocer el mundo y luego sentar cabeza, era literalmente un presagio de mal tiempo. No se si pueda cumplir con mi deber, no se si pueda ser la persona que todos esperan que sea, pero si de algo estoy segura es que no quiero vivir como una prisionera. Una historia corta sobre dos almas muy diferentes, una enamorada de la vida y la otra enamorada de la vida de ella.


Romantik Nur für über 18-Jährige.

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No significa que te ame (one shot)

Crecí con él. Era mi mejor amigo. Y aunque no lo quisiera como él me quería a mí, tendría que fingir que si lo hacia. Blayze tenia más dinero que mi familia y un mejor titulo noble que mi padre. Si aceptaba su propuesta de matrimonio, dejaría de ser la "simple" hija de un Lord, y me convertiría en condesa. En la gran condesa de Alora.

En estos tiempo, aún cuando nuestro país fuera liderado por una soberana mujer, seguíamos siendo presas de lo que dictaban los hombres a nuestro alrededor, e intercambiadas como un saco de patatas por algo más valioso, como el titulo que Blayze podía entregarme a mi y a mi familia. Por nada, me criaron para ser su "Perfecta esposa". El problema es que yo nunca supe que todos mis estudios, las clases de música, de arte, de geografía, de lengua y de baile, eran para convertirme en la perfecta esposa de alguien. Pensé que realmente eran para mí. Pero bueno, siempre fui ingenua en cuanto a lo que se refiere a las intenciones de otras personas.

-¿Que dices, Juni?

Blayze estaba arrodillado frente a mí. Llevaba su cabello ordenado hacia atrás, una camiseta del mismo color de sus ojos y sus botas lustradas como nunca. Entre sus manos tenia una preciosa caja de marmol con un enorme y hermoso anillo de compromiso dentro, uno que probablemente había trascendido entre las mujeres de su familia, esperando mi respuesta. Es decir, no es como si pudiera decirle que no. Eso traería desgracia sobre mi familia. No tenia opción ni voz en cuanto a mi vida se trataba.

-¿Te casarias conmigo, Juniper Timmons?

Si realmente lo amara, esto sería mucho más fácil. Me refiero al fingir que estaba feliz ante esta propuesta. Y no es que sea malagradecida, es solo que nunca me imagine perdiendo mi vida por ser la esposa de alguien más. Yo siempre quise ser la compañera de alguien, la amante, la confidente, iguales en derechos y deberes, pero no la nueva adquisición de otro niño con mucho dinero que necesita un nuevo juguete para no sentirse tan solo en sus millas de tierra.

Mi madre, que estaba tras de mí, carraspeo un poco, como si supiera en lo que estaba pensando. Podía sentir su juiciosa mirada devorándome, y cuestionando cada uno de mis movimientos, esperando mi respuesta, y esperando obviamente una que ella había preparado durante tanto tiempo con gran esfuerzo.

Le sonreí a Blayze.

Él no era un mal partido. Es decir, si en verdad fuera como las otras mujeres de mi familia, incluyendo mi madre, todos dirían que me había ganado la lotería.

Blayze de Alora era un hombre distinguido, un joven elegante y muy guapo. Y sí, era mi amigo. Pero nada mas. No estaba enamorada de él, y la verdad es que no sabia si podía llegar a amar a alguien. Quizás algo en mí estaba estropeado y por eso no podía sentir amor. No quería fingir ser alguien que había esperado este momento durante toda mi vida, pero tampoco quería arruinar a mi familia.

-No tienes ni siquiera qué preguntarme si quiero hacerlo, Blay. --respondí, regalándome mi mejor fingida lagrima de alegría. --Por supuesto que me casare contigo.

Mi amigo asintió con modestia y coloco el precioso anillo de esmeralda sobre mi dedo anular, para luego besar mi mano y ponerse de pie nuevamente.

Toda mi familia exploto en vítores, recordándome que estaban aquí, que todo esto había sido por ellos. Este inherente show de pedir mi mano, cuando prácticamente mis padres me habían vendido a los padres de Blayze incluso antes que hubiera nacido, era para mostrarles a todos que éramos una familia legitima y bien portada. Una familia digna de tener una hija condesa.

Al menos Blayze había hecho algo lindo por mí. Pedirme matrimonio a la orilla del puente que hay en su propiedad, que conecta su estado con un hermoso bosque primaveral y que nos protege de un tormentoso río, al cual tengo tantas ganas de lanzarme.

No es que me vaya a suicidar, solo estoy exagerando. Es decir, podría haber sido mil veces peor. Podría haberme casado con un viejo abusivo y bebedor, pero obviamente con un titulo y riquezas que harían feliz a mi familia. O podrían haberme vendido a un joven príncipe que ni siquiera sabía vestirse solo. O quizás podría haber terminado con un imbecil como mi hermana Clara lo hizo.

Blayze no estaba tan mal. Era inteligente, amable, y respetaba mi forma de ser y vivir. Y quizás con el tiempo, podría llegar a amarlo como él me amaba a mí. Tenia que recordar que antes que él se enamorara de mí éramos mejores amigos, y no creo que por casarme con él perdamos esa complicidad.

-Serás la mujer más feliz de todo el reino. --me prometio mi futuro esposo.

Yo le sonreí, o al menos a actúe hacerlo.

Mi atención volvió al río bajo nosotros. No, no quería sumergirme en él. Quería ser como él. Quería ir donde quisiera, donde el destino me llevará; Quería arrasar con todo, quería lucir impenetrable, impredecible y libre, como el agua que corría en él.

Quizás sí me lo quedaba mirando por unos segundos más, el río escucharía mi llamada y me concedería el deseo de convertirme en algo tan mágico como él.

¿Qué digo? Esas cosas solo pasan en los libros que mis hermanas tanto odiaban que leyera.

Levante mi mirada hacia Blayze y sus ojos grises se encontraron con los míos. Si, podría haber sido peor. Debiera agradecer que al menos me casare con un hombre como él y que además, conozco como la palma de mi mano.

