Tiene tiempo que nadie viene a verme, este lugar cada vez se hace mas y mas frío, siento como las partes de mi cuerpo se empiezan a enfriar cada vez más, mi pelo se desprende mientras pasan los días, tiene mucho que no como, lo poco que puedo beber es lluvia que se puede minar desde arriba, levemente siento como los insectos andan por mi cuerpo, incluso ya me acostumbre. Tal vez aquí moriré finalmente, así como todos mis conocidos creyeron aquella noche que salí a casa de mi amiga y no volví...

El espacio está lleno, hay fotos, libros apuntes, peluches, ropa... Aquí habitan recuerdos. Mi cuerpo sobre el suelo. Caigo. Peso. Reposo. Soy yo, yo también habito este lugar. Estoy aquí. Soy aquí. Este cuarto en donde vivo la cuarentena, en este lugar soy yo, aquí soy maestra, juego a ser escritora, leo, duermo, sueño, creo y abrazo a la distancia... Soy yo en este encierro.

Encerrado en carne nací. Encerrado en madera, de la vida desterrado, a la muerte bajo tierra, volví. En gusanos convertido en otro cuerpo encerrado para vivir otra vez. Encerrado nací. Encerrado viví. Encerrado morí. Encerrado en este cuerpo, en esta alma etérea, en esta mente dispersa. Seré yo otra vez, cuando llegue a los confines del Universo. Y me desconfine, de este falso sentimiento, de esta vacía existencia, nacer otra vez en medio del verso y liberarme de este maldito encierro incierto.

Estoy preso, literalmente. Es la primera vez que me ocurre algo así. Doy gracias a Dios y a mi familia por mantenerme fuerte, mental y espiritualmente. Puedo decir que no la pasé mal, porque conozco historias de personas que fueron quebradas. Muchas veces tuve que consolar el llanto y la angustia inconmensurable que se siente estar encerrado, lejos de quienes amamos. Encontré el consuelo en Dios y en mi alma. Veo cada día pasar, pero yo me encuentro pausado, esperando, ya llegará mi momento.

En medio de la oscuridad tanteaba con manos temblorosas las paredes de aquel lugar, sus uñas estaban rotas y aunque no podía ver sus manos sabia que sangraban. Chilló con frustración al no encontrar una salida y empezó a golpear con fuerza los muros a su alrededor, aunque no queria perder los nervios le resultaba imposible; no tenía noción del tiempo pero creía que era demasiado, si alguien le estaba gastando una broma, no entendia su sentido del humor.

Impresionante caminar atravez de un mundo Apocalíptico, donde solo existen 3 o 4 cuerpos humanoides. Me consumo como un cigarrillo en 180 segundos. Me hablan, no escucho. Hablo, no me escucho. Sintonizo varios temas a la vez, y comienza la batalla. ¿Cosas positivas? ¡No existen! ¿Confianza? ¡Ni en uno mismo! Siento el respiro, ese aire que baja a mis pulmones como tallo de rosa. ¡Desepciones acumuladas! ¡Mente distorsionada!