Kurzgeschichte
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ESPANTAPAJAROS

En algún punto de la Ciudad de Buenos Aires se encontraba Esteban en su departamento con las botas negras sobre la mesa, tomando una cerveza, con auriculares, escuchando Rock and Roll, vistiendo una remera Rolling Stone.

De fondo estaba ella, hermosa y dulce, quien le preparó la comida y se la llevó a su pareja.

- Está fría – le dijo bruscamente – Y le falta sal –

- Bueno gordito, no quería interrumpirte con tú música. Cuando estas en tú sillón es tú momento de creatividad – Le contestó Romina

Ella decía esto porque él la maltrataba seguido diciendo que no lo molestara en cuanto se encontraba escuchando música. En ese sillón, el sillón de la creatividad.

Comieron juntos, pero en silencio. Romina reprimía su angustia, pero mostraba, a su vez, signos de jovialidad. Todo esto a efectos de evitar ser agredida por su pareja, como en oportunidades pasadas: “¿Qué es esa cara? ¿No estas contenta? ¿Qué es lo que tanto te angustia? ¿Lo material? ¿No te gusta el barrio?”

Ella lo estaba logrando, ¡Una cena sin peleas! Prende la Televisión con el objetivo de llenar el espacio vacío durante la comida. Él enciende un cigarrillo, y toma una cerveza, la quinta lata de cerveza.

En la TV había una noticia de femicidio. Romina abrió los ojos, y se quedó escuchado. Él apagó la tele.

- Estaba viendo, Esteban –

- ¿Para qué? Son cosas negativas. ¿Te queres llenar la cabeza de eso? –

- No, pero… estaba viendo –

Se generó un silencio. Él no respondió. Respiró profundamente, y le dijo: - ¿Queres uno? Ella aceptó. Era un porro. Ambos fumaron.

Esteban por el alcohol y la marihuana sintió nauseas.

- Mi amor, ¿te ayudo a ir al baño? –

Rieron ambos, un montón. Bailaron de cualquier manera. El prendió el reproductor de música, y escucharon Ratones Paranoicos. Siguieron girando. ¡Rock and Roll, nena! – Ella sonreía. De ese Esteban se había enamorado, despreocupado y que la hacía olvidar de todo.

Cayeron desplomados sobre el lecho en su cuarto. Ahora el tenía un Whiskey y un porro en las manos, aún no lo había encendido. Ella ya estaba cansada, iba a apagar la luz.

- ¿Por qué no tenía sal la papa? –

- Me olvidé, perdón gordito –

- ¿Y porqué no trajiste la sal? –

- Me olvidé de comprar –

- Ah, ¿Sos tonta entonces? ¿Cómo te vas a olvidar de comprar sal? –

- Bueno, es que… -

- Claro, vos solo querías recordarme que no tenemos suficiente dinero para comprar sal. Que no encuentro trabajo. Que vos sos la que sale, ¿no? Pero, te olvidas que yo soy obrero, que la cuarentena de nuestro ex presidente nos mató. Que fundió la empresa constructora en la que trabajaba. Que no consigo trabajo. Que te estas administrando con el dinero que yo conseguí –

- Yo también lo conseguí con esfuerzo. Aún lo consigo, cuido gente –

- No alcanza. No hay siquiera sal. –

- No es tan grave – dijo ella ya comenzando a perder la paciencia

- Decís que no puedo protegerte. Que no puedo darte lo que necesitas – En un rapto de furia tiró el Whiskey sobre ella – Que no puedo pagar las cuentas. ¿Te das cuenta de la impotencia que me provocó estar encerrado y no poder hacer nada? – dijo gritando

Ella asustada corrió a la cocina y sacó un cuchillo.

- Ah, ¿eso queres? ¿Matar a tú novio? Mata al gobierno, mata al estado, no a mí. Yo te cuidé años, ¡Perra! Un año que no trabajo, y ya estas quejándote –

- ¿Qué? – gritó Romina rompiendo en llanto, pero sin soltar el mango del cuchillo, que ahora temblaba. Lo asó con sus dos manos, y continúo apuntando en dirección a Esteban.

- Bueno, tranquila. No pasa nada, recordemos buenos momentos. No hay que alterarse. No llores, sabes que eso me duele – dijo extendiendo la mano para que le entregara el cuchillo.

De a poco se fue calmando Romina. Cuando estaba por bajar la guardia, en un movimiento brusco de él por intentar quitarle la hoja, ella lo corta en un brazo dejándole una profunda incisión. Regando de sangre su brazo y el piso. Inyectado en cólera enciende el mechero y lo arroja sobre ella. Que en virtud del Whiskey prendió enseguida. Borracho de odio, vio que ella corría por la casa en llamas.

