Nacemos y no sabemos nada. En nuestra infancia, creemos ciegamente, en lo que de religión, nos enseñan nuestros padres. En la adolescencia dudamos. Cuando somos adultos cuestionamos todo, vemos la religión como cuentos infantiles, imposible que sean reales. En la vejez, nos aferramos a cualquier creencia que nos diga que hay vida después de la muerte. Porque en fin, para eso está la religión, para darnos esperanza de que hay algo más. Somos un hecho al azar o hay algo o alguien dirigiendo todo?

Cuando estés allí, en el más allá de las galaxias, inmediatamente abrazarás la calma aunque aún estarás cubierto de anhelo, allí verás un sol, una luna todos juntos sin conflictos e incompatibilidades en un mismo espacio sin fricción sin eclipse, sin oscuridad, sin violencia y sin demencia, en este universo estarás libre de hambre, ¡Del miedo, de la sed, del sueño! Especialmente de la maldad humana.

Las convicciones y las creencias no son lo mismo, las últimas pueden cambiar, mientras que las primeras son aquellas certezas por las que estamos dispuestos a morir. Las creencias nos hace pensar en cosas que no son reales que solo viven en nuestra mente. Pero cuando vives por convicción todo es posible todo desde ese ángulo puede suceder. Vale la pena arriesgarse un poquito por las cosas que tienen alma. Esas cosas que nos llevan más allá de lo soñado y que nos hace conectar más con la vida.

Solo quería ver su sonrisa aunque no estaba a mi lado, hay una ahí, por más escondida que esta " hipocritamente". Me aferre a ese algo que aún sabiendo que sus razones eran herirme trate de salvar su vida antes que proteger la mía. Y ahora estoy aquí derrotado con mis sentimientos en pedazos y el corazón totalmente muerto, me arriesgue demasiado a querer verle de nuevo. Ahora pago mis pecados por enamorarme de la razón por la cual vivía, por creer que hacerme bien le haría bien a alguien más.