-Y tú serás el hombre más feliz del reino. --Y eso no lo dije para complacerlo. En verdad creía que Blayze se merecía lo mejor del mundo. Era una buena persona, no era su culpa que nuestros padres nos utilizaran cómo mercancía en su propio mercado de nobleza y grandes riquezas.

Los ojos grises de Blayze se posaron sobre mis labios y supe lo que vendría a continuación. Pero no quería que él comenzara a robarme todo lo que soy incluso antes de estar casados, así que me adelante, lo tome de los hombros y de puntas de pie, uni mis labios con los suyos, saboreando la idea de que yo había sido la que decidía esto, la que había iniciado esto, la que le había robado a él un beso y no él a mi.

Mi familia y la suya, volvió a explotar a nuestro alrededor en vítores, en murmullos y en exclamaciones de alegría y apoyo a favor de nuestro compromiso.

Y mientras Blayze me abrazaba y me levantaba del piso, para besarme con más facilidad, pude sentir la aprobación de nuestros padres a nuestras espaldas. Pude sentir el sonido de las botellas de champaña abrirse para inaugurar la celebración de mi compromiso oficialmente. Pude incluso sentir el sonido de las piedras que acarreaba el río como si estuviera juzgándome por rendirme tan fácilmente. Y aunque estuviera de acuerdo con él, no tenia más opción que esta.

Tenia que casarme con Blayze. Tenia que convertirme en condesa y tenia que hacerlo por mi familia y todo el tiempo que invirtieron en convertirme en quien soy, porque aunque ellos lo hayan hecho por las razones inadecuadas, no puedo actuar desagradecida ante mi inmaculada educación, cuando se que hay miles de mujeres en el reino que ni siquiera pueden acceder a algún libro, o que incluso no sabrían que hacer con el. Es un sacrificio por otro. Mi libertad por mi conocimiento.

Una vez que Blayze se aburrió de besarme, me depositó de nuevo en el puente de madera y envolvió mi cuerpo con sus fuertes brazos, guiándome hacia el lado contrario del bosque, donde nuestras familias se habían instalado a espiar su propuesta y por supuesto mi respuesta.

-Se que odias esto, Juni.

Y sí, mi querido amigo me conocía muy bien. Eso era un buen punto a favor de nuestro matrimonio concertado.

Me libere de su abrazo, y lo tome de la mano, deteniendo su caminar.

-No es que lo odie... --le digo, mientras sorteamos el sendero barroso que lleva a su enorme casa. --No te odio a tí y a lo que has hecho para pedir mi mano. Lo que odio es...

-Eso. --dice, interrumpiendo mi confesión y señalando a nuestras familias, tan bien acomodadas bajo el parral. --Odias que ellos interfieran.

Yo asiento y apoyo mi cabeza en su hombro.

-¿Porque tienen que hacerlo?

Blayze deja escapar un divertida risa, que aunque no lo crean, se convierte en un gran consuelo para mi en estos momentos.

-Porque si no lo hace, entonces de quien nos reiremos noches y días enteras...

Yo sonreí de lado en respuesta.

Esto era porque Blayze era mi mejor amigo. Es decir, todo a mi alrededor podría parecer un desastre, una noche oscura sin luna y estrellas a la vista, y él tan solo necesitaría decir una tontería para convertir ese vacío en mi alma, en algo menos insoportable. Y si lo pensaban bien, era otra de sus buenas cualidades como esposo.

Si tengo que vivir mi vida atada a un hombre a quien no amo, estoy feliz de que sea Blayze.

-¿Cómo haces eso?

Blayze pestañeo un par de veces. Me ayudo a cruza la ultima parte fangosa del sendero, tomando mi cintura y elevando mi cuerpo, para así no enterrar mis zapatos en el barro ni ensuciar el preciado vestido que mi madre mando a confeccionar meses atrás, asegurando que luciera perfecta en este día tan importante para todos.

-Me refiero a convertir mi ceño fruncido en una sonrisa.

Él, tan modesto como siempre, se encogió de hombros y tiro de mi muñeca para apresurar mi caminar.

-No puedes saber todos mi secretos, Juni.

Yo entrecerre mis ojos. Y sí, debo admitirlo, Blayze podía lucir irresistible de vez en cuando. No me malinterpreten, mi mejor amigo es muy atractivo, todas las mujeres de Alora, de TODAS las edades lo sabe, incluyéndome. Incluso fuera de Alora lo saben. Y Blayze, teniendo una fila entera de pretendientes con mucha más dote y titulo que mi familia, me termino eligiendo a mí. Y eso también es muy atractivo.

Recuerdo cuando teníamos 14 años, Blayze se empeño en enseñarme a navegar, defendiendo sus intenciones con el argumento de que siendo de un pueblo costero, sería de mucha ayuda (Claramente se refería a que seria muy provechoso si su futura esposa sabía navegar las aguas de su tierra, pero éramos muy inocentes para pensar que ese era el verdadero objetivo de todo eso). Bueno, el punto es que como tenia que practicar todo lo que había aprendido en la pileta de su enorme casona de verano, Blayze me llevo a una laguna no muy lejos de su hogar, y lo suficiente segura para mi, siendo una principiante, pudiera convertirme en capitana de mi propio velero. Pero las cosas no fueron como planeábamos y una tormenta nos sorprendió en medio del lago, arrastrándonos a cada segundo más lejos de la seguridad de la orilla. Blayze estaba asustado de que algo pudiera pasarme y lo hizo, es decir, si me paso algo. Pero no un accidente. Bueno, si podemos llamarlo así, porque en medio de la lluvia y el viento, Junto a Blayze con su camiseta mojada, y su largo cabello color azabache húmedo y siendo hondeado por la brisa traicionera, mis emociones y hormonas de adolescente me traicionaron y termine besándolo. Y bien, fue un inocente beso, sin ningún significado más que excitación femenina y juvenil, pero para Blayze significo otra cosa. Yo no sabia o estaba enterada, ni muchos menos esperaba, que él estuviera enamorado de mi pero que no quería decirlo por miedo a perderme como amiga, y yo, tan impulsiva como siempre, voy y lo beso, entregándole la señal que él necesitaba para confesarme lo que sentía por mi. Y si, ahora se repetía la historia. Blayze malinterpretando mis intenciones y yo ocultando la verdad de ellas para no romper su corazón y no destruir la reputación de mi familia.

