Grijalva estaba parado en medio de su oficina mirando la habitación que ahora estaba vacía y sombría. Suspiró y cerró la puerta del lugar que llevaba consigo muchos recuerdos. Fue la última vez que entró en su oficina, la cual una vez trajo paz y tranquilidad a muchas familias que buscaban algún tipo de justicia que la ley no podía proporcionarles.
Todos los casos anteriores le parecían fáciles ahora; pero este en particular, que no tomó, ha afectado a todas las áreas de su vida.
—Seré condenado si no llegamos al fondo de esto y lo sellamos de una vez por todas —dijo en voz alta mientras miraba a un largo corredor de puertas de oficinas. Junto a él estaba Jocelin, quien luego le tocó el hombro.
—¿Estás listo?
Él la miró sin saber si realmente estaba listo o si era algo que le habían hecho creer.
—Sí. Es hora —respondió finalmente y caminó hacia la puerta del ascensor.
No hubo más conversación desde el momento en que subieron al elevador y entraron al estacionamiento. Una vez que se acercaron al auto de Jocelin, él dio un gran suspiro mientras miraba el edificio de oficinas.
—Espero que esto sea lo mejor que estamos haciendo y que todo salga bien para todos nosotros —dijo mirándola directamente a los ojos.
—Será Jarrell. Créeme. Si queremos atrapar a estos hijos de puta, entonces esta es la mejor manera o de lo contrario, todos estamos muertos —ella respondió con una sonrisa y ojos brillantes para reafirmar su compromiso y devolverle la confianza.
Esta era la primera vez que el detective Grijalva estaba siendo perseguido como un zorro en lugar de ser el sabueso.
Vielen Dank für das Lesen!