- ¡Vas a prender fuego el departamento! ¡Deja de gritar! – Y se tapaba los oídos

La pateó en una de sus corridas, cayó. Salió al balcón y él la arrojó al vacío. En cámara lenta, una bola de fuego humana se terminaba estrellando contra el pavimento provocando una explosión de sangre. Finalmente, un camión que transitaba hizo explotar su cráneo llenando sus sesos a los pocos transeúntes de la calle.

Se escucharon unos golpes en la puerta. ¿Sería la policía? No puede ser tan rápido.

Era Santiago, su mejor amigo.

Al enterarse de todo, lo vendó y fueron a un lugar que Santiago conocía. Era un túnel, una cloaca.

Frenaron. En una de las paredes había un cuadro negro.

- Esta es tú salvación, Kito –

- Gracias Santi por el vendaje, pero ¿Qué es esto? –

- Mirá detrás del cuadro –

Había una imagen de un ser espeluznante con una bolsa de tela blanca que cubría su cabeza, y unos hilos negros tejidos a su cuello que formaban “X”; tenía orificios para los ojos y boca. Los ojos eran totalmente negros, y la boca eran dientes apretados, amarillos y filosos, mugrientos sin labios que hacían sentir pestilencia y muerte. Al lado de la figura espectral estaba Santi.

- Es nuestro mundo. Acá hay porro, Rock and Roll y anarquía. Volvieron a dar vuelta el cuadro. Nuevamente vacío en negro. Esteban siempre confiaba en su amigo.

El cuadro empezó a generar letras blancas y se formó la leyenda: “CALLEJEROS”

– Eso quiere decir que están tocando ellos – le dijo Santi – Ingresemos –

Entonces Santiago traspasó el cuadro como sí fuera un portal a otro mundo.

Se escuchó un sonido en lo profundo del inframundo críptico. Seguro es la policía. Pensó Esteban. Hizo lo mismo que su amigo. Del otro lado pudo ver el cuadro atrás de él. Ahora él estaba abrazado al espeluznante ser.

El espacio nuevo al que había accedido era un bar oscuro de mala muerte, un antro. Se sentó. Había mujeres hermosas servían cervezas en vasos enormes de plástico. Se sentó junto a su amigo, y escucharon: “Una nueva noche fría en el barrio, los tranzas se llenan los bolsillos…” Cantaron e hicieron pogo. Pura felicidad. Horas y horas, la cerveza, la música, las mujeres y su amigo. “Todo esto, se lo merecía por tanto esfuerzo y sacrificio en su vida” pensó Esteban

- Estoy cansado, voy volviendo - dijo Esteban. Fue a la pared de las fotografías, pero no encontraba la del portal. Quizás por el alcohol. Así que decidió ir a dormir sobre una mesa, muy Rock Style.

A la mañana siguiente, se levantó, más cerveza y otro recital.

“Bueno, hora de irse” Pensó Esteban. Aún no encontraba el cuadro.

- Santi, no encuentro el cuadro - ¿Qué cuadro? – dijo Santiago que parecía un Zombie. Demacrado, viejo, los dientes amarillos; su cráneo se fue hundiendo, y finalmente se desvaneció pulverizándose delante de Esteban. Un grito desde dentro del alma y una opresión muy fuerte en el pecho, terror y desesperanza. Miró a su alrededor y todos poseían una máscara blanca. Corrió y encontró una puerta, y otro recital, y entonces siguió hasta la nueva puerta de SALIDA, hasta que llegó a la puerta cincuenta. Viendo los cuadros encontró uno negro, en el cual se escribió una sentencia: “ESTAS CONDENADO”

- ¡¿Porqué?! – gritó de forma desgarradora

Nadie escuchaba. No se escuchaba su voz. No podía hablar. Se quería arrancar la piel.

El público lo tomó por cada una de sus piernas, y cada uno de sus brazos, lo extendieron, metieron un embudo en su boca y le hicieron beber a la fuerza cerveza. No moría, solo sufría. Mientras tanto se acercaba un ESPANTAPAJAROS con una máscara blanca en la mano y una aguja enorme con hilo negro…

10. Juni 2020 00:23 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

Über den Autor

Jose Breide Saludos a todos los lectores que se acercan a mí espacio, espero que guste este proyecto de escritor. Soy una persona que tiene como sueño ser escritor. Transmitir al mundo ideas, sentimientos y objetivos. Con el fin de satisfacer el alma del individuo que lee lo que escribo y/o, de que inspire a otros a hacer cosas

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