Al fin y al cabo, soy yo la que tiene el problema. Soy yo la cínica y cobarde que no dice la verdad. No es mi familia y sus ambiciones y falta de moral. No son los padres de Blayze y su atracción por las cosas bonitas y su constante consentimiento hacia su hijo. Y mucho menos es culpa de mi amigo, que siempre me ha respetado y cuidado de mí misma. Es mi culpa y de nadie más.

-Si está intentando conquistarme, Señor Alora, déjeme señalarle que ha fallando estrepitosamente.

-Pues permitame estar en desacuerdo con usted, señorita Timmons. Creo que lo estoy haciendo increíble.

-Ah. Pues si lo dice con tanta cordialidad, Señor Alora, tendré que permitirlo.

Blayze no pudo aguantar más y dejo escapar un dulce carcajada, rodeándome con uno de sus brazos.

Este juego lo inventamos cuando teníamos 10 años y nos escabullimos a una fiesta de compromiso de una hermana de mi madre. Veíamos como todos en la fiesta hablaban de una forma tan extraña, tan forzada, con tanta formalidad, rectitud y ceremoniosidad, que nos parecía tan increíblemente estúpido e innecesario, que comenzamos a imitarlos y se convirtió en una rutina divertida para distraernos durante horas. Y al crecer, y vernos obligados a actuar de la misma forma, solo nosotros sabríamos que jamas intentamos actuar como los demás y solo estábamos burlándonos de ellos. Era nuestro pequeño secreto, como tantos otros que compartíamos.

-Juniper.

Levante mi mirada en su dirección, y lo descubrí tensando su quijada. Y eso no era porque estuviera nervioso, sino porque algo no andaba bien.

-¿Qué sucede? --respondí, alejándome de su agarre y colocándome frente a él.

-Se que esto no era lo que habías soñado...Me refiero a cómo sucedieron las cosas hoy.

Bueno, si somos sinceros, jamás había soñado con casarme, ni con ser la esposa de nadie, pero obviamente eso Blayze no tenia por qué saberlo.

-No lo entiendo...-Y era cierto. ¿Porque Blayze estaba preocupado por mi opinión acerca del compromiso? No es como si él hubiera tenido alguna opción tampoco. Siempre estuvimos destinados a caer en los brazos del otro. --¿Tu no querías...?

-¡Oh, Claro no que no es eso, Juniper!--exclamo, ofendido. Sus manos, tan firmes y suaves se posaron gentilmente en mis hombros. --Es solo que te conozco lo suficiente para saber que no estas contenta con todo esto. Y no quiero verte sufrir, no quiero que te sientas obligada a hacer algo que no quieres hacer. Si no es tu deseo estar conmigo de esta manera, voy a entenderlo.

Mis ojos se llenaron de entendimiento, y eso provoco en mi alma un retorcimiento.

No quería romper su corazón. Blayze no merecía esto. No quería hacer de esto un problema para él, y aunque toda la vida me habían dicho que tenia que convertirme en la condesa de Alora, ver al hombre que podía hacer eso realidad, aquí, frente a mí, con sus ojos grises reflejando su tormento interior, y un corazón tan noble, que nadie podía ser digno de tenerlo, mucho menos yo, me hizo entender, que aunque por muy fuerte que fuera mi deseo de libertad e independencia, no podía hacerle daño a la única persona en este mundo que jamás había sentido vergüenza de mi. No podía dejar que mi rabia hacia mis padres interfiriera en todo esto.

Era buena fingiendo. Podía fingir mucho tiempo que lo amaba, y quizás algún día me despertaría creyendo esa farsa, tanto como él lo hacia.

-Tienes razón en una cosa. --dije, en un susurro vacilante. Aclare mi garganta y me permití llenarme de aquella calma que tanto caracterizaba el espíritu de mi amigo. --No es lo que había soñado...

Las manos de Blayze caen sobre mis brazos, intentando alejarse de mí, pero no se lo permito. Lo retengo de las muñecas y dirijo una de sus manos cerca de mi corazón, esperando que el palpitar constante de este le permita creer en mis palabras más de lo que yo creo en ellas.

-Es mucho mejor.


Las mujeres de mi familia habían estado planeando mi boda en secreto por meses, antes de que mi compromiso con el heredero de Alora se hiciera oficial. Y no sentían remordimiento alguno ante la idea de haber conspirado a mis espaldas durante tanto tiempo.

Y con la familia de Blayze no era una historia diferente.

Dos noches atrás, habíamos decidido quedar en puente del bosque, en el mismo lugar donde me había pedido matrimonio, para desahogarnos con lo que respetaba a todos los planes de la boda. La misma que se celebraría hoy en unas horas más.

Nos habíamos decidido por encontrarnos a escondidas aquel día de cielo despejado y de noche de verano, escapando de todo, hartos de los quehaceres, las pruebas de vestuario y las miles de invitaciones a personas que ni siquiera conocíamos, para así no alertar a nadie de nuestra junta prenupcial, que para muchos en la nobleza podría lucir fuera de lugar.

Me las arregle para no generar sospechas entre mis hermanas y mi madre, que no me dejaban ningún momento a solas. Le pedí a una de las chicas que trabajaban en la casa que me ayudara a escapar durante la noche y espere por mi futuro esposo en el medio de aquel viejo puente.

El agua del río que viajaba constantemente bajo mis pies, ya no lucia tan tormentosa y desesperada. No sonaba furiosa, sino que más bien parecía más perseverante. Incluso, el color del agua había cambiado, de un gris como el de los ojos de Blayze a un azul como el de mi vestido imperial de verano. Parecía recién drenada del mar, y tan cristalina, que podía divisar entre la espuma y la fuerte corriente, algunas piedras de colores y plantas acuáticas que parecían estrellas en el agua.

-Siempre estuviste obsesionada con el agua. En especial con este río.

Blayze jamás me saluda. O al menos, no de la forma tradicional. Era típico de él saludar en forma de un comentario, así la conversación siempre seria interesante y jamás trivial, como una vez me explico él mismo cuando llevábamos algunos meses de conocernos. Eramos pequeños, quizás unos seis años cada uno, pero igual de francos y directos que ahora.

-Yo no te restriego en la cara tu obsesión por las constelaciones.

-Lo estas haciendo ahora.

Mis manos fueron directo a mis caderas. Siempre elegia esa postura para enfrentarme a Blayze. Y él sabia perfectamente lo que significaba.

-No creo que haya nada de malo en admirar las formas que tiene el agua de manifestarse a nuestro alrededor.

Mi amigo, vestido igual de formal que yo, debido a las constantes pruebas de vestuarios a las que habíamos sido sometidos durante estas semanas, me sonríe de lado. Y si mis amigas de la ciudad lo estuvieran viendo, me dirían que era la mujer más afortunada del reino, al tener a un chico como Blayze a mi lado.

-Y yo no creo que haya nada de malo en aprender sobre el infinito cielo y su historia.

Las manos de Blayze se posaron en ambos lados de mi cintura, rompiendo mi firme postura y atrayendo mi cuerpo hacia el suyo.

Desde que estábamos comprometidos, él había cambiado la palabrería y la formalidad, por algo más ardiente. Y me gustaba. Me ayudaba a fingir menos y a dejarme llevar por esta nueva y arriesgada faceta suya.

-Podemos acordar que ambos estamos un poco dementes. --respondí, mientras él no dejaba de mirarme como si fuera lo más valioso de su vida. Algo que me sorprendía, porque Blayze era uno de los nobles con más dinero en toda Erebres.

No sé que lo hizo dar el paso, pero de pronto, me estaba besando. Y no como yo lo había hecho el día en que se anuncio nuestro compromiso, ni tampoco cómo nos habíamos besado cuando teníamos 14 años. Esto era completamente diferente. Esto no tenia nada que ver con nuestro matrimonio a la vuelta de la esquina ni mucho menos con el amor que tanto profesaba por mí. Esto era un beso de lujuria y frenesí. Y me fascinaba.

Blayze dejo de sujetar mi cintura y se decidió por acariciar mi rostro, rodeándolo con sus firmes y suaves manos, Provocando que la nueva cercanía me volviera más irracional todavía. Y profundice nuestro beso atrayendo su cuerpo sobre el mío. Mis manos comenzaron a vagar por su torso cubierto por la tela de su abrigo de noche, recogiendo parte de ella dentro de mis puños, y deteniendo el movimiento cerca de su corazón, sintiendo como sus latidos, tan constantes hace unos segundos, ahora eran un desastre sin continuidad, cambiando el ritmo cada vez que nuestras bocas embestían una sobre la otra con mayor intensidad.

Si alguien me hubiera dicho que el buen joven heredero de Alora, tenia este fuego irresistible en su interior, quizás no hubiera estado tan reacia a la idea de haber sido entrenada toda mi vida para ser su esposa ideal. Es decir, no creo que lo ame, pero sí esta es la forma en que vamos a besarnos todas las noches después de que nos casemos, y que otras cosas más que aun no descubro de esta nueva faceta suya, no me molestaría para nada ser condesa.

De pronto Blayze rompe el hechizo, y deja de besarme. Nuestros rostros, tan solo iluminados por la luna, lucen agitados, sonrojados e incluso algo difusos, pero no por la falta de luminosidad, sino porque la pasión nubla mi vista de una forma que jamás pensé que sucedería. Bueno, ni siquiera llegue a pensar en un matrimonio con este tipo de pasión en medio, ni mucho menos con Blayze, que era tan correcto y ceremonioso siempre que estábamos solos.

-Hubiera preferido esto. --le digo, con una voz melodiosa, como si mi cuerpo supiera que era lo que volvía loco a mi futuro esposo.

El cabello de Blayze caía sobre su frente, igual que las ramas de los arboles sobre nosotros. Su mirada no dejaba a la mía, y sus manos no soltaban mis caderas, porque sí, ahora estaban en ese lugar. Ni idea cómo habían llegado ahí.

-¿A que te refieres?

-Me refiero a que esto hubiera sido mil veces mejor idea para pedir mi mano.

Blayze deja escapar una sonrisa descarada.

-Lamentablemente esto...-y señalo el poco espacio que había entre nosotros. --no era apto para todas las edad. Ni mucho menos para nuestros anticuados padres.

Yo hice un mohín, mosqueada ante la idea de que por culpa de nuestras familias, Blayze me había privado de todo este frenesí de emociones.

-Pero si...-añadió, acariciando la parte donde sus manos ahora se encontraban, arrugando parte de la tela azulada de mi vestido. --A mi también me hubiera gustado hacerlo de esta manera. De noche, bajo las estrellas como únicos testigos, contigo a mi lado, tan cerca que no sabría distinguir cuál era mi aliento y cuál era el tuyo...

-Así que sí habías soñado con pedirme matrimonio.

La cejas oscuras de blayze se dispararon hacia arriba, sorprendido ante la idea de que aunque quisiera ser discreto, yo sabia leerlo muy bien.

-Lo cierto es que si te contara todos los sueños que he tenido contigo, dejarías de pensar en mi como un hombre de decoro y honor.

Mis mejillas se sonrojaron, y otras partes de mí que no estaban a la vista también reaccionaron. Me gustaba verlo así, tan seguro, tan coqueto, tan libre de reglamentos sociales. Me recordaba al Blayze del velero, aquel día de la tormenta. Me recordaba a mi amigo de los juegos de azar, de las noches en su tejado, y de las travesuras de niños que nos mantenían castigados por semanas.

-Y no querríamos que eso sucediera ¿Cierto, Señor Alora? Es decir, tiene una reputación que cuidar.

Él asintió, siguiendome el juego.

-Por supuesto que tengo que cuidar mi reputación, Señorita Timmons. Es decir, ¿Qué sería de mi persona sin reputación?

Me aleje de sus manos, haciendo una reverencia, intentando recordar cómo nos comportábamos en sociedad, exageradamente, para burlarnos a espaldas de nuestros padres y su amor por el decoro.

-No le he contado...-me encamine hacia el otro lado del puente, el que daba hacia el bosque, pasando por su lado con gracia y potestad, como lo hubiera hecho en un salón de la ciudad. --En tres días más ya no seré la Señorita Timmons.

Blayze me tomo de la muñeca y me acercó a si mismo, con delicadeza, pasando sus dedos por mi palma y luego uniendo uno a uno con los míos.

-Me esta diciendo que... ¿Se ha comprometido, Señorita Timmons?

Yo asentí en respuesta, y lo bese en la mejilla, liberándome de su toque nuevamente.

-Creo que no podremos vernos nunca mas, Señor Alora.

-Pues entonces tenemos que aprovechar el tiempo que tenemos para estar junto, hasta que eso pase. --respondió, fingiendo pesar. --Me gustaría despedirme de usted apropiadamente.

-Puedo aceptar un ultimo paseo acompañada de usted, Señor.

Yo le sonreí divertida y deje que me guiara por el sendero del bosque, siendo la luna y las estrellas los únicos testigos de nuestras rizas y roces deliberados.

Era tan extraño aceptar este tipo de caricias con tanta apertura. Blayze siempre fue muy respetuoso conmigo, incluso cuando yo lo bese aquella vez en el velero. Jamás intento repetir aquel acto, y siempre que salíamos junto a explorar el bosque o a divertirnos a la ciudad mantenía su distancia. Pero ahora que nos íbamos a casar en tan poco tiempo, algo se había apoderado de su seriedad y sus extraños modales, siendo reemplazados por algo más interesante, más atractivo, y me atrevería a decir, más peligroso. Y me gustaba.

Creo que me gustaba este Blayze menos ceremonioso y más decidido.

Con ese pensamiento presione más mi mano sobre la suya y le sonreí, pero no con sorna o burla, sino en forma de agradecimiento.

Odiaba admitir esto, pero sí, mis hermanas tenían razón. Blayze sería un perfecto esposo.

-Ya estamos por llegar. --murmuro él, mientras esquivábamos algunas ramas caídas de un enorme árbol anciano.

Sé dónde vamos.

Cuando teníamos 9 años le rogamos a los padres de Blayze que nos dejaran construir una casa del árbol en el medio del bosque de la propiedad de los Alora. Obviamente no nos permitieron participar, con la excusa de que la "nobleza" no se rebajaba a ese tipo de trabajos, por lo que los padres de mi amigo contrataron a algunos obreros de la ciudad y les pagaron muy bien para construirnos una modesta casa en un enorme y arcaico árbol, uno que destacaba de los otros.

Blayze lo había elegido, nunca supe porque. Pero cada vez que subíamos a la casa del árbol, él bajaba la guardia y podíamos ser nosotros mismos sin miedo a nada. De hecho, la primera vez que una joven se le lanzo encima, sabiendo quién era y queriendo atraerlo con sus perfectos atributos, lo encontré maldiciendo en este lugar. Y no solo se refugiaba aquí de las miles de pretendientes que lo perseguían día y noche, sino que también de sus deberes, y de su padre.

Yo era la única que sabía lo importante que era para él este lugar, y eso por extraño que pareciera, me hacia sentir especial.

-Pensé que había desaparecido con la tormenta del año pasado.

Mi amigo negó con la cabeza y me acerco a su cuerpo, pasando sus manos por mi cintura, y envolviendo mi cuerpo en un abrazo. Apoyo su barbilla sobre uno de mis hombros y me señalo parte de la estructura que se dejaba ver entre el follaje del bosque y la luz de la luna.

-Esa no es la casa del árbol que recuerdo.

Blayze aspiro sobre mi hombro, haciendo que su aliento provocara cosquillas en el lóbulo de mi oreja y me diera vuelta el estomago.

Eso jamás había pasado. ¿Estaré enfermando? Ayer comí bastante pastel, quizás sea eso.

-Pues eso es porque no es la misma casa del árbol.

Su voz sonaba animada, como si estuviera a punto de contarme un secreto.

Me voltee, para mirarlo directo a los ojos, y la tormenta reflejada en su grisacea mirada volvió a hacer que mí estomago diera vueltas.

Si, debío haber sido el pastel. Debo recordar no comer tantos dulces en nuestro día de bodas.

-¿Qué has hecho, Blayze?

Él no dice nada, solo señala el angosto y barroso sendero de piedras que ambos hicimos años después de que la casa fuera construida.

Cuando comencé a caminar, intentando solo pisar las piedras y no el barroso camino, para no seguir ensuciando el doblez de mi vestido, me di cuenta de que había luz dentro de la pequeña casita del árbol.

-La he mandando a reconstruir. --declara mi amigo, tras de mi.

No tenia palabras para describir lo hermosa que había quedado.

El año pasado, un horrible clima había azotado a la zona y debido a los fuertes vientos, la mitad de la casita había quedado destruida. Blayze estaba devastado, porque este lugar era muy importante para él. No solo porque era su refugio, sino porque lo habíamos decorado juntos y nuestro mejores recuerdos estaban dentro de esa casita. Recuerdo haberlo visto tan deprimido que le prometí que diseñaríamos una nueva y renovada casita del árbol, y que crearíamos nuevos recuerdo. Claro, lo que único que logre hacer fue entregarle el diseño de la nueva casita, que era exactamente como lucia la construcción frente a mí. Pero no había podido comenzar los arreglos para construcción porque tuve que hacer de niñera de mi sobrina por toda una temporada. Y ahora, ese plan, ese sueño, estaba frente a mí, luciendo exactamente como la había imaginado.

-Esto es... Es maravilloso, Blayze. --susurre, volteándomela en su dirección. --¿cuando decidiste reconstruirla?

-Cuando te vi correr hacia aquí durante la ultima discusión que tuviste con tus padres.

Yo enarque mis cejas.

-No es que te haya estado espiando, Juni... --aclaró él, y volvió a envolver mis manos con las suyas, trayendo consigo una extraña calidez a mi cuerpo. -Es solo que es difícil no prestarte atención.

Ah. Estaba coqueteando conmigo. Y mi cuerpo en vez de ignorarlo como debía haber hecho, me termino traicionando.

Mis mejillas se llenaron de un rosado extraño y podía asegurar que parecía una payasa, por el calor que emanaba de esa zona.

-Este lugar no solo era importante para mi. --explica Blayze, siendo tan caballero como siempre e ignorando mi sonrojes. --Fue un refugio para ambos. Y se que querías reconstruirlo por mi, pero no pudiste debido al estado de Lara...Así que lo mande a reconstruir por los dos, siguiendo tu diseño.

Blayze saca de uno de los bolsillos de su abrigo un papel amarillo y arrugado.

-¿Lo conservaste?

Estaba sorprendida. Es decir, esto fue hace un año. Y Blayze no era de lo que guardaban cosas así de insignificantes. O quizás, para él esto no era algo insustancial como quizás lo había sido para mi.

-Por supuesto que lo hice. --respondió, un poco a la defensiva. Rayos, lo había ofendido.

-Yo...

Lo cierto es que no sabía qué decir. Esto me había dejado algo confundida. Más bien, no era que los actos de Blayze lucieran confusos, era todo lo contrario, puesto que todos estos actos tan desinteresados y significativos por parte de mi amigo me estaban confundiendo.

¿Será que en verdad estoy enamorada de él y no me había dado cuenta hasta ahora? No. Por supuesto que no es eso. Tiene que ser obra del compromiso, que me ha dejado agota con tanto fingimiento.

-¿Quieres verla por dentro?

Yo asentí rápidamente, no confiando en mi voz. Y de hecho, prefería soltarme de su agarre, y decidí subir a la casita del árbol sin su ayuda, aun cuando la necesitara por culpa del fastidioso vestido y los zapatos de dama que estaba obligada a usar desde hace unos meses.

-¿Estas segura que no quieres mi ayuda?--Insistió Blayze desde arriba. Él ya había escalado todo el árbol hasta la casa del árbol.

-No necesite tu ayuda todos esos años atrás para llegar hasta arriba ¿o, si?

Él dejo escapar un impaciente resoplido y desaparecido por la entrada de la nueva casita del árbol.

Cuando por fin llegue hasta la entrada, suspire cansada. Pase mis manos sucias por la corteza húmeda del árbol, sobre la tela de mi vestido, dejando un rastro verde y marrón sobre él. Y luego me digne a apreciar esta sorpresa.

La casita era un poco más grande que la anterior. Sus paredes eran de una madera más lisa y posiblemente más costosa que la anterior, y estaban pintadas de tonos verdosos, como si quisieran mantener la trama del bosque dentro de ella también. Habían dos ventanas, algunas lamparas en cada esquina, una alfombra en el medio y sillas antiguas que reconozco de la casa de verano de Blayze.

La nueva y renovada casa es exactamente cómo le prometí a Blayze que sería y eso me enfurece. Debería haber sido yo la que le diera esta sorpresa a él. Debería haber sido yo la que lo dejara sin palabras. Debería ser él quien se sienta abrumado por este hermoso y gentil gesto, no yo.

¡Aggrr! Lo odio.

-¿Esto es algo así como un regalo de bodas?--dije, cruzándome de brazos y entrecerrando mi ojos, furiosa con Blayze.

Él reacciona de la misma forma. Enarca sus cejas y forma dos puños con sus manos a ambos lados de su cuerpo.

-Por supuesto que no lo es. --me recrimina. --Juniper. No porque seremos marido y mujer, dejaremos de ser amigos. Quiero que tengas claro que primero somos amigos y después somos pareja.

Mi furia no estaba justificada. Pero no quería no estar enojada con él. Era mucho más fácil sentirme ofendida que dejar que estas nuevas y confusas emociones afloraran por mi rostro. Además, Blayze solo me llamaba por mi nombre completo cuando realmente valía la pena hacerlo.

-No te creo. --replique, comportándome como una niña pequeña y malcriada.

Él aspiro una gran bocanada de aire, intentando no perder los estribos conmigo, aunque nunca lo hacía. Blayze era demasiado bueno como incluso para levantarme la voz. Y luego de que volvió a mirarme, dio un paso en mi dirección.

La altura del techo era solo un poco más alta que él, por lo que su cabello castaño rozaba parte del pequeño candelabro que colgaba del medio de la casita.

-Juni... --murmuro, volviendo a dar otro paso en mi dirección. sus botas se deslizaron con elegancia por la alfombra como si fueran pantuflas, sin hacer ningún ruido. Y ese era uno de sus geniales y extraños atributos. Ser cauteloso como una pantera. --Solo quiero hacerte feliz.

¿Cómo podía ser tan desconsiderada? Él había reconstruido nuestro refugio de la infancia, sin razón más que ser amable conmigo, y yo aquí reclamándole haberlo hecho como soborno.

-Escucha, Juniper. --añadió, dando un ultimo paso en mi dirección. Las puntas de sus zapatos rozando mi vestido, ante la cercanía e intimidad a la que habíamos llegado. --Lo mas importante para mi es verte sonreír como cuando nos escondíamos horas entre estas paredes y diseñábamos mascaras para asustar a los demás niños.

Yo sonreí ante el recuerdo de nuestras travesuras. Y parte de mi rabia desapareció.

-Eramos unos adolescentes muy pesados.

Él también rio ante el recuerdo. Sus manos dejaron de ser puños y también de estar a ambos lados de su presencia, atreviéndose a pasar sus dedos por la tela de mi vestido que cubría parte de mis muslos. La muselina se pegaba a sus largos dedos y luego volvía a su lugar.

Mi estomago de nuevo comenzó a molestar.

-¿Lo dices en serio?--dije, en voz muy baja, hipnotizada por los movimientos de sus dedos sobre la tela de mi vestido.

Blayze levanta su mirada, conectando con la mia. El gris de sus ojos se aclara, pareciéndose al color del cielo en un día de otoño en Alora.

-Me refiero a lo de ser amigos antes que...

-Si. --me interrumpe. Sus manos dejan de acariciar mi vestido y se deciden por acariciar ambos lados de mi cintura, atrayendo mi menudo cuerpo hacia el suyo, elegante y bien vestido.

-¿Porque? --me atreví a preguntar. Y también me atreví a tocarlo. Pose mis manos sobre las solapas de su abrigo y me incline involuntariamente hacia él, levantando la barbilla, para no olvidarme de mirar a sus ojos, como si tuviera miedo de romper nuestra cercanía con alguna tontería.

-Porque no puedo obligarte a ser algo que no eres. --susurro, cerca de mi rostro, rozando su nariz con la mía. --Ni mucho menos puedo obligarte a sentir algo que no sientes.

¿Que?

Blayze lo sabía. Todo este tiempo, él lo sabía. Todos estos años en que yo estaba segura de haberme convertido en una profesional en cuanto a mentir y fingir, él me había descubierto. Como siempre, había visto bajo mis pretensiones y lo sabía. Él sabia que yo no lo amaba, y de todas formas me pidió matrimonio, para salvarme del infortunio y los rumores.

Él sacrifico su felicidad para protegerme de la pretensiosa sociedad en la que estábamos encerrados. Blayze me pido que me casara con él sabiendo que yo no podía hacerlo feliz, solo para protegerme. Y esta revelación era lo que necesitaba para darme cuenta cuan equivocada estaba; Cuan desleal había sido conmigo misma y mucho más con mi amigo.

-Tu no sabes cómo me siento. --respondo. Y sus cejas se disparan hacia arriba en sorpresa ante mi tono afilado. --Porque yo tampoco lo se. Quizás podamos averiguarlo juntos.

Y Lo bese. Me lance a sus brazos y lo bese. Lo maravilloso de mi osado movimiento, fue que Blayze jamás se hubiera esperado que mi respuesta ante su sinceridad fuera todo lo contrario a lo que él creía que yo sentía.

Envolví mis brazos tras su nuca, pasando mis dedos por su cabello, desordenando su peinado y quitando el moño que mantenía su cabellera ordenada en una pequeña cola de caballo. Y cuando Blayze reacciono finalmente a mis labios, sé que no habría vuelta atrás.

Esa sensación extraña dentro de mí, ese dolor de estomago, y esa comezón en cada lugar que los toques cálidos de Blayze podían alcanzar de mi piel, tenia que significar que estaba equivocada. Sus labios sobre los míos, dejando que el fervor y la necesidad se apoderaran de la gentileza y suavidad de sus movimientos, y mi falta de protesta ante este intenso cambio de escenario, tenia que significar que ambos estábamos equivocados.

Blayze comenzó a retroceder, envolviendo sus brazos a mi alrededor y apegando mi cuerpo al suyo, convirtiéndonos en solo uno, mientras nuestros deseos eran saciados por nuestras desesperadas bocas, una sobre otra, anhelando devorarse sin restricciones.

-¿Qué significa esto? --susurro él, entre besos, y levantando mi peso del suelo, lanzándolos sobre una de las sillas de la casita.

Yo me acomode sobre su regazo y pose mis manos sobre las puntas del pañuelo que abrigaba su cuello, deslizando la tela por mis dedos lentamente, hasta dejarlo caer tras de nosotros.

-Que tenemos que averiguar de alguna un otra forma que es lo que siento por ti.

Los ojos de Blayze, grises como el rio bajo el puente del inicio del bosque se oscureció mas de lo que mi sentido de sensatez podría soportar.

-¿Estas segura de qué quieres hacerlo?

Yo bufe ante su respetuosa actitud. Es decir, estamos despeinados, nuestros labios enrojecidos, su rostro manchado por mi labial, y su camiseta semi abierta por mis traicioneras manos. Y a pesar de todo lo que nos habíamos permitido avanzar, él seguía preocupado por mí, y por no saber si yo correspondía su afecto.

-Seremos Marido y mujer en unos días...-respondí, rodeando su rostro con mis manos. --Creo que podemos romper esta regla, si ya hemos roto suficientes desde que nos conocimos.

-No quiero que hagas esto por las razones equivocadas, Juni. --confesó, mientras envolvía mis manos con las suyas, dejándolas caer entre nosotros.

Fruncí mi ceño.

No estaba haciendo esto porque quisiera hacerlo feliz. Realmente quería hacer esto porque necesitaba averiguar que significaba todo lo que él me hacia sentir cuando me tocaba con sus manos cálidas, y sus labios suaves; Ansiaba saber que era todo esto que Blayze había despertado en mi mente y corazón.

-No lo hago por contentarte. --dije, sin vacilar, volviendo a acariciar su barbilla, donde una incipiente barba hacia cosquillear a mis dedos. --Sabes que no soy ese tipo de mujer.

Blayze asintió, sonriendo e imitando mi caricia sobre mi mejilla.

-¿Entonces porque lo estas haciendo?

Bien. Era tiempo de dejar de ser tan cobarde y de ocultarme tras mis prejuicios y opiniones en contra de la sociedad de la cual era prisionera, porque Blayze jamás me obligaría a ser cómo nuestras familias querían que fuera. Nunca sería una prisionera junto a él. Nunca lo había sido. Si alguien había terminado siendo prisionero del otro, ese era Blayze, enamorado de mi, sabiendo que yo no sentía lo mismo que él, pero ahora las cosas eran diferentes.

Su sinceridad me había dado el valor para no ignorar lo que sentía y ser lo suficientemente valiente para seguir con esto. Para convertirme en su esposa, incluso cuando hacerlo iba en contra de todo por lo que había luchado.

-¿Porque me has pedido matrimonio?--tenía que averiguar la verdadera razón por la que Blayze había renunciado a un matrimonio con una joven que lo quisiera para casarse con alguien tan confundida y revoltosa como lo era yo.

-Porque no quiero una esposa trofeo, Juni. --respondió, pasando sus manos por mi cabello y quitando parte los lazos rosados que adornaban mis trenzas. --Sabes que jamas estuve interesado en eso.

-Entonces me quiere porque soy lo suficiente irrespetuosa como para contradecirte.

ÉL rio, y el sonido retumbo contra mi pecho e incluso entre mis piernas, tan cerca de su erección, que aunque quisiera, Blayze no podía ocultar de mi, porque estábamos demasiado cerca uno del otro de nuestra excitación.

-Por supuesto que no es eso. --volvió a pasar sus manos por mi cabello y luego las dejo caer sobre mi cintura.--Te quiero a ti porque se que seremos compañeros antes que prometidos. Sé que no serás mi esposa o mi mujer, serás siempre primero mi aliada, mi amiga. Y eso es lo que más admiro de ti. No necesito tu silencio, necesito tus ideas y tu sinceridad. No necesito que estes de acuerdo conmigo, necesito que me digas cuando estoy haciendo las cosas mal y sabes que soy bueno para equivocarme y tu eres muy buena para recordármelo... -ambos reímos y las risas volvieron a provocar que nuestra excitación aumentara. --Te quiero porque eres autentica, porque se que puedo ser feliz a tu lado aún cuando no me ames como yo te amo a tí.

Cerré mis ojos ante esa ultima frase. Blayze jamás había confesado en voz alta que me amaba. Una lagrima todo por mi mejilla y luego otra y otra. Abrí mis ojos e incline mi cabeza hacia la suya, chocando mi frente con la de él.

-¿Sabes porque respondí que "si" a tu propuesta?

Él negó con su cabeza, rozando su nariz con la mía y pestañeando mis lagrimas fuera de mis ojos, respondí:

-Porque sé que eres la única persona que me ama por quien realmente soy.

Y volvi a besarlo.

-Y quiero hacer esto porque quiero amarte. --otra lagrima rodó por mi mejilla, cayendo sobre la mejilla de Blayze, como si compartiéramos ya nuestros secretos. --Como tu me amas a mi.

Y esta vez, fue él quien me beso. Y esta vez, no dejamos que nuestras preguntas y respuestas aun no pronunciadas fueran un impedimento para seguir avanzando. Para entregarnos uno al otro en cuerpo y alma, como jamás pensé que me entregaría a alguien.

Las manos de Blayze bajaron las mangas de muselina de mi vestido con delicadeza, tomándose su tiempo y preguntándome a través de su mirada si podía continuar su camino hasta liberarme por completo de ese odioso vestido. Y mi respuesta fue besarlo con más ansias, introduciendo mis manos bajo su camisa y quitándosela como me imagine que lo haría en nuestra noche de bodas.

No quería a Blayze, pero no era cierto realmente.

Sus labios se desplazaron desde mi boca hacia mi cuello y mis hombros. Sus manos acariciando partes que ni siquiera yo había acariciado.

No lo quería, pero lo cierto es que sí. No quería amarlo porque era lo que siempre me dijeron que tenia hacer y sentir. Mi familia, mis hermanas, todos siempre me obligaron a amarlo, sin preguntarme si realmente lo hacia, y odiaba hacer lo que se esperaba de mí; Odiaba tener que asumir que mi familia había ganado, y quizás no amarlo era la forma en la que me estaba revelando de todos esos mandatos, las restricciones y los deberes.

Mis labios se volvieron a unir con los suyos y nuestras lenguas danzaron como si estuvieran bailando ballet. Y un gruñido de satisfacción escapo del fondo de mi garganta.

No querer a Blayze me liberaba de mi familia. No quererlo me hacia sentir libre, pero era otra mentira más que me estaba diciendo para no dejarme sentir.

-Creo que si me besas así por el resto de nuestras vidas, puedo terminar más enamorada de ti de los que te puedes llegar a imaginar.

Blayze sonrió de lado, con sorna.

-Eres Indomable, Juniper.

Las campanas de la iglesia eran una buena distracción para no remontarme a lo que paso hace unas noches en la casa del árbol.

Mi padre lucia su mejor traje a mi lado, sonriéndome con orgullo y lagrimas en sus ojos.

Mi madre y mis hermanas ya estaban dentro, incluso más pletóricas de lo que acostumbraban a ser. Y mis sobrinas me ayudaban a acomodar el largo y ostentoso velo tras de mí.

Por el rabillo del ojo pude divisar a los padres de Blayze entrar apresurado a la iglesia, saludándonos con premura a mi padre y a mí.

-Los Aloras siempre atrasados...--comento entre risas una de mis sobrinas mayores.

Mi padre y yo aguantamos una risa.

-Gracias al cielo Blayze no es así. --dijo mi otra sobrina.

El nombre de mi futuro esposo, provoco que las campanas no fueran suficientes para reprimir los recuerdos de aquella noche en que nuestros cuerpos se anhelaron y adoraron uno a otro. Mis mejillas se sonrojaron ante el hecho de que podríamos repetir lo que sucedió en esa casa del árbol cuantas veces quisiéramos una vez que estuviéramos casados.

-Es hora, Hija mia.

La voz tímida de mi padre me devolvió a la realidad y cuadrando mis hombros le deje que me llevara hasta el altar.

Y al ver a Blayze, sonriendo en mi dirección, me di cuenta de lo nerviosa y feliz que estaba.

Mi padre me dejo en el altar, despidiéndose de mi con un apretón de manos y saludando a Blayze con una reverencia.

No podía creer que esto estuviera realmente pasando y que yo estaba completamente de acuerdo con ello.

Nunca pensé que estaría tan feliz de casarme.

-¿Como te sientes?--susurro Blayze, mientras el obispo acomodaba sus cosas frente a nosotros.

No queria decir una banalidad.

Hoy queria ser sincera. Quería dejar las trivialidades y los juegos mentales. Él se lo merecía. Era mi mejor amigo, y pronto se convertiría en mi nueva familia y mi compañero de vida.

-Voy a poder amarte, Blayze. --susurre, mirando de reojo al obispo, mientras recitaba una plegaria. --Pero eso no significa que no te ame ahora también.

26. August 2020 03:49 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

Über den Autor

Alyssa Reigns Hola lectores y escritores del mundo! mi nombre es Alyssa y estoy aquí porque mi mayor sueño es convertirme en escritora profesional, para ser la persona que los haga sonreír, llorar, disfrutar, amar y odiar, todo al mismo tiempo con tan solo unas cuantas palabras sobre una hoja. ¡Un consejo! sueñen a lo grande y no permitan que nadie les diga lo contrario, porque los seres humanos estamos aquí en este planeta para cumplir nuestros sueños. atte Alyssa

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