La odio con todo mi amor, la detesto con tanta pasión, deseo que muera en mi rencor y renazca en mi ferviente ansia excitable de poseerla… maldita mujer causante de mis penurias… la justicia me acusa por intentar cobrar la falta tan grabe que ella hizo en mi humanidad de padre… y ahora… que he logrado salir de mi callejón sin nombre, no quiero que ella descienda al abismo mortuorio en el cual ella lanzó a nuestro retoño… sé que nos alejamos por diferencias irremediables, por culpa de mi corazón gitano que no midió los límites de la pasión fogosa de un amante con el amor puro de una esposa abnegada en estado de gestación. Es mi culpa… pero… volver a verla hizo que mi ira como agua hervida en una caldera infernal se desfasara de los parámetros de una discusión y se salió de control… y creyendo que aun dentro de su vientre escondía a mi hijo… procedí a escudriñarla con el cuchillo aquel que ella utilizaba para preparar mis tostadas con jalea para acompañar el humeante y amargo café… pero solo entrañas negruzcas e inhibidas encontré más el soplo de vida que en ella deposité ya no hallé…
Luego del ataque… entre en aquel camino metafísico permeado de dolor y recuerdos… plagado de sentimientos encontrados… y tras un largo viaje por el sendero oscuro que mi alma preparó para hacer purgar mi delito… descubrí que nunca deje de amarla, que ese crio jamás vio la luz del sol, a diferencia de ella y yo que tantas veces juntos contemplamos el brillo del astro rojizo de cada mañana, así que la secuestré de los aposentos custodiados por galenos y me propuse recuperarla, todo lo hice por amor, únicamente por amor y si por amor debo ser condenado, que así sea pero sé muy bien que el humano jamás emitirá un juicio objetivo pues la ley nunca podrá condenar las intenciones más bizarras del corazón de un atormentado por la venganza y el apego hacia una misma mujer…
Fragmento n. 6 Declaración de Horacio Galván. Juzgado Número 10 seccional Bgta D.C
Caso: crimen pasional de Lucrecia Moreno - ENERO
22 DE 1989
¿Porque? ¿Porque tenía que ser ella la causante de mi desgracia? ¿Porque no la asesiné físicamente en mis recuerdos? ¿Porque el pasado me golpea con inefable furia, tratando de acabar con la poca vida que me queda y que su partida me arrebató? Ahora, como producción de las alucinaciones que solo un narcótico fantasmagórico puede producir, aquella pintura, esa de su escultural rostro torneado y tallado por divinidades de cuya existencia hasta los más creyentes dudan, tomo vida, se acercó a mí con tanta pasión que sentí que de un beso me devoraría y me raptaría lanzándome a sus entrañas para nunca jamás poder salir de allí, no pronuncio palabra, solo empezó a cantar, la melodía de nuestro compromiso matrimonial, la melodía que se reproducía el día que lo humano y lo divino se unió para engendrar a nuestra criatura que ahora yacía en los fosos inhóspitos de la muerte, la misma melodía, que escuché cuando me sumergí en un mar de licor, intentando tontamente ahogarla a ella, siendo en realidad yo quien me hundía en las profundidades de mi miseria humana, creo que cuando Silvio la compuso, estaba también transitando por el sendero oscuro que ahora yo cruzaba, intentando escapar de un cubo sellado con la palabra realidad. Oleo mujer con sombrero... mientras escuchaba aquel canto incomprensible para el oído del amante que se deleita con los gemidos ardientes de su satírica faena con la dalia de deseos carnales, se aproximó a mis labios, y besándome sentí aquel olor a café cerrero y al sabor dulce de su pintalabios, mis ojos se cerraron, por un instante creí escapar, pero de repente una máquina de esas controladoras de signos vitales produjo un sonido estridente.
De vuelta en aquel cuarto
frió de olor nauseabundo a muerte y desahució, escuché las sirenas de la
patrulla acercándose y su cuerpo, sobre el camastro, tornándose pálido, tan
pálido como el reflejo de la luna, en el muro de mis recuerdos, en el callejón
sin nombre
Pero, ¿acaso en eso me
había convertido?, ¿en un monstruo artístico?, capaz de plasmar en un elemento
que fue creado para inspirar canciones, materializar sueños y revivir ilusiones
algo tan espantoso como mi imagen... de manera que, sobreponiendo mi ira y
pateando en el vientre a la bestia furibunda de mis delirios y realidades,
empecé a pintar con el óleo de los bellos recuerdos, de las mañanas que recibí
con ella, de los medios días disfrutando sus ojos brillar mientras compartíamos el alimento, de las eternas
tardes donde todo quedaba en silencio para dar paso a los sonidos de la vida, y
a los golpes que dan alegría... y revivir los recuerdos de las noches, cargadas
de pasión y deseo que liberan el fauno sátiro que llevamos dentro y vislumbra
la imagen más pura y fehaciente del amor que entre dos seres, desconocidos para
el mundo y para sí mismos puede llegar a surgir, mi mente se apaciguo, por
primera vez, mi consciencia me permitió descansar y el bullicio del silencio
ahora se tornaba tranquilo, aunque con un aura diabólica en el ambiente, pero
tranquilo... y si antes había surgido del odio y el rencor mi retrato, ahora
renacía mi amor por ella... muestra de ello, mi obra imaginaria de arte... su
rostro pernoctante en la abrumadora noche de mis tristezas y radiante en el
amanecer de mis alegrías... como antes lo fue
Recordando a Munch y su excelsa obra, recordé mi estadía en la academia
de arte, mi mayor pasión, aunque maestro de profesión, adoraba el arte, la
buena música y un vino seco acompañado de un lienzo, oleos y un sin fin de
pinceles que contornan la imagen hermosa de un paisaje, el rostro de una
anciana curtida por la experiencia de los años y la vida, o la risa de pequeños
bribones robando el pan de algún café de apertura matutina, mientras transitaba
por la espesura de mis tormentosos recuerdos, me vi
alrededor de mi espacio artístico, al frente un lienzo de proporciones
indescriptibles, oleos de múltiples colores y pinceles por doquier, junto a mí,
estaba la extraña criatura producto de mis relaciones incestuosas entre mis
hermanos el odio y el rencor de la conciencia que no descansa, apaleada por los
recuerdos profundos que lastiman y abren heridas tan profundas como las que me
dejo su partida, comencé a pintar, cargado de rabia, destrocé aquel lienzo, lo
destroce, la criatura saltaba emocionada y mis lágrimas mezcladas con los oleos
crearon un nuevo color, el color amargura, el color ansias, el color venganza,
el resultado, un autorretrato...
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