Para llegar a la escuela o al trabajo utilizo el tren suburbano. Un artefacto súper moderno con miles de usuarios diarios, libre de vendedores ambulantes y personas vendiendo los últimos éxitos en cumbia y reggaeton con sus bocinas a todo volumen (los mexicanos entenderán).
Una mañana estaba esperando la llegada del tren de las 08:15. Me encontraba en el andén, de pie, leyendo a Eurípides, y siento que me tocan el hombro. Alguien quería llamar mi atención.
Al voltear, veo a un hombre de edad media, no más de 45 años, evidentemente más bajo que yo (me sorprendió un poco que alcanzara mi hombro). Acerca su mano, me ofrece algo. Al bajar la mirada es un pedazo de ... cartón. Con toda seguridad y una enorme sonrisa me dijo "ten es un separador para tu libro".
Yo, espantado por la interrupción a mi lectura y rodeado de gente le respondi: "No, muchas gracias. Ya tengo uno".
Su expresión cambió de bondadosa a sarcástica. Guardó rápidamente su separador y sentí la mirada de desaprobación de todos a mi alrededor.
No fue mi culpa. ¿Qué tal si ese pedazo de cartón tenía antrax u otra drogra peligrosa? Ese separador tenía la imagen de Jesucristo, ¿Qué tal si quería que me uniera a una secta religiosa extremista?
Sí, por cosas como esas no puedo socializar decentemente.
Estaba cansado.
La escuela y el trabajo me han robado mucho tiempo y energía, tanto que me he quedado dormido de pie en el tren al menos tres veces. Despierto cuando mis rodillas flaquean.
Decidí comprar las vitaminas de siempre. Me han servido de maravilla en el pasado: tres dosis me ayudaron a estar despierto por cuatro días seguidos para una tarea importante y me sentía muy bien. Claro que mi orina no tenía el mejor olor.
Hoy era la última dosis y a pesar de eso estaba muerto de cansancio. Me quedé dormido en el sillón al menos 10 minutos antes de que Cristina llegara a gritar que la hora había llegado.
Me coloqué en posición y descubrí mi nalga derecha. Estaba a punto de volver a dormir, cuando el piquete de la aguja me produjo un dolor terrible. Sentía que el líquido de las vitaminas inflaba mi nalga. No me importo, respiré y le dejé seguir.
Una vez terminado el mini-show de "la nalga inflada", pensé que no podía soportarlo más: necesitaba dormir. Fui a mi habitación, me aventé a la cama y cerré los ojos. Pasaron dos minutos y nada. 5, 10, 20 minutos y no pude dormir. Volví al trabajo.
Todo eso ocurrió a las 20:00. Son las 04:00 y sigo sin poder dormir. Me duele mucho la cabeza, siento los ojos hinchados y pesados. Me siento tan despierto y alerta como usted después de una siesta por la tarde, pero con la misma actitud del lunes por la mañana.
6. Mai 2017 19:57 0 Bericht Einbetten 1Wir können Inkspired kostenlos behalten, indem wir unseren Besuchern Werbung anzeigen. Bitte unterstützen Sie uns, indem Sie den AdBlocker auf die Whitelist setzen oder deaktivieren